domingo, 20 de diciembre de 2020

LA NAVIDAD EN LA PARROQUIA SAN LUCAS

 

Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador


 

San Lucas es una parroquia rural del cantón Loja, asiento importante de una fracción de la etnia de los
“Saraguros”, considerada como la “raza más pura de América”.

Hay pocas familias mestizas que viven en este lugar porque la mayoría ha emigrado.  

Muy orgullosos conservan su vestimenta, costumbres, tradiciones y cultura.   Se caracterizan por ser cordiales, amables y atentos.  

Taita Julio Guamán, en el 2013, con algunos meses de anticipación, me dijo: Quiero invitarte para que vengas a mi casa a pasar la Navidad, soy marcantaita del Niño de la iglesia.   La fiesta comienza el veintitrés, ven...

Efectivamente, el día veintitrés estuve en la Iglesia de la parroquia San Lucas, para presenciar el traslado del Niño Jesús a la casa del marcantaita.


Eran las diez de la mañana.   En el interior de la iglesia estaban presentes los marcantaitas de tres Niños: Julio Guamán y Antonia Gualán, del Niño de la Iglesia; Ángel Quizhpe y Carmen Lozano, del Niño del barrio Guaguirpamba; y Jaime Guamán y Carmen Guayllas, del Niño del barrio Socacocha.   Cada pareja luciendo sus mejores trajes: Taita Julio y esposa con un atuendo color fresa; taita Jaime, con atuendo color amarillo; y taita Ángel con un atuendo color azul, destacándose más un collar con monedas de plata blanca y adornos especiales.

Cada Niño Dios, acompañado de los: sarawish, osos, tigres, diablicos, ajas, paileros, y los wikis (ellos los denominan juguetes a estos personajes folclóricos), ponen la chispa del buen humor en toda la fiesta.   También les acompaña una banda de pueblo y “taita músico”, con violín y bombo para hacer danzar a los juguetes.

Dentro de la iglesia, el Padre Manuel Yanangómez, inicia el ceremonial religioso de traslado de los
Niños a la casa de los marcantaitas y explica el significado de la Navidad: “hermanos queridos, sean bienvenidos a esta gran fiesta de la Navidad, -dice- vamos a empezar realizando el rito de la “purificación”; no puede comenzar la Navidad sin la purificación de los pecados, para que Jesús entre en nuestros corazones”.

Por costumbre, ustedes ya realizaron el rito de purificación en sus casas con el baño que les hacen antes que amanezca los guiadores a los marcantaitas, roseándoles agua de congona y de rosas, ese es un baño de purificación, ¿verdad?   ¡Entonces, ya están purificados!   Ahora vamos a hacer el mismo rito a través del baño, pero en la iglesia.

Primeramente, pidamos a Jesús que bendiga el agua aromada con las hojas de congona y los pétalos de rosas que ustedes cultivan y que han traído al templo para realizar la purificación”

En una mesa frente al Altar Mayor está colocada una jarra de barro con chicha de jora, unos vasitos y una fuente grande de agua aromada; entonces el sacerdote inicia la ceremonia de purificación roseándoles agua con el pétalo de una rosa, la cabeza y luego las manos de los marcantaitas; igual lo hace con los guiadores; luego a Taita Ashuco, el más anciano de Guairapamba; a los wikis, sarawis, danzantes y todos los personajes de los juguetes.  

Posterior a ello bendice la chicha que es el símbolo de la fiesta.   Continúa diciendo: la chicha es reemplazada por el vino.   En el tiempo que vivió Jesús, en las bodas de Caná consumieron vino; pero como en San Lucas no hay viñeros, sino chacras de maíz, entonces el vino es reemplazado por la chicha de jora.   ¡La chicha simboliza fiesta!   Esta chicha, así como el vino son creados por Dios.

Mientras en el interior de la iglesia se desarrolla esta ceremonia, en el pretil la “banda de pueblo” está entonando música autóctona; y, los wikis con bailes ancestrales esperan la salida de los Niños para encaminarlos hasta el lugar denominado Pan de Azúcar, kilómetro y medio más allá del pueblo para despedirlos al de Socacocha y el de Guaguirpamba.   En tanto que el Niño de la iglesia regresa en algarabía con banda, juguetes y “taita músico” a la casa de Julio Guamán.

   


  Todo está listo para la velación de esta noche.   Antes de colocarlo al Niño en el nacimiento que arreglaron con anticipación, don Francisco Lozano con su investidura de síndico comienza a colocar al Niño Dios en la cabeza de los marcantaitas primero, luego a los guiadores, devotos, familiares, y la gente que desee.   Según manifiesta, está haciéndoles “gozar” a cada uno, mientras todos elevan peticiones y oraciones acompañados de un constante sonar de una campanilla.   Esta es nuestra fe y devoción, manifiestan los asistentes.

Terminado el “goce del Niño” invitan a almorzar a todos los presentes.

En la sala, alrededor de una mesa grande están sentados los priostes, guiadores y empleados de la Iglesia, en otro lado las esposas de ellos para servirse la comida preparada por la navidad.  

Desde la puerta de la cocina ingresa “taita servicio” con grandes platos de caldo de res lleno de presas, cada invitado recibe y lo desocupa en una vasija que lleva consigo para este propósito.

Nuevamente “taita servicio” regresa con bandejas más grandes llenas de arroz (uchumate) con queso y
pan acompañado de gaseosas y son entregados al marcantaita y éste a su vez reparte en platos pequeños a los familiares, a los compadres y a los invitados especiales.

Remata el almuerzo “taita servicio” con otro plato mediano, en este caso lleno de un preparado de col y una yuca cocinada entera.

-Dicen- el día 23 de diciembre se come carne y el día 24 se realiza la vigilia, brindando solamente sopa de fideo, frejol con guineo, mote y el pinzhi consistente en una bandeja grande de arroz con huevos cocinados, queso, pan y miel.

Don Manuel Andrade manifiesta: “esta es una tradición muy nuestra conservada como herencia de nuestros mayores, por lo que la respetamos mucho, nosotros.   Los platos del pinzhi que les brindamos no pueden ser desviados de destino, tienen que dárselo a la persona que le corresponde”.

Para que alcance la comida a todos los priostes y la gente que nos acompaña, un familiar de taita Julio Guamán dijo: “para esta fiesta, pelamos cuatro vacas y si falta se pelará otra.  Así es la costumbre”.

 

 

AGRADECIENTO:

Dejo testimonio de mi agradecimiento al periodista Julio Guamán Salto, nativo de la parroquia San Lucas, por invitarme a la fiesta de la Navidad en su pueblo el año 2013.

Esta vivencia y riqueza cultural muy nuestra, la comparto a ustedes a través del presente relato que ahora es parte del libro inédito de leyendas y tradiciones: CÁNTARO DE ETERNIDAD, Tomo 3.

 Gracias Julio.

Atentamente

Eduardo Pucha Sivisaca.

domingo, 13 de diciembre de 2020

EL HOMBRE QUE CONVIVE CON ATAÚD

Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador


En el
barrio Masanamaca, perteneciente a la parroquia Yangana en el cantón Loja, vive el hombre más viejo de ese sector, don Ramón Armijos Maldonado, longevo que nació el 18 de enero de 1903 y este 2003cumplió 100 años de edad.   Creció con sus abuelitos, y desde muy joven fue a trabajar en la costa y luego en las minas de Portovelo.

Es casado con la señora Isabel María Maldonado, y a sus años quiere aún mostrarse físicamente fuerte aunque sus fuerzas ya no le dan.   En sus labios todavía guarda esa chispa de juventud, bromea y recita coplas.

Se siente muy enamorado de su esposa (que poca es la diferencia de edad con él), razón por la que su corazón late aún por celos, y como para encontrar un escape a sus sentimientos, hace escuchar una de sus picarescas coplas como: “las mujeres son el diablo, primas hermanas del gato, hacen comer a los hombres, como hermanos en un plato” (ríe y dice: el plato no se acaba ni se quiebra; alcanza para todos).

Lo curioso es, que, hace algunos años don Ramón se enfermó, y el diagnóstico médico fue doloroso, teniendo que sus familiares resignarse a que en cualquier momento suceda lo inesperado.

Pasó más de 19 meses enfermo, hasta que finalmente tuvieron que operarlo.   Esta larga dolencia le obsesionó, rondándole la idea de que se va a morir, por lo que a los familiares les pidió que le mandaran a hacer un ataúd.  Aunque él insinuaba, nadie le escuchaba, todos se negaban.   A los amigos y vecinos que lo visitaban, pedía   que recen por él, quizá así se le adelante la muerte, además les rogaba que le manden a hacer el ataúd, situación que les conmovía, pero nadie quería comprometerse, hasta que un buen día la convenció a la señorita Rosa Cabrera.   Ella, muy comedida se trasladó al barrio Chalaco, y el carpintero Samuel, lo hizo.

Cuando don Ramón vio el ataúd, se sintió muy complacido, pero surge otra obsesión, que le pongan la caja junto a la cama de él. Los familiares cumplieron el pedido.   Don Ramón pensaba que sus días de existencia estaban contados, y al no suceder esto, exigía que lo metieran en la caja para morirse ahí.

Han pasado 13 años, don Ramón se ha convalecido, se encuentra bien de salud; pero su obsesión por la muerte continúa y el ataúd por el constante movimiento de un lado a otro se ha deteriorado, perdiendo su color original.

Su señora, anciana al igual que él, lo cuida y lo atiende en todo lo que necesita.  Ha vivido una vida entera, más de 70 años juntos, nostálgica, pero con mucha ternura –manifiesta- “así mi Ramón estuviera en canasta, tengo que estar con él hasta el fin”.

Viven en una casita humilde acompañados de su hija Inés.  Ella dice que recién lo quemó, al ataúd, porque no le parece adecuado verlo a su padre con la caja a lado.

 

Tomado del libro de leyendas y tradiciones: CÁNTARO DE ETERNIDAD, 2da. Edición, 2007, página 80.

Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca.

viernes, 4 de diciembre de 2020

MÚSICOS DE CHUQUIRIBAMBA SERÁN HOMENAJEADOS EL 8 DE DICIEMBRE

 




El sacrificio, la constancia y la dedicación al trabajo, tiene su recompensa. En esta ocasión les correspondió ser merecedores a este reconocimiento, a Luis Tene Valle, Luis Tene Aguinsaca y José Aníbal Pucha, distinguidos músicos de la parroquia Chuquiribamba.

Serán condecorados por el I. Municipio de Loja, en la sesión solemne del día 8 de diciembre cuando celebramos 472 años de la fundación de Loja.

Los que hemos nacido en Chuquiribamba, Patrimonio Cultural del Ecuador y semillero de músicos y artistas, nos sentimos orgullosos y honrados al conocer que el cabildo lojano hace este reconocimiento al talento musical de nuestros coterráneos.

¿Quiénes son ellos?, para conocimiento de nuestros lectores, damos a conocer ligeros datos biográficos de cada uno de los homenajeados:

 

PROF. LUIS TENE VALLE,


El maestro Luis Tene Valle nació en la parroquia de Chuquiribamba el 10 de agosto de 1935.   Es hijo de Rosauro Tene y Balbina Valle.   Curiosamente –dice- somos seis hermanos y todos músicos: Juan, Froilán y Polibio tocan el saxofón; Simón, el bajo y Segundo, el contrabajo.   Mi padre fue músico.   

Me inicié en este hermoso arte desde la edad de 14 años, tocando el tambor; luego aprendí el clarinete y terminé inclinándome por el saxofón.

Con el maestro José María Pucha aprendí a tocar el clarinete.   Recuerdo, él en ese entonces haya tenido unos 80 años de edad, vinieron desde la parroquia de Taquil unos 15 jóvenes para aprender a tocar y formar la banda de su pueblo, en ese grupo me incluí.   Pagábamos dos reales por lección.  

Luego me perfeccioné con el maestro Miguel Cuenca.   Él era integrante de la banda “Unión y Progreso” y, como la música no era un oficio que se ganaba para poder vivir, algunos de esos músicos eran albañiles y constantemente viajaban a realizar sus trabajos por el sector de Chaguarpamba, entonces yo pase unos cinco años con ellos, trabajando durante el día en la albañilería y en las horas de descanso repasando mi clarinete y saxofón.

Después de estas andanzas regresé a mi pueblo e ingresé a la “Banda Unión y Progreso” y, con el maestro Luis Cuenca Gutiérrez continué puliéndome en la ejecución del saxofón.

La banda “Unión y Progreso” posteriormente cambió su denominación a banda “Ecuador” y, desde que el maestro Luis Cuenca Gutiérrez dejó la dirección, le tome la posta.   Soy su director desde 1960 aproximadamente.

Ingresé al magisterio como profesor de música en 1977 en el núcleo educativo de Quilanga y permanecí en este lugar dos años, para luego retornar a mi pueblo encargado de todas las escuelas de la parroquia, incluidas la González Suárez e Isabel de Aragón.

Me jubilé en el año 2011, vivo en Chuquiribamba, y en la actualidad integro la “Banda popular” Jesús del Gran Poder de la ciudad de Loja.  Tengo 85 años de edad y me siento feliz tocando mi saxofón.

 

LUIS TENE AGUINSACA

Luis Tene Aguinsaca, músico y militar retirado, el primero de cuatro hermanos, nació en
Chuquiribamba, el 25 de agosto de 1947, sus padres son: don Segundo Rosauro Tene Valle y la señora Delia Fidelina Aguinsaca Sinche.

Me siento orgulloso ser de Chuquiribamba, dice.  Mi inclinación musical nace desde los 13 años edad. Por eso, desde niño me gustaba estar junto a las bandas de pueblo escuchando sus melodías.

Me parece que así nació el gusto musical para que enrumben mi aprendizaje en la ejecución de la batería, los maestros: Luis Cuenca Gutiérrez y mi tío Luis Tene Valle, esto más o menos en 1958.  Posteriormente fui integrante de la banda “Ecuador” en Chuquiribamba. 

Fui al cuartel e hice la conscripción en la zona militar de Loja y como conocían de mis habilidades de músico, sin mayores dificultades me integraron a la banda de la Zona y desde ahí me quedé en calidad de soldado.

Ya como músico y militar, pasé cinco años en el Quinto Guayas integrando la banda militar de esa brigada, ejecutando la batería, es aquí en donde por sugerencia del maestro Luis Izurieta, aprendí a tocar otro instrumento: el trombón de vara.

Del Quinto Guayas retorné a la Séptima Brigada de Infantería Loja, hasta que me llegó la disponibilidad en 1988, luego de 22 años de servicio.

Después de jubilado fui invitado por el comandante del Batallón 60 de Gualaquiza para que organice la banda militar de esa unidad, a la que acudí gustoso hasta que se cristalizó ese proyecto.

Regresé a Loja en 1992, e integré la banda Obreros de Loja, banda Santa Cecilia y finalmente en 1995 organicé la banda Jesús del Gran Poder, con doce compañeros militares retirados, de la cual soy su director.

Recuerda con nostalgia a algunos músicos de Chuquiribamba que integraban la Banda de la Zona Militar de Loja, en la década de los años setenta, como a: Reginaldo Tene, Juvenal Sinche, Manuel Valle, Polibio Sinche, Polibio Tene Valle, Froilán Tene, entre otros.

 

JOSÉ ANÍBAL PUCHA SIVISAPA


El maestro José Aníbal Pucha, nació en la parroquia Chuquiribamba, el 1 de septiembre de 1964.  Por razones de trabajo se radicó en Quito durante 5 años, retornan­do luego a Loja en donde actualmente es profesor del Colegio de Artes “Salvador Bustamante Celi”.

Estudios

Sus estudios primarios los realizó en la escuela “Antonio Jiménez de Monte” del barrio Pordel; los secundarios en el colegio “Adolfo Valarezo” de la ciudad de Loja.

En 1985, obtiene el título de Bachiller en música, especialidad: flauta traversa, en el Conservatorio “Salvador Bustamante Celi”, y en 1990, egresa de la Escuela Superior de Música de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Loja, en la especialidad de Pe­dagogía Musical y en el 2013, la Facultad de Artes de la Universidad de Cuenca le otorga el título de Mgs. en la especialidad de Pedagogía e Investigación Musical.

Los maestros que influyeron en su formación como flautista son: José Amadeo Morocho y Carlos Ortega Salinas en Loja; en Quito las maes­tras norteamericanas: Sheryl Cohén y Angeleita Floyd, y el maestro Suizo, Félix Renggli.

Durante su permanencia en Quito estudió dirección de Orquesta y Coro, con el maestro cubano José Ángel Pérez y el ruso Andrei Vasi Levsky.

A asistido a algunos cursos de perfeccionamiento en la especialidad, realizados en diferentes ciudades del país y el extranjero.

El instrumento de su especialidad es la flauta traversa, y los instrumentos secundarios, la guitarra y el piano.

Su vocación musical nace desde su infancia, luego es orientada por su hermano Alberto, quien le encamina con más firmeza en este hermoso mundo de la música. Actualmente se destaca como músico, arreglista, compositor y director.

Cargos

En su trayectoria profesional se ha desempeñado como profesor del Conservatorio Nacional de Música “Salvador Bustamante Celi” en Loja, profesor del Conservatorio Nacional de Quito, profesor de escuela del Ejército “Abdón Calderón” de Quito, catedrático de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Loja, director encargado de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio “Salvador Bustamante Celi”, director de la orquesta del Conservatorio Nacional Quito, director Encargado de la Banda Sinfónica del Distrito Metropolitano de Quito, director de la Orquesta Sinfónica del Municipio de Loja, director del Coro de Cámara de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Loja, coordinador de la carrera de Educación de la UNL desde el 2011 al 2015, rector encargado del Colegio de Artes “Salvador Bustamante Celi” y actualmente su vicerrector.

Composiciones musicales

De entre las composiciones musicales de su autoría sobresalen baladas "Eternamente mujer" y "Pero odio la violencia", la primera obtuvo el tercer premio en 1991, y la segunda fue finalista 1987, en los festivales de Música Lojana organizada por el CEDIC (Centro de Difusión Cultural de la Asociación de Lojanos residentes en Quito): "Señora del Cisne" (vals-pasacalle) ganadora del primer premio en el concurso de música organizado por la Diócesis de Loja en 1987: el vals "Violeta Trigo". "Sal de inmediato a buscarme", “Zamora Linda” (Albazo), ganadora del cuarto premio en el Concurso de música inédita organizada por el I. Municipio de Zamora en el 2003, “Diamantes para la Reina”, ganadora del segundo premio en el Primer Festival de la canción inédita Mariana, 2005, “A Masanamaca” (pasacalle) y algunas canciones infantiles, himnos y otras.

Giras artísticas y participaciones

Como integrante de las Orquestas Sinfónicas en donde ha trabajado, ha recorrido todas las provincias del Ecuador, y como Director del coro de la Facultad de Artes, participó en el IV Festival Internacional de coros realizado en Piura (Perú) en 1999.

Ha participado integrando la coral de flautas, en los festivales inter­nacionales "Mitad del Mundo" y en Loja como solista en la flauta junto al guitarrista cubano-norteamericano, José Manuel Lescano.

 

Tomado del libro: Chuquiribamba, semillero de músicos y artistas, 2009, págs. 62 y 69

Libro investigado y actualizado.  Autor: Eduardo Pucha Sivisaca

miércoles, 25 de noviembre de 2020

26 DE NOVIEMBRE DE 1902, NACIÓ NAÚN BRIONES

 



Hace 118 años, en el barrio Yanzara de la parroquia Cangonamá perteneciente al cantón Paltas en la provincia de Loja, nació el célebre y polémico
bandolero social lojano: Naún Briones, personaje muy comparable con Robín Hood de Inglaterra, Pancho Villa de México, Froilán Alama y Luis Pardo del Perú, Juan Bautista Bairotelo de Argentina, Joaquín Murrieta de Chile y otros.

En el libro de Bautismos correspondiente al año 1903, del convento parroquial de Cangonamá, en el tomo 5, página 32, acta 84 consta la Fe de Bautismo del legendario personaje, cuyo texto escrito a mano, dice lo siguiente:

 

FE DE BAUTISMO DE NAÚN BRIONES

 


En la iglesia parroquial de San Lucas de Cangonamá, correspondiente al obispado de Loja, a los diez y nueve días del mes de febrero del año del Señor de mil novecientos tres, Yo Manuel E. Ortega, Cura interino de la misma bauticé a un niño que nació el 26 de noviembre de mil novecientos dos, hijo natural de Etelvina Briones, de esta parroquia, siendo sus abuelos maternos Daniel Briones y Betzabé Salcedo, naturales de la misma y al que puse por nombre Nahún; siendo sus abuelos paternos y el padre los que constan en el libro oculto de Bautismos.   Fue su madrina Griselda Hidalgo natural de esta misma, siendo testigo Manuel Robles y para que conste lo firmo.”

 

                                                           Manuel E. Ortega.

 

Como en el  documento anterior dice que Naún Briones es hijo natural y que los nombres de sus abuelos paternos y el padre constan en el libro oculto de bautismos, en la página Web del Gobierno Descentralizado del Cantón Paltas (http://paltas.gob.ec), encontramos este dato, que dice:

 

“PARTIDA DE BAUTISMO DE NAHUM BRIONES

Libro secreto en que se asientan las partidas de bautismos ocultos y de hijos naturales.

 

Cangonamá Octubre 1º de 1891

José Eliseo Arias.

Pág. 37 Nº 183

El diez y nueve de Febrero de 1903 bauticé solemnemente a Nahum hijo natural de Horacio Bustos siendo sus abuelos paternos Miguel Bustos y Dolores Loaiza. Coetera ut supra.

Lib. B. pág. 32 Nº 84 de que certifico.

Manuel E. Ortega.

Al margen:

Nº 183      Nahum – Hij. Nat.”

  

Naún Briones, singular personaje en la provincia de Loja, fue visibilizado por primera vez, en 1978, por el reconocido escritor ecuatoriano Eliecer Cárdenas Espinosa, en su célebre novela “Polvo y Ceniza”.

Asegura Cárdenas que: "Briones es una suerte de leyenda que perdura hasta las actuales generaciones". 

 

Eduardo Pucha Sivisaca.

Loja, 25 de noviembre de 2020

 

martes, 17 de noviembre de 2020

1933, ÚLTIMA VISITA DE LA VIRGEN DEL CISNE A CHUQUIRIBAMBA

Leyendas y tradiciones andinas

Loja - Ecuador


A la Virgencita del Cisne, como cariñosamente se la llama, se la venera en la parroquia de su mismo nombre, desde el 12 de octubre 1594.

Dicen que, desde esos años, dada la cercanía de un pueblo a otro, por edicto eclesiástico era trasladada en procesión por sus devotos desde El Cisne hasta la parroquia de Chuquiribamba cada 20 de noviembre y retornaba el día primero de diciembre.

Durante su permanencia en este pueblo era motivo de una gran fiesta religiosa y comercial, a donde acudían gente de Chaguarpamba, Zaruma, Portovelo, Ambocas, Salatí y otros lugares.   Esta era una tradición que difícilmente se la podía desarraigar.

Curiosamente el 20 de noviembre de 1933, los pobladores de El Cisne. por chismes y un mal entendido, se niegan a entregarla a la Virgen para que los devotos de Chuquiribamba la lleven a su parroquia, argumentando que alguien les había dicho que quieren quedarse con Ella y no retornarla a El Cisne. 


El nonagenario, don Alfonso Pucha de la parroquia Chuquiribamba, confirma diciendo que su papá le contó, que en ese año (1933) se habían ido a traerla a la Virgencita desde El Cisne, bastantes devotos, entre ellos: Abelino Reinoso, Mariano Remache, Venancio Loarte, Marcos Remache, Juan de la Cruz Tene, Diego Remache, Rubén Cuenca, Reinaldo Cuenca y decenas más, acompañados de las bandas de músicos, coheteros y chagrilleros.   

Cuando don Abelino Reinoso emprendía el camino a Chuquiribamba cargando la urnita de la Virgen, menos pensado algunos pobladores de El Cisne le cayeron a golpes y forcejeando un rato le quitaron.   ¡Ahí se armó el alboroto!, porque toda esa gente había estado preparada con palos, machetes y hasta con escopetas.

En ese tiempo estaba el padre Ricardo Fernández como párroco de El Cisne, entonces, él advirtiendo la magnitud del problema y tratando de evitar enfrentamientos inútiles, les dijo: para que no se vayan resentidos, ustedes adelántense y me esperan en Sambopamba (lugar que está en la bajada de Piñín, cerca al río) y allí personalmente les voy a entregar la urna con la Virgen.   

Los chuquiribambas un poco incrédulos, así lo hicieron, se adelantaron, unos confiando en el ofrecimiento del padre y otros no.   Desde Sambopamba todos miraban inquietos a la distancia y el sacerdote no asomaba por ningún lado.

Más o menos a la una de la tarde, lo vieron avanzar a paso agigantado al curita que se acercaba con la urna de la Virgen, en el sector de Potochura.

Efectivamente, cumplió el ofrecimiento; pero esa fue la última vez (1933) que la Virgencita hizo su romería a Chuquiribamba.

Al siguiente año, en vista de que los cisneños ya no la querían entregar a la Virgen para que solemnice las fiestas del Treinta de noviembre, encabezados por el Dr. Florentino Muñoz, párroco de Chuquiribamba en ese entonces y los priostes, mandaron a pintar un cuadro bien grande de la Virgen del Cisne en la ciudad de Quito donde el pintor Víctor Mideros, hermano de Fray Enrique Mideros, autor de innumerables cuadros e imágenes religiosas pintadas en todo el interior de la iglesia de Santo Domingo de la ciudad de Loja, en esa época.  

Fueron en esta comisión don Nicolás Guaya y Segundo Cuenca; luego de algunos meses les comunicaron que la obra estaba terminada y que el pintor cobraba solamente por los materiales.   Una vez que el cuadro estuvo en nuestra parroquia, la bendición del mismo la realizaron el 10 de agosto de 1935.

 ¿Cuadro o puerta, decían los cisneños?

 En 1935, con el cuadro de la Virgen, los devotos comenzaron a realizar la romería ya no desde la parroquia de El Cisne, sino desde el barrio Tesalia hasta Chuquiribamba, en las mismas fechas acostumbradas. 

Dicen que amarraban con unas betas en dos largos palos y cargaban el cuadro entre cuatro personas.  

Con globos y bulla de cohetes, por la empinada cuesta, salían en procesión desde la pequeña capilla de Tesalia, en medio de cánticos y rezos, por la Chorrera, para luego coronar la cima de Santo Domingo y tomar la travesía a Chuquiribamba acompañada de las bandas de músicos y danzantes.

Como la población de El Cisne está frente a frente con el barrio Tesalia, ellos se sorprendieron ese año, al observar la misma bulla y algarabía de los chuquiribambas llevando a la Virgen para solemnizar la “Fiesta del 30 de noviembre”.   Dicen: así como no faltó un judas en la muerte de Cristo; no faltó un cisneño en esta romería, que luego de haber participado, les contó a sus paisanos los que vio.

Desde ahí comenzaron a ridiculizar a los chuquiribambas, diciéndoles que en vez de cargar a “Mamita Virgen”, cargan una puerta en las procesiones.

En tanto, cuentan los “mayores”, que todos los cisneños que se burlaban de esa manera y aquellos que se opusieron para que la Virgen haga la romería a Chuquiribamba, tuvieron un final funesto.

¡Así terminaron!

Hacen una réplica de la Virgen

Dada la incomodidad para transportar el cuadro, y la burla de que eran objeto los pobladores de Chuquiribamba por los de El Cisne, dice don Venancio Loarte, que una señora que vivía en Turopamba perteneciente al barrio Saracapa, llamada Petrona Michay, entregó al síndico de ese entonces la cantidad de 4.000 sucres para que manden a esculpir la imagen de la Virgen del Cisne.

Esa es la que ahora solemniza las fiestas de noviembre y hace las romerías a todos los barrios de la parroquia.

También trabajamos en la basílica, dicen

No resignados aún, dicen algunos viejecitos de Chuquiribamba, nosotros también tenemos derecho a llevarla a la Virgencita a nuestro pueblo, aunque sea por un día.    Nosotros, también contribuimos con donaciones y trabajo en la construcción de la actual basílica.

Don Mariano Remache afirmaba que él trabajó en la basílica y que la gente, por devoción y su propia voluntad iba allá.   Las zanjas que cavaron para las bases, eran de unos cuarenta metros de profundidad, allí los devotos de los diferentes lugares, trabajábamos como hormigas.   Recuerda que la piedra, la arena y el ripio lo acarrearon en burritos, en yuntas y al hombro desde el río Saracuña.    La construcción de la basílica demoró muchísimos  años.  

Eduardo Pucha Sivisaca

Loja, noviembre de 2020

 

jueves, 29 de octubre de 2020

EL ENTIERRO DEL TÍO ÁNGEL, EN CHUQUIRIBAMBA

EL ENTIERRO DEL TÍO ÁNGEL, EN CHUQUIRIBAMBA

A los 14 años de su partida

Leyendas y tradiciones andinas

para recordar el día de los difuntos

 Loja – Ecuador

 


Mi abuelito decía “hay que buscar las betas y los largueros para amarrar bien la caja y madrugar a enterrar al muerto, porque más tarde nos coge el sol.   Precisamente por eso debió haber sido que, a las primeras horas de la mañana, todos los músicos de la banda “Ecuador” dirigida por Lucho Tene, ya venían allá en la entrada del Camino Real, cada quien con su instrumento: José Valle con el bombo; Rigoberto Valle, con el redoblante; Ignacio Aguinsaca con el saxofón; José Pío, con el clarinete, Simón Tene, con el Barítono, Deyvis Gutiérrez con la trompeta, y Enrique Curipoma con los platillos.

El tío murió el viernes en la madrugada, hoy domingo lo van a enterrar.   Por eso desde las siete de la mañana los dolientes ya comenzaron a repartir unos platos grandes de caldo de res con mote y uno de bistec con yucas a toda la gente que amaneció en el velorio.   A los músicos en una mesa aparte les brindan canelazos y comida.   Luis Pauta (alias Alambre) les dice: “coman bien, para que avancen a soplar toda la mañana, porque el camino es largo”.   Efectivamente para llevarlo al cementerio hay que caminar algunos kilómetros.   

Desde la esquina de la casa que está muy cerca al cerro Santa Bárbara, por el llano grande y el pajonal se ve llegar poco a poco a la gente que quiere despedir al tío Ángel.   La casa resultó pequeña dice mi hermano.   Llega muchísima gente desde diferentes lugares.   Tres buses llenos desde Yanzatza, uno desde El Pangui y otro desde Cuenca.   Para llegar a la casa del finado, desde Chuquiribamba, los carros tienen que seguir el camino viejo que conduce a Santiago, hasta Tierra Blanca y de ahí caminar unos quince minutos.   Vemos furgonetas, carros pequeños y camionetas que estos días por primera y única vez tienen que estacionarse en los llanos que quedan a la orilla del camino.   

Dos noches se lo veló en la casa de Quilloturo.   Así es la costumbre aquí, dijo la tía Carmen Medina.   Taita Tomás Sivisapa contaba que anteriormente a los finados los velaban tres y hasta cuatro noches.   Claro, es que solo aquí se puede hacer esto.   El vivir muy cerca al cerro nos favorece.  

La casa es una de las más alejadas del pueblo y el finado había dicho, “si la familia, y los amigos me quieren... aquí me han de velar y de aquí me han de llevar al cementerio”.   Es por eso que los hijos cumpliendo su último deseo, arreglaron los funerales en este lugar que, aunque alejado del pueblo, resultó bastante concurrido.   Continuamente llega gente portando ramos y coronas de flores, para darle el último adiós.

En las dos noches, doña Rosaura Medina y unas hermanitas franciscanas, hicieron rezar el rosario y de momento en momento, los acompañantes cantaban el “Salve, Salve Gran Señora”, “Sangre preciosa”, y otras canciones religiosas; en tanto, los que no daban en el salón, se congregaban en el patio para encender fogatas de leña y abrigarse del penetrante frío.  Otros en cambio, en el cuarto adyacente, apretujados como coyotes, tratan de conciliar el sueño por la mala noche anterior; ahí estaban el Dr. Lucho Cuenca, los hermanos Alberto y Aníbal Pucha, los hermanos Víctor, Gonzalo y Digna Sivisapa, la Hna Rosa Alegría Sivisapa con la Hna. Lucía, entre otros.

A un lado de la casa, la familia improvisó un fogón grande para preparar el “caldo” de la vaca, que Baudilio y Dositeo Pauta la pelaron en la mañana del viernes, para dar de comer a la gente que llega al acompañamiento.  Sobre las hornillas de las cocinas, hierven las ollas de caldo, arroz, mote y yucas, y la María Aguinsaca con doña Rosa Medina están a la expectativa del que llega para brindar “el caldo”, en el corredor de la casa, en el patio o cerca del capulí.   

Seguimos manteniendo la costumbre, dijo su hijo, Gonzalo Sivisapa.   “En el entierro de un mayor, no debe faltar la comida, el trago y la banda de músicos para el traslado.   Mi papacito como ya sintió que la muerte estaba cerca; dejó ordenando que para su entierro pelen la vaca pintada y el chulla de la yunta”.   Si, precisamente por eso nadie se queda sin comer y sin tomarse un canelazo.

Son las diez de la mañana, y comienzan a sacar el ataúd desde la sala de velación.   En una esquina del patio ya están los músicos, tocando las piezas que más le gustaban al finado; en tanto que los familiares no se resignan a dejarlo partir.   Lamento y lágrimas se ve en todos, unos se enjugan las lágrimas y otros lanzan pétalos de rosas al ataúd.

Con un penetrante sol, siguiendo el Llano Grande, por una larga travesía, con la Banda de músicos adelante, se pierde la multitud llevando en hombros el ataúd del tío Ángel y tras él muchos niños con velas encendidas, ramos de flores y coronas.

A las once y media del día llegamos hasta el pueblo, en gran procesión pasan por la plaza central y se dirigen por última vez a la casa que la ocupaba para llegar los domingos a cambiarse el sombrerito.   En este momento comienza el primer doble de las campanas, la pequeña suena: tin, tin, tin, tin, tin, tin, tin, tin, tin, tin y remata la grande: tan, tan, tan…  

A las doce del día, en la iglesia parroquial celebran la misa de cuerpo presente; luego en gran multitud, en hombros de sus hijos y sobrinos sale el féretro acompañado de la banda, el cura y el sacristán adelante portando una cruz grande.    Recorren algunas cuadras y llegan al Cementerio General en donde el panteonero está listo con el vailejo, pedazos de ladrillo y la mezcla de cemento con arena para colocar la tapa de la bóveda en donde se quedará para siempre.

Mientras tanto, las notas melancólicas de la “banda de músicos”, se difumina a la distancia, le despide con sentidos yaravíes y la tonada “Vasija de barro”, combinando con el dolor y el llanto de los deudos.

Cae el sol y la gente con un dejo de tristeza y pena, en pequeños grupos se aleja del cementerio, como que en sus adentros fueran diciendo “hasta luego Tío Ángel, pronto estaremos juntos”.

 

COMENTARIO AL RELATO, REALIZADO POR EL ESCRITOR, NOVELISTA Y LITERATO PERUANO, JUAN FELIX CORTÉS ESPINOSA, DESDE LA CIUDAD DE TRUJILLO.

(…)

“El entierro es deslumbrante, diría, es parte de la cultura popular, los asistentes durante el velorio participan de una gran comilona y en estas circunstancias una vaca pintada es sacrificada y en el ambiente rural todos se conocen y todos participan de una idiosincrasia auténtica, es una realidad social que ha nacido desde las raíces profundas de los pueblos milenarios.

Las costumbres y las tradiciones en nuestros pueblos se han consolidado de generación en generación, el entierro del tío Ángel es multitudinario, visita lugares del pueblo donde nació y transitó y en este acontecimiento no podían faltar los sonidos de las campanas y la pequeña iglesia como símbolo de la eternidad que acompañará al tío Ángel”.

 

 

Tomado del libro de leyendas y tradiciones: Cántaro de eternidad Tomo 2, página 33 / abril 2013.

Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca.


domingo, 27 de septiembre de 2020

EL SEÑOR DE LA BUENA MUERTE DE YANGANA

 


Leyendas y tradiciones andinas

 


Yangana es una parroquia que se encuentra ubicada en la parte oriental del cantón Loja.   En tiempos de la colonia se constituyó en la puerta de entrada de los españoles para fundar las ciudades de Valladolid, Loyola, Logroño, Santiago de las Montañas y otras en el Oriente.

Este pequeño pueblo, en la actualidad paso obligado a Valladolid, Palanda y Zumba, es muy conocido por sus tradicionales romerías en honor al Señor de la Buena Muerte, a donde acude mucha gente de las provincias de Pichincha, Guayas, Azuay, Zamora Chinchipe, El Oro, Loja y el norte peruano.   También muy conocida por la novela “El Éxodo de Yangana”, escrita por el prominente lojano Ángel Felicísimo Rojas entre los años 1938 y 1940 y publicada en Buenos Aires en 1949.

Yangana es poseedora de muchas bellezas naturales y ruinas arqueológicas; así como de hermosas reliquias artísticas guardadas celosamente en su iglesia, que a no dudarlo, se constituye en la atracción de turistas nacionales y extranjeros.

Geovanny Samaniego, Teniente Político de Yangana, refiriéndose a su pueblo nos dice: fue elevada a la categoría de parroquia civil, el 21 de septiembre de 1911.  Su fundación se pierde en la historia; pero, de acuerdo a la tradición dicen que en la antigüedad existía una tribu llamada Yanganates, los mismos que se ubicaron en los cerros de Nanaro, Pangayaguana y el Chiriguana.  Posiblemente de ahí viene el nombre de Yangana.  Se dice también que los Chiriguanas eran aborígenes bravos y aguerridos defensores de su territorio.

Así mismo manifiesta, que en la iglesia existen hermosas esculturas y reliquias artísticas que datan de siglos pasados, de entre ellos por ejemplo: las imágenes de Santa Marianita de Jesús, La Dolorosa, La Virgen del Cisne, San José y San Pedro. El trono de la Virgen La Dolorosa y lo más importante es la imagen del Señor de la Buena Muerte, que se encuentra colocado en el altar mayor de la iglesia matriz.  Aseguran, que fue traída desde España por los conquistadores, no se sabe cuándo, pero esta es nuestra mejor reliquia –dicen-.


También existe el retablo que fue construido hace unos trescientos años; es de pura madera, ahora se encuentra un poco destruido por cuanto lo acoplaron en la iglesia actual sacándolo de la antigua. Se sabe que una parte de este retablo la llevaron a colocarla en el altar mayor de la capilla del barrio Suro.


Conservan también el primer trono del Señor de la Buena Muerte, y muy reconocidos cuentan que ha sido donado hace más de cien años por los devotos de San Pedro de Vilcabamba. Este trono es de pura madera de cedro.

Desde los tiempos de la colonia ya se realizaban las romerías en honor al SEÑOR DE LA BUENA MUERTE.

Según sus pobladores es muy milagroso, por eso es que en las romerías que realizan el primer domingo del mes de octubre de cada año, vienen gente de todo el país.  Esta romería luego de la Virgen del Cisne, está considerada como la segunda.

Don Bartolomé Bermeo dice que el Pbro. Fernando de la Vega, dueño de algunas haciendas ubicadas en Malacatos y Vilcabamba, obsequió este hermoso Crucifijo para las comunidades de Yangana; pero los españoles que se encargaron de transportarlo desde Quito, en ese tiempo a pie, malintencionadamente se lo estaban llevando a Valladolid.   Pasaron Yangana, y conforme iban avanzando, inesperadamente una pertinaz lluvia les azotaba, y cuando estuvieron en la Quebrada de las Pavas el día se obscureció y poco a poco la imagen iba haciéndose más pesada hasta que se convirtió en una pieza de plomo que no la pudieron mover.  Al no poder llevarla por más que insistieron, la tuvieron que dejarla cerca del Tambo de Ramuspamba.   

Al enterarse los indígenas que a la imagen la habían dejado en El Tambo de Ramuspamba, acudieron inmediatamente al lugar y ellos sin mayores dificultades cargaron el Crucifijo y lo trajeron a Yangana.  Ahora lo tenemos aquí – dicen -  Está con nosotros y estará por siempre. ¿Cuándo sucedió esto?  ¡Hace mucho tiempo!

Loja, 27 de septiembre de 2020