martes, 17 de noviembre de 2020

1933, ÚLTIMA VISITA DE LA VIRGEN DEL CISNE A CHUQUIRIBAMBA

Leyendas y tradiciones andinas

Loja - Ecuador


A la Virgencita del Cisne, como cariñosamente se la llama, se la venera en la parroquia de su mismo nombre, desde el 12 de octubre 1594.

Dicen que, desde esos años, dada la cercanía de un pueblo a otro, por edicto eclesiástico era trasladada en procesión por sus devotos desde El Cisne hasta la parroquia de Chuquiribamba cada 20 de noviembre y retornaba el día primero de diciembre.

Durante su permanencia en este pueblo era motivo de una gran fiesta religiosa y comercial, a donde acudían gente de Chaguarpamba, Zaruma, Portovelo, Ambocas, Salatí y otros lugares.   Esta era una tradición que difícilmente se la podía desarraigar.

Curiosamente el 20 de noviembre de 1933, los pobladores de El Cisne. por chismes y un mal entendido, se niegan a entregarla a la Virgen para que los devotos de Chuquiribamba la lleven a su parroquia, argumentando que alguien les había dicho que quieren quedarse con Ella y no retornarla a El Cisne. 


El nonagenario, don Alfonso Pucha de la parroquia Chuquiribamba, confirma diciendo que su papá le contó, que en ese año (1933) se habían ido a traerla a la Virgencita desde El Cisne, bastantes devotos, entre ellos: Abelino Reinoso, Mariano Remache, Venancio Loarte, Marcos Remache, Juan de la Cruz Tene, Diego Remache, Rubén Cuenca, Reinaldo Cuenca y decenas más, acompañados de las bandas de músicos, coheteros y chagrilleros.   

Cuando don Abelino Reinoso emprendía el camino a Chuquiribamba cargando la urnita de la Virgen, menos pensado algunos pobladores de El Cisne le cayeron a golpes y forcejeando un rato le quitaron.   ¡Ahí se armó el alboroto!, porque toda esa gente había estado preparada con palos, machetes y hasta con escopetas.

En ese tiempo estaba el padre Ricardo Fernández como párroco de El Cisne, entonces, él advirtiendo la magnitud del problema y tratando de evitar enfrentamientos inútiles, les dijo: para que no se vayan resentidos, ustedes adelántense y me esperan en Sambopamba (lugar que está en la bajada de Piñín, cerca al río) y allí personalmente les voy a entregar la urna con la Virgen.   

Los chuquiribambas un poco incrédulos, así lo hicieron, se adelantaron, unos confiando en el ofrecimiento del padre y otros no.   Desde Sambopamba todos miraban inquietos a la distancia y el sacerdote no asomaba por ningún lado.

Más o menos a la una de la tarde, lo vieron avanzar a paso agigantado al curita que se acercaba con la urna de la Virgen, en el sector de Potochura.

Efectivamente, cumplió el ofrecimiento; pero esa fue la última vez (1933) que la Virgencita hizo su romería a Chuquiribamba.

Al siguiente año, en vista de que los cisneños ya no la querían entregar a la Virgen para que solemnice las fiestas del Treinta de noviembre, encabezados por el Dr. Florentino Muñoz, párroco de Chuquiribamba en ese entonces y los priostes, mandaron a pintar un cuadro bien grande de la Virgen del Cisne en la ciudad de Quito donde el pintor Víctor Mideros, hermano de Fray Enrique Mideros, autor de innumerables cuadros e imágenes religiosas pintadas en todo el interior de la iglesia de Santo Domingo de la ciudad de Loja, en esa época.  

Fueron en esta comisión don Nicolás Guaya y Segundo Cuenca; luego de algunos meses les comunicaron que la obra estaba terminada y que el pintor cobraba solamente por los materiales.   Una vez que el cuadro estuvo en nuestra parroquia, la bendición del mismo la realizaron el 10 de agosto de 1935.

 ¿Cuadro o puerta, decían los cisneños?

 En 1935, con el cuadro de la Virgen, los devotos comenzaron a realizar la romería ya no desde la parroquia de El Cisne, sino desde el barrio Tesalia hasta Chuquiribamba, en las mismas fechas acostumbradas. 

Dicen que amarraban con unas betas en dos largos palos y cargaban el cuadro entre cuatro personas.  

Con globos y bulla de cohetes, por la empinada cuesta, salían en procesión desde la pequeña capilla de Tesalia, en medio de cánticos y rezos, por la Chorrera, para luego coronar la cima de Santo Domingo y tomar la travesía a Chuquiribamba acompañada de las bandas de músicos y danzantes.

Como la población de El Cisne está frente a frente con el barrio Tesalia, ellos se sorprendieron ese año, al observar la misma bulla y algarabía de los chuquiribambas llevando a la Virgen para solemnizar la “Fiesta del 30 de noviembre”.   Dicen: así como no faltó un judas en la muerte de Cristo; no faltó un cisneño en esta romería, que luego de haber participado, les contó a sus paisanos los que vio.

Desde ahí comenzaron a ridiculizar a los chuquiribambas, diciéndoles que en vez de cargar a “Mamita Virgen”, cargan una puerta en las procesiones.

En tanto, cuentan los “mayores”, que todos los cisneños que se burlaban de esa manera y aquellos que se opusieron para que la Virgen haga la romería a Chuquiribamba, tuvieron un final funesto.

¡Así terminaron!

Hacen una réplica de la Virgen

Dada la incomodidad para transportar el cuadro, y la burla de que eran objeto los pobladores de Chuquiribamba por los de El Cisne, dice don Venancio Loarte, que una señora que vivía en Turopamba perteneciente al barrio Saracapa, llamada Petrona Michay, entregó al síndico de ese entonces la cantidad de 4.000 sucres para que manden a esculpir la imagen de la Virgen del Cisne.

Esa es la que ahora solemniza las fiestas de noviembre y hace las romerías a todos los barrios de la parroquia.

También trabajamos en la basílica, dicen

No resignados aún, dicen algunos viejecitos de Chuquiribamba, nosotros también tenemos derecho a llevarla a la Virgencita a nuestro pueblo, aunque sea por un día.    Nosotros, también contribuimos con donaciones y trabajo en la construcción de la actual basílica.

Don Mariano Remache afirmaba que él trabajó en la basílica y que la gente, por devoción y su propia voluntad iba allá.   Las zanjas que cavaron para las bases, eran de unos cuarenta metros de profundidad, allí los devotos de los diferentes lugares, trabajábamos como hormigas.   Recuerda que la piedra, la arena y el ripio lo acarrearon en burritos, en yuntas y al hombro desde el río Saracuña.    La construcción de la basílica demoró muchísimos  años.  

Eduardo Pucha Sivisaca

Loja, noviembre de 2020

 

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