viernes, 24 de diciembre de 2021

UN “MASHCAPUPO”, CUENTA DE SU VIAJE A ZUMBA EN 1974

Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador

Odisea de viaje de un maestro


 
Publicado en la Revista digital literaria: “LOJA GRITA ARTE” N° 7, páginas 11 y 12

 R E L A T O

 Recién graduado en el normal de Guaytacama en 1974, recibí el nombramiento de profesor titular para la escuela “Reino de Quito” de la parroquia Chito, en el cantón Chinchipe, provincia de Zamora, dice: Hernán Visuete Troya, hoy maestro jubilado residente en la ciudad de Zumba.

Recordar el viaje desde Loja a Zumba hace décadas, es una odisea, un sueño…

Había dos formas de llegar a este lugar: 1.- Embarcarse en las avionetas de los militares que hacían viajes esporádicos desde las pistas de Cumbaratza o Catamayo. 2.- O cabalgar en mula desde la población de Yangana en la provincia de Loja. En el primer caso se hacían 30 minutos; y, en el segundo tres días.

Cuando me presenté en Zamora Chinchipe, los profesores Vicente Elías Rivera, Director Provincial de Educación y Luis Amable Duque, Jefe de Supervisión, solamente me indicaron que tengo que viajar a Chito por Loja; llegar primero de la población de Yangana en un bus de la cooperativa “Sur Oriente” que demoraba siete horas, y que desde ese lugar tenía que conseguir una mula para viajar a Zumba.   ¡Nada más me dijeron!

Yo, con el deseo de trabajar, no imaginaba lo que me esperaba después…

Cuando llegué a Yangana, fui a comer en el único saloncito que había.  Su dueña, la señorita Edulia Mendoza, muy gentil y amable me ayudó.  Yo conozco a los dueños de las piaras de mulas que vienen desde Zumba, dijo.  Ya les hablo para que le den un mulita de silla. (Las piaras venían cargadas de café y de aquí se regresaban con víveres).

En verdad, en la tarde, por el angosto camino que entraba a la población vi algunas mulas que llegaban, entonces dijo, esa es la piara de Segundo Mejía, convenga el precio del alquiler con él.   Así lo hice. 

Entonces la señorita Eudulia, al siguiente día muy por la mañana me preparó el desayuno y dijo que vaya comiendo bien; además me puso un fiambre para que coma en el camino.  Luego me advirtió: de aquí, usted monte en la mula y ella le conduce.  Llegará primero a un pueblito que se llama Valladolid, ahí se queda a dormir, no hay adonde perderse.

Entonces, yo como traía más libros que ropa, amarré dos costales como alforja, puse una cobija encima, me subí en la mula e inicié el viaje.

Camina y camina, no llegaba a Valladolid. Cuando le encontraba a alguien, preguntaba: ¿por aquí se va a Zumba?, entonces todos decían, sí.  Siga no más.

Oiga, llego a una planada y veo que los aperos de la mula se habían corrido hasta las orejas del animal, yo sin ninguna experiencia, bajo la carga y la silla para arreglar.  Hago esto y la mula se me va en precipitada carrera.   Con la desesperación que se va el animal, la sigo.   Corre y corre, tras de ella.  Mis cosas se quedaron en el camino, la mula corría, se paraba un instante, me regresaba a ver, cuando ya estaba cerca a cogerla, apretaba nuevamente la carrera. ¡Dios mío!, no sé cómo, entro en un atajo, y por suerte en lo que la mula está queriendo pasar, se espanta en mí y a lo que regresa, logro coger la soga.  La amarré, cargué mis cosas, luego en la soledad de la selva y el claro azul del cielo, me senté a llorar.

De aquí me regreso, dije. ¡No he cometido ningún crimen para que me pase esto! Era, apenas el primer día de viaje.

 No me regresé, porque ya no tenía dinero y para llegar a mi tierra (Guaytacama – Latacunga) estaba muy lejos.  Así que, me resigné a continuar.

Llegué a Valladolid, casi en la noche. ¡Oh sorpresa!, desde el corredor de una casa escuché que gritaron: eeeh, compañerito…  ¿Usted es el profesor Vizuete?  ¡Sí!, respondí.    Va, me dije, cómo me conocen, ¡No puede ser!, ¿estoy soñando?

Lo que pasa, es que informados a través de los chasquis escolares ya sabían que llegaba, por lo que me habían estado esperando.

¡Qué solidaridad, qué hermandad de maestros!  De inmediato me llevaron a merendar, me arreglaron una cama en la casa de señora Lolita, no me acuerdo el apellido, pero parece que era Lolita Luna, después a un trago.   Pasamos lindo entre compañeros, todos habían sido de diferentes lugares: uno de Imbabura, otro e Quito y yo de Latacunga, ya picaditos acompañados de una guitarra cantábamos cada cual a su tierra y, hasta llorábamos también de emoción y nostalgia: el de Imbabura comenzaba: “Imbabura de mi vida / tierra donde yo nací…”; el de Quito cantaba: “Yo soy el chullita quiteño, la vida me paso encantado…” en tanto que yo, remataba: “Tierra, latacungueña / en ti se admira el paisaje andino…”

Antes de las diez de la noche, dijeron, compañero, a dormir, mañana tienes que viajar.

Al siguiente día muy por la mañana golpearon la puerta y dijeron, levántate, ya es hora.

 Hicieron preparar el desayuno y el fiambre.   Me despidieron diciéndome: de aquí te vas hasta Paranumá. 

Salí a las siete de la mañana, a las once y media me acerqué a un pueblito que había sido Palanda. Los niños salían de la escuela al almuerzo porque en ese tiempo se trabajaba en dos jornadas.   Al cruzar el pueblo, escucho un grito que dice: “¡hola, mashcapupo!”, “mashcapupo” nos decían a los de Latacunga.  Miro que se acerca un señor y me dice: tú eres de Latacunga, ¡verdad!, yo también soy de allá, soy el profesor Ernesto Álvarez.   Bájate de la mula paisano, te invito a almorzar, luego nos tomamos unas dos cervecitas y dijo: continúa tu camino y te quedas en Paranumá.  Así fue, llegué a Paranumá.  Había una sola casa que ha sido “tambo” de los militares.  Ahí me quedé.   Le rogué al señor del tambo que me dé posada; él, en tono déspota, dijo: bueno, amarre la mula por ahí, que no se le vaya.

Yo con el cansancio y un hambre devorador, le ruego: señor, me puede preparar algo de comer, ¡no!, respondió; aquí no hay nada.   El señor ya era de algunos años de edad.  Cualquiera cosita, le insisto.  Voy a ver si le hago una sopa de fideo, -dijo-, espere.

Mientras esperaba, en el corredor del “tambo” se me acercó con una biblia en sus manos y me comenzó a leer.  ¡Había sido evangelista!  A un inicio le escuchaba, pero como el cansancio era más, me había dormido.  En eso, me dijo, levántese a comer.  ¡El hambre era tal, que se me hizo riquísima la sopa de fideo!   Luego, fui a dormir y desperté preocupado a la mañana del siguiente día, para continuar el viaje.  En esta ocasión, no hubo desayuno.

Pasé la quebrada de Paranumá, durante dos horas ascendí una cuesta, llegué a un caserío llamado Negro Muerto.  Aquí rogué al que encontré primero que me prepare comida. Me dijo que solamente tenía carne, entonces le dije que está bien.

Cuando me sirvieron, Dios les pague dije, porque era un plato grande con bastante carne, papas chinas y arrocito.  ¡No recuerdo si me cobraron o no! Continué el viaje, ¡oh sorpresa!, más allá, a lado del camino encuentro a una mula muerta ya cercenada una pierna. ¡Me habían dado carne de mula!, (ríe a carcajadas), ¡pero estuvo rica!

Ya en el tercer día, ¿llegaré a Zumba?  ¡nada!  Cuando me encontraba alguien y preguntaba, me decía: siga no más, “a la vueltita está”.  Caminaba y caminaba, pasaba la vueltita y no llegaba.

En eso, llegué al Colorado y desde ahí veo un pueblito, ¡ese había sido Zumba!  La mula comenzó a galopar, por lo que tuve que cogerme de la silla.  Ella ya conocía la casa, por lo que directamente llegó donde don Segundo Mejía, el dueño de la piara.

Un muchacho gritó: Don Segundo, ya llegó la mula.   Mientras yo me bajaba, descargaba mis enseres, no demoraron en llegar: Romel Herrera, Julio Núñez, y Hugo Tapia, profesores del lugar, para luego guiarme a la oficina de la supervisión. En la noche celebramos con comida y trago. Fue un mes de marzo, fecha que nunca olvido.

Aquí cambiaron las cosas, aunque el tramo de viaje que me esperaba, era de un día más.

En la tarde del cuarto día llegué a Chito y aquí me encontré con Servio Santorum, Arnoldo Cueva, Irene Troya, Miguel Romero, Libia Aranda, profesores de la escuela “Reino de Quito”, y la señorita Carmen Valarezo, enfermera de Chito, con quien posteriormente me casé (sonríe).

Hernán Visuete Troya, en la ciudad de Zumba, el día 9 de octubre de 2021, termina esta conversación diciendo: en 1974, para llegar a la parroquia Chito desde Loja, hice 5 días. 

Loja – Yangana, un día; Yangana – Valladolid, un día; Valladolid – Paranumá, un día; Paranumá – Zumba, un día; y de Zumba - Chito, un día.

¡Qué le parece!

 

Eduardo Pucha S.

 

 

lunes, 6 de diciembre de 2021

LA BANDA DE PUEBLO MÁS ANTIGUA DEL ECUADOR SERÁ CONDECORADA POR EL I. MUNICIPIO DE LOJA

 


Chuquiribamba, semillero de músicos y artistas, Patrimonio Cultural del Ecuador

 


La nota informativa que escribimos con el título: “La banda más antigua del Ecuador está en Chuquiribamba”, se divulgó en la provincia de Loja y el país a través del diario LA HORA de la ciudad de Loja, el día 23 de abril de 2016.

Luego de cinco años de conocer esta información, el Cabildo lojano en sesión extraordinaria del 15 de noviembre de 2021, resolvió galardonar a la “Banda de pueblo más antigua del Ecuador” el día 8 de diciembre de 2021, en el Salón del Cabildo, a las diez de la mañana, con un reconocimiento que sin duda eleva la autoestima a sus integrantes y también a quienes somos parte de Chuquiribamba.

Afirmamos que es la banda más antigua del Ecuador, porque, no se conoce hasta el momento a un pueblo en el país, que se manifieste y mantenga una banda así, durante 130 años sin desintegrarse, cuya vocación musical la han heredado y transmitido de generación en generación.

Fue, José María Pucha Palazo, quien tuvo la iniciativa en 1891 de fundar la banda “DIOS Y PATRIA”, y que gracias a la constancia y perseverancia de sus integrantes se mantiene aún.


Su fundador, la dirigió más de treinta años.   Se conoce que en la década de los años treinta del siglo anterior, entra en un corto receso; pero en 1941 se reactiva bajo la coordinación del sacerdote Dr. Víctor Manuel Reyes Azanza, fortaleciéndola con más integrantes, entre ellos: Víctor Granda, Teófilo Granda, Juan de la Cruz Tene, Sixto Tene, Porfirio Tene, Ladislao Tene, Reginaldo Tene, Antonio Tene, Pompilio Sinche, Manuel I. Sinche, Isaias Bautista Tene, Apolinario Sinche, José María Guachisaca y Roberto Granda.

Posterior a 1941 se suceden algunos directores, entre ellos: Emilio Jaramillo Escudero, Manuel Sinche, Reginaldo Tene, Luis Cuenca Gutiérrez (1951), Luis Tene Sinche (1955), y desde 1965 hasta el 2020, el señor Virgilio Sinche.


A la muerte de Virgilio Sinche el 29 de enero de 2020 le sucede su hermano Floresmilo dirigiéndola hasta hace pocos días, pero justificando su avanzada edad, en la actualidad lo reemplaza Segundo Manuel Medina Aguinsaca, un joven músico, quien, en calidad de director, muy optimista dice: “Si la banda DIOS Y PATRIA” es la más antigua del Ecuador, por ese mismo motivo trabajaremos para no dejarla morir, seguiremos adelante fortaleciéndola y haciéndola crecer con nuevos y más integrantes”.

La banda “DIOS Y PATRIA” está integrada por talentosos músicos nativos de Chuquiribamba, quienes, a más de deleitar con sus presentaciones en los diferentes pueblos de la provincia y otras, la mayor parte de su tiempo la dedican al trabajo diario en la agricultura y las artesanías. Para ellos el amor a la música es una vocación y un regalo de Dios.


Por ahora, son nueve integrantes, tres saxofonistas, tres trompetistas y tres bateristas, ellos son: Floresmilo Sinche (saxo), Wilman Loarte Valle (saxo), Aníbal Pugo Sivisapa (saxo) Raúl Sinche (trompeta), José Manuel Agüinsaca Morocho (tromepeta) Johnny Puchaicela Sinche (trompeta), Manuel Medina Agüinsaca (bombo), Cristian Puchaicela Sinche (percusión), Manuel Asunción Enríquez (platillos), de los cuales, la mayor parte está entre los treinta a cincuenta años de edad a excepción de los hermanos Floresmilo y Raúl que sobrepasan los setenta.

Merece resaltar el trabajo silencioso del Dr. Bolívar Loarte Caraguay, quien desinteresadamente desde hace tiempo, documentadamente ha realizado los trámites correspondientes en el I. Municipio de Loja para cristalizar este muy merecido reconocimiento a nuestros coterráneos.  También a don Nixon Puchaicela Pinta y otros ciudadanos chuquiribambenses, quienes han trabajado denodadamente hasta lograr el objetivo propuesto.


Nos sumamos al regocijo de los integrantes de la “Banda más antigua del Ecuador”, augurándoles toda clase de éxitos en el devenir de los años y que sus integrantes actuales conserven este patrimonio cultural intangible de Chuquiribamba, para gloria de las generaciones actuales y venideras.

 


Loja, 6 de diciembre de 2021

 Eduardo Pucha Sivisaca.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

PETROGLIFO DE ANGANUMA EN QUILANGA.

 


Entre, el sinnúmero de piedras de formas caprichosas que se encuentran en el sitio Pailapamba, del barrio Anganuma en el cantón Quilanga provincia de Loja, se encuentra un petrograbado antropomorfo, que, sin duda, se trata de una reliquia cultural prehispánica que ha resistido al tiempo por cientos de años.


Según sus habitantes, creen que en este petrograbado se encuentra contada la historia de los Matalas y Colambos, parcialidades indígenas que habitaron Gonzanamá, y en una de sus líneas diseñadas en la piedra se puede observar claramente la figura de un Colambo.

El petroglifo está ubicado muy cerca de Quilanga por la carretera principal que une con Gonzanamá.

LA LAGUNA CURIQUINGUE EN NABÓN

 


La laguna Curiquingue se encuentra ubicada en el sector Chunasana en el cantón Nabón, provincia del Azuay, a una altura de 3.100 msnm.


Para llegar a este lugar, si va de Loja, tome la vía Panamericana y cerca de Cuenca en la entrada a Nabón desvíe a mano izquierda y a una distancia de tres kilómetros y medio se encuentra la pintoresca y mágica laguna Curiquingue.

Don Claudio Carchi, guía de esa localidad, dice: esta laguna no es natural, es producto de un deslave que se produjo en el mes de mayo del 2008. Ese año se taponó la quebrada Curiquingue y la de Tihuaico, dando lugar a la formación de una inmensa laguna que para embalsar toda esa cantidad de agua demoró más de tres meses.

Tiene dos kilómetros de largo, doscientos cincuenta de ancho y treinta de profundidad aproximadamente.

El deslave no causó ningún daño humano porque esta zona era un pajonal de pastoreo; lo que sí afectó es a la conexión vial entre el cantón Girón y Nabón.  Como usted ve, por donde ahora es la laguna pasaba la carretera que se sepultó en una extensión de quinientos metros, dejándolos incomunicados hasta la presente fecha.  Esperamos que las instituciones que tienen que ver en este asunto, la rehabilitan haciendo una nueva variante.


Actualmente, este atractivo turístico está administrado por los directivos de la comuna CHUNASANA, integrada por los sectores de Tiopamba, Chunasana, Guanduloma, Ramada y la Playa, ya que ellos por ancestro han heredado  estos terrenos.

Si usted llega a la laguna Curiquinga, podrá hacer senderismo, disfrutar del servicio de canoas y realizar la pesca de trucha y salmón, así como visitar la cascada en el río Curiquingue y servirse el típico curiquingazo en agua de tipo.

REPRESA LOS CRISTALES EN QUILANGA

 


La Represa los Cristales es un atractivo turístico escondido en el barrio Anganuma del cantón Quilanga, provincia de Loja.  Al llegar a este lugar, usted se va a maravillar de su paisaje y la tranquilidad que guarda.

Está, a nueve kilómetros aproximadamente desde la cabecera cantonal. 

Para llegar a la represa, en vehículo, usted toma la vía principal que conduce desde Quilanga a Gonzanamá, entra por un desvío cerca de la capilla Cristo Pobre que dura pocos minutos y llega a esta reserva ecológica.

Don Luis Alfredo Calle, uno de los administradores en la actualidad, cuenta que esta represa fue un proyecto de riego construido hace 46 años por la desaparecida Institución de PREDESUR cuyo propósito era irrigar las comunidades de:  Anganuma, Quilanga y Palotillo.


Pero como lamentablemente no funcionó, ahora los moradores del lugar conformamos una Junta y desde hace dos años la convertimos en un atractivo turístico que pocos conocen.

Lo que fue una poza seca nosotros la llenamos para dar el servicio actual.

Diariamente llegan unas veinticinco personas y en los días feriados llegan más.

 Para el disfrute de los visitantes contamos con el servicio de dos lanchas a motor para recorrer el perímetro de la represa y un bote de remo para alquilar.

Conozca este nuevo destino.

jueves, 4 de noviembre de 2021

CARLITOS, CHOFER DEL CARRO DEL DIABLO

 


De la literatura popular se han recogido hermosas y curiosas leyendas sobre “el carro del diablo”; en esta ocasión vamos a conocer al chofer.

Don Jorge Narváez Jaramillo, lleno de sinceridad y sano orgullo, dice: Carlitos, el chofer al que usted menciona en el relato anterior: (“Sin carretera aún… llegó el primer camión a Chuquiribamba en la década del cincuenta”), es mi padre.



Carlos Domingo Narváez se llamó; y, por esta increíble hazaña realizada hace 70 años, los amigos de Chuquiribamba le apodaron como el “chofer del carro del Diablo”, aunque verdaderamente, el carro no era propiedad del Diablo, sino de su tío, el cura José Alfredo Narváez.

¡Claro!, por qué no podía el imaginario popular crear este personaje, cuando por estos lugares en ese entonces a los vehículos los conocían solamente por referencias y revistas.  

Mi padre, fue muy audaz y un excelente profesional del volante –continúa-, a sus veinte y dos años de edad, sorprendió a la población, llevando el vehículo de su tío, desde el valle de Catamayo a Chuquiribamba, solamente abriendo huella por una trocha que hacían los mingados en el empinado peñasco de El Atillo y la leve planicie del Sauce a la altura de Chichaca.

Él nos contaba, que por algunas veces las vetas atadas a las yuntas que arrastraban al vehículo y las que sostenía la gente se arrancaban, y entonces, pensaba que hasta ahí llegó y ahí terminó todo. El carro por algunas ocasiones se deslizaba al barranco, pero milagrosamente se quedaba atrancado en algún tronco o chope de monte.  

Cuando todos se reanimaban del susto, con más ñeque continuaban la jornada.

Yo le decía, pero papá, porque no se lanzaba del carro y lo dejaba que ruede solo, entonces él me contestaba, no podía, porque: “el deber de un chofer en ese tiempo, era vencer o morir en su carro”, corroboraba mi madre diciendo, Carlos era un hombre muy audaz y muy valiente que desafiaba sin temor a todos los peligros que encontraba en su camino.

Cuando contaba esta historia, sonriendo y orgulloso presumía, que después de esta hazaña, todas las chicas de Chuquiribamba querían salir con él, pero fue mi madre, Florinda Jaramillo Escudero la única escogida, con quien contrajo matrimonio el 15 de agosto de 1953.  Con ella tuvo 3 hijos: Yolanda del Carmen, Jorge Alfredo y Julio César.

VIDA

Carlos Domingo Narváez, nació en Sozoranga el 4 de agosto de 1929. Es hijo de Teodora Narváez. 

Se gradúa como chofer profesional en 1947.

A más de chofer, fue músico y cantor de Iglesia al servicio de su tío, el Padre José Alfredo Narváez, en Malacatos, Chuquiribamba, Cangonamá y Celica.

En 1969 con la finalidad de educar a sus hijos se traslada a vivir en la ciudad de Loja. Trabajó de chofer en la Cooperativa Loja, en el Banco Ecuatoriano de la Vivienda y se jubila en el Ministerio de Obras Públicas el año 2008

Falleció en la ciudad de Loja, el 1ro de enero de 2020, a los 90 años de edad.

Chuquiribamba, parroquia rural del cantón Loja, hoy declarada Patrimonio Cultural del Ecuador, se honra con la hazaña realizada por Carlitos.

Dedicamos estas líneas, para perennizar el nombre de don Carlos Domingo Narváez, personaje muy importante en la historia y tradición chuquiribambense.

Loja, 19 de agosto de 2021

Lic. Eduardo Pucha S.

miércoles, 25 de agosto de 2021

ROMERÍA DE LA VIRGEN DEL CISNE

Leyendas y tradiciones andinas / Loja - Ecuador


La Churonita, como cariñosamente se la llama a la Virgen del Cisne, se la venera desde 1594.

Son 427 años de peregrinación. Todos los años a partir del 17 de agosto empieza la caminata. Parte desde su Santuario en El Cisne con destino a San Pedro de la Bendita; el 18 llega a Catamayo y el 20 arriba a Loja recorriendo más de 70 kilómetros de distancia; pero este año no fue así, porque inesperadamente a la media noche del jueves 19 de agosto de 2021 arribó a la iglesia de la Catedral de Loja.  No hubo como en otros años el acompañamiento multitudinario de miles de devotos por precaución de la pandemia.

Esta romería está considerada como una de las más grandes en Latinoamérica.

 

RELATO:


Anteriormente, el día 20 de agosto, la Virgencita en su romería desde el Santuario del Cisne, llegaba a Loja por el barrio de El Pedestal.

Recuerdo –dice- Miguel Criollo, un septuagenario de San Cayetano y que actualmente vive en la ciudad de Cuenca, así como ahora, la gente era bastante devota, casi toda la ciudad se volcaba al encuentro de la Virgen, unos iban a traerla desde El Cisne, otros desde Catamayo y los más viejitos avanzaban hasta El Villonaco por la carretera antigua, o a La Urna (actualmente cerca del barrio Menfis). 

En casi todo el camino había gente que instalaba sus chinganas para ofrecer a los romeriantes toda clase de comida, como: caldo de gallina, cuyes asados, tamales, fritada, refrescos y más.

La Virgencita llegaba a la catedral a las siete de la noche.   Cuando estaba en el Pedestal comenzaban a repicar las campanas y entonces Monseñor Aguirre, Obispo de Loja, junto a un grupo de canónigos hacían una hermosa calle de honor desde la Chorrera (en la bajada del Pedestal, había una chorrera grande de agua) hasta la Catedral.   En la calle Diez de Agosto, todos los balcones eran engalanados con flores, cintas y cortinas; los niños y los devotos, desde ahí lanzaban manojos de chagrillo y lluvia de pétalos de flores.   Eran miles de peregrinos que llegaban para luego ingresar a la iglesia a participar de la misa.

Los feriantes llegaban en acémilas

Lo que hoy es el parque Bolívar, anteriormente se llamaba “La Estación”, ahí llegaban todos los cuencanos que venían a la romería de la Virgen del Cisne y a la Feria del 8 de septiembre.   La mayor parte llegaba en acémilas.   No sé cuántos días caminaban, pero llegaba bastante gente.  Calculo que los cuencanos se transportaban en unas cinco mil acémilas; en tanto que aquí en Loja, había gente que tenía listo los potreros para pastar las recuas de los equinos de la gente forastera.    En cada potrero cuidaban a los animales dándoles agua, hierba y rastrojo.   Había potreros en San Cayetano, Yanacocha, el Plateado y otros lugares.   Entre los dueños de los potreros que recuerdo eran: don Manuel Arcentales, unos señores Valdivieso, otros de apellido Guaricela y mi abuelo, Gabriel Shunaula.  

En ese tiempo, todo el comercio llegaba en acémilas.   No había aún transporte vehicular.

La carretera que une Cuenca con Loja estaba en construcción.   Esta carretera la inauguraron en 1948.  

 

Refiriéndose a la ciudad de Loja –concluye-, en 1941, se extendía: por el norte, hasta la calle José Félix de Valdivieso; por el sur, hasta la calle Catacocha; por el este, hasta la calle Juan José Peña; y por el oeste, hasta el margen del río Malacatos (Av. Universitaria).   Así era la ciudad.   No soy tan preciso, pero ese entonces, la ciudad tenía unos diez mil habitantes.  Le digo eso, porque casi todos nos conocíamos.

 Las calles no eran asfaltadas, una que otra adoquinada.   Lo único que era pavimentado y adecentado era el Parque de la Catedral. 

 

Referencias tomadas del libro de leyendas y tradiciones: HUELLAS, página 16 y 17 / mayo 2006.

Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca.

jueves, 22 de julio de 2021

SIN CARRETERA AÚN… LLEGÓ EL PRIMER CAMIÓN A CHUQUIRIBAMBA EN LA DÉCADA DEL CINCUENTA

 

Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador



La parroquia Chuquiribamba, Patrimonio Cultural del Ecuador está ubicada al noroccidente de la ciudad de Loja, a una distancia de 45 Km.

Para llegar a este lugar puede hacerlo por la vía: Villonaco – Taquil – Chantaco - Chuquiribamba o la vía: Catamayo – Chantaco - Chuquiribamba.

RELATO:

Imposible, decían… pero lograron.

Manuel, paisano y compañero maestro que en su juventud trabajó en una escuelita de la frontera, decía: cuando a la gente de Celica, Pózul y Pindal les contaba esta hazaña de los Chuquiribambas, no creían; manifestaban que era imposible que llegue un carro donde no hay carretera.  Yo les afirmaba que sí, porque cuando niño, presencié este acontecimiento.   Vi que llegó el camión en partes desde Catamayo, la carrocería primero y luego el chasis del vehículo conducido por un señor de unos cincuenta años de edad que lo llamaban Carlitos.  Cuando llegó a Chuquiribamba lo estacionó frente al convento y la gente emocionada aplaudía y daba vivas, en tanto que la “banda de pueblo” integrada por: Miguel Isaías Sinche, Roberto Granda, Teófilo Granda, Víctor Granda, Apolinario Sinche, José María Pucha y otros, alegraban el ambiente dándole un matiz de fiesta.  Esto fue, en los primeros años de la década de los años cincuenta del siglo anterior.


Corrobora a este acontecimiento, mi padre, quien fresco de recuerdos decía, cuando la gente de Chuquiribamba se proponía a hacer algo, lo hacía, no había nada que les venza. Es por eso que, antes de que terminen la construcción de la carretera, trajeron un camión.

Recuerdo, en 1951 llegó a Chuquiribamba el curita Alfredo Narváez y él voluntariamente nos ofreció poner su camión al servicio del pueblo, pero a condición de que lo vayamos a traer desde Catamayo.

Aunque parecía imposible, unidos todos los pobladores del centro y los barrios junto a las autoridades de ese entonces y sus líderes entre ellos: Luis Cuenca Dávila, Clementino Fernández, Zoilo Carpio, Emilio Galarza, Virgilio Cobos, Emilio Jaramillo, Deifilio Sinche, Modesto Ortega, Amador Peñarreta, Abelardo Puchaicela, Isaias Sinche, Pompilio Sinche, Balvino Caraguay, Modesto Pauta, Nazario Saca, Arcenio Pauta, Eliseo Tene y más, fijamos la fecha para irlo a traer al carro.  El día previsto, salimos de Chuquiribamba a la madrugada y en las primeras horas de la mañana ya estuvimos listos en Catamayo.

Luis Cuenca Dávila de Chuquiribamba y Eliseo Tene de Pordel dieron una res cada uno para que las mujeres en el camino preparen el “caldo” para los mingados y Balvino Caraguay de Chantaco, llevó cuatro yuntas de toros para arrastrarlo al carro.   Con betas y largos maderos atamos el chasis a las yuntas y todos uniendo fuerzas halábamos y empujábamos el vehículo. 

Como en procesión muy contentos pasamos Trapichillo, luego de unas horas, y con más dificultad comenzamos a subir la cuesta agreste de El Atillo, mientras otros mingados caminaban adelante con palas, picos y barretas abriendo trocha.   Por momentos parecía que bamboleaba y se desplomaba al barranco, en tanto que las gentes de lado a lado empujábamos y sosteníamos el vehículo y don Carlos en su asiento de chofer maniobraba el volante y en donde podía encendía el motor para minorar el esfuerzo que hacíamos.

Cerca de cuarenta kilómetros halamos y empujamos el vehículo en dos jornadas.  El primer día avanzamos hasta el sitio El Sauce, cercano al barrio Chichaca.  Aquí pernoctamos y el segundo día muy temprano salimos para en horas de la tarde llegar a Chuquiribamba, desde luego con menos dificultad.


Cuando pasamos por Chantaco, Carmelo y otros barrios, los pobladores emocionados gritaban: “¡El carro llega, el carro llega!”, ya en Chuquiribamba, la multitud en un solo coro gritaba “llegó el carro”, “llegó el carro”…Fue un día de alegría y fiesta.

 

"El pueblo me lo contó

y yo al pueblo se lo cuento

y pues la historia no invento

responda el pueblo y no yo"

                                     Cordobés Maure

jueves, 15 de julio de 2021

CRISTOBAL PADILLA COX, UN HOMBRE VISIONARIO

 Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador

PERSONAJE EN JIMBURA

 

En el pequeño parque de la fronteriza parroquia de Jimbura, a más de su iglesia, el atractivo que sobresale, es un monumento con la efigie de Don Cristóbal Padilla, construido por el I. Municipio de Espíndola, en el año 2004, que en la parte frontal dice:


El I. Municipio de Espíndola

al Sr. Don Cristóbal Padilla Cox y Galarza

“Hombre de extraordinario talento: visionario e impulsor heroico del camino que unió Jimbura con el valle
selvático ahora llamado “San Andrés” y Zumba.   Junto a un grupo de valientes jimburenses, cristalizó su anhelo incomprendido                                                                                  y que hoy en día permite la supervivencia de más de 300 familias  de Espíndola y otroslugares”.

Jimbura 24-04-2004

Manuel de J. Andrade

ALCALDE

Tratando de conocer, quién fue este distinguido personaje, conversamos con don Juan Bautista Delgado, nativo de este lugar y conocedor de gran parte de la historia de su pueblo, quien nos cuenta que, trabajó en la demarcación de límites del Ecuador con el Perú en 1944; así como también se desempeñó como Presidente de la Junta Parroquial, dice: Verá, Cristóbal Padilla, llegó a nuestro pueblo como mandado de Dios.  Eso fue en 1954.   Nunca nos contó de donde era.  

Dijo que su aspiración era el de entrar al Oriente y llegar a Zumba.   No demoró mucho, junto con gente de Amaluza y Jimbura se fueron.    No existía camino, tenían que ir abriendo trocha.   Escalaron la cordillera y se desviaron hasta llegar al nacimiento del Río Blanco y de ahí llegan a Iriachi.   Dándose cuenta que han estado en territorio peruano, regresan por indicación de la gente de ese lugar hasta el destacamento de Guaranguillas en territorio ecuatoriano, y de ahí a Zumba; demorando su recorrido, un mes.

De esta primera expedición la gente vino bastante maltratada y algunos al morirse, pero resueltos a volver.  

El segundo viaje lo hacen en el año de 1957, se fueron 18, entre ellos don Emiliano Jiménez, el Mayor Salazar, un gringo y mis dos hermanos: Secundino y Efraín Delgado; en primera instancia se abrió el camino hasta Calderón, luego continuamos hasta llegar a Zumba.   Don Cristóbal nos decía que tenemos que hacer fronteras vivas, porque los peruanos nos pueden ganar; ellos ya en el año de 1800 habían estado entrando desde Ayabaca.  

A los doce días llegamos a La Esmeralda, y ahí se nos terminó los alimentos, unos regresaron a llevar y los demás continuamos trabajando.   A Zumba llegamos a los veintiocho días.   Al conocer esta hazaña, la gente de Zumba nos recibió muy bien.   El regreso lo hicimos por el camino Zumba – Valladolid – Yangana - Loja.

Todo el valle de San Andrés y Zumba, era selva virgen, la trocha rapidísimo se llenaba de monte y perdíamos el sendero.   Es por eso que 1959 más de noventa jimburenses formamos una cooperativa, para abrir el camino y tomar posesión de esos terrenos baldíos.    Cada dos meses hacíamos turnos para trabajar en la construcción del camino.   No nos desalentamos, lo logramos. 

Ya con el camino, en acémilas hacíamos ocho días.   En 1980 se inició la construcción de la carretera Jimbura Zumba, ahora hacemos solamente cuatro horas.  Hay bastante intercambio comercial.   Con el servicio de transporte que presta la cooperativa de rancheras “Ciudad de Zumba”, los días miércoles, sábado y domingo, ha mejorado notablemente nuestro pueblo.   El valor del pasaje es de seis dólares.

La construcción de la carretera, en primera instancia avanzó hasta el sitio Los Tululuches, luego a Calderón; en tanto que los de Zumba empataron en San Andrés.

Vida

Don Cristóbal, murió en 1968.   Juanito Sarango me contaba que a Cristóbal lo conoció en la hacienda de Tabloncillo, luego vivió en Cariamanga, y a los 18 años de edad entró al servicio Militar, y de ahí vino hasta aquí.   Fue un gran líder, un gran organizador; se casó con la señora Yolanda Torres en la ciudad de Amaluza y con ella tuvo 4 hijos: Montelicio, Líder, Robert y Alex, llegando posteriormente, Líder a ser Diputado por la provincia de Loja.



Tomado del libro de leyendas y tradiciones: HUELLAS, página 62, mayo 2006.

Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca



domingo, 20 de junio de 2021

LOS AMORES DE NAÚN BRIONES

 Leyendas y tradiciones andinas, Loja - Ecuador

Mi efusivo saludo en sus fiestas de cantonización, al pueblo de Catacocha, Patrimonio Cultural del Ecuador.

RELATO:


Imaginémoslo a Naún Briones paseando en el parque central de Catacocha.


Contaba mi mamá que cuando era pequeña, allá en Catacocha, en una casa en donde ahora se encuentra el Banco de Fomento, tenía una tienda la señora Leticia, cuyo apellido no recuerdo.   Vendía miel de abeja, aguardiente, colas y más productos.   Le gustaba fumar mucho.    La gente rumoraba que ella era amante de Naún Briones.   De niño, yo sí la conocí a la señora Leticia -dice don Manuel Díaz-.   Tenía la voz gruesa.   Era una anciana de pelo claro, piel blanca con arrugas, no muy alta ni tampoco gorda; fumaba chamicos bien gruesos envueltos en papel de despacho.   Nos vendía miel de abeja en vasitos.   Doña Leticia hasta sus años maduros, fajaba su buen revólver en la cintura, de repente hasta hacía disparos al aire.  Tenía la prosa de hombre.

Contaban que Naún, en las fiestas llegaba a Catacocha y se hospedaba en la casa de ella, y para salir a pasear, se disfrazaba de mujer y caminaban por el parque y otros lugares muy serenas, sin que nadie sospeche ni se percate de su presencia.   A pesar de que la policía lo buscaba, él se cruzaba coqueteándoles en sus propias barbas.   ¡Naún era bastante astuto!   Después que pasaba la fiesta, se iba a El Carmen, cerca de Cangonamá, en donde tenía otra enamorada.

 

"El pueblo me lo contó

y yo al pueblo se lo cuento

y pues la historia no invento

responda el pueblo y no yo"

                                     Cordobés Maure

  


Tomado del libro de leyendas y tradiciones: NAÚN BRIONES, leyenda y tradición, tomo 1, 3ra. edición, página 47 / enero 2015.

Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca.