domingo, 26 de julio de 2020

Naún Briones: comentario Carlos Santiago Quizhpe


Comentario: Carlos Santiago Quizhpe Silva

Si se pierde la memoria de los pueblos, el país habrá perdido su identidad.
¿Qué sería de un pueblo sin los duendes, los pactos con satanás, las historias de amor que terminan en la horca? No sería lo mismo el café de chuspa por las tardes con tortillas de gualo sin el rumor de los abuelos, de los vecinos, que a Artemio Loaiza se le apareció el diablo por mujeriego y que ahora se lo ve todos los días en misa de cinco de la mañana. Sería aburrida nuestra vida sino coexistimos con los fantasmas que nos visitan por las noches, que nos halan los pies o que descubren su rostro cadavérico detrás de un velo.
Nuestras abuelas no rezarían el rosario por las tardes para alejar a los gagones, a las almas en pena que no quieren dejar la vida terrenal. De repente en el almuerzo sale a flote que un bandolero sin dios ni ley está robando a los ricos para darle a los más desposeídos, pero que nadie lo conoce. Se especula que es de estatura mediana, otros que es un gringo, de apellido rimbombante, que se esconde en una caverna, que es de Catacocha, pero por su valentía se presume que sea de la Costa, porque hay que tener agallas para ser un delincuente honrado.
La vieja Lucrecia dice que es alto, mujeriego y ya tiene como cincuenta hijos en diferentes mujeres, por eso echa la bendición a sus hijas y ya muy temprano cierra las puertas de su casa, no vaya a ser que ese bandolero del que todos hablan las perjudique, aunque una de ellas desea con el alma ser desposada por él.
¿Qué cómo se llama ese bandolero?, ¿de dónde vino y adónde va? Naún repite el populacho, es chazo de Cangonamá, es peruano especulan los de Macará y Zapotillo; es un ladrón gritan otros, es un héroe musitan con un suspiro las solteronas, rezándole a San Antonio de cabeza para que les haga el milagrito y hoy quizás ese furtivo ladrón pase por su casa y se quede a dormir con alguna de ellas.
Esta recreación de hechos reales con imaginarios se denomina leyenda y nació con la necesidad del hombre de buscar respuestas a los fenómenos naturales, a su soledad en el vasto universo, a la urgencia de sentirse protegidos por seres sobrenaturales, poderosos, invencibles.
De carácter folclórico, las leyendas cumplen un rol fundamental en la sociedad, pues a través de ellas se puede conocer las costumbres y tradiciones de un pueblo, de ahí que las leyendas trataron de explicar cosas que sucedieron en el pasado y que sirven para entender mejor nuestro presente.
Pero el devenir de los años y el boom de la tecnología han puesto en peligro de extinción no solo a las leyendas, sino a los diversos géneros literarios, pues cada vez la sociedad timorata prefiere estar sumida horas enteras en un dispositivo electrónico que leer un buen libro.
De ahí que juegan un papel preponderante aquellos nómadas culturales, esos investigadores e historiadores que recorren los pueblos con una grabadora y una cámara en mano, muchas veces de rollo, para hurgar la memoria colectiva de los pueblos, sus tradiciones, sus costumbres, para perpetuar la idiosincrasia de una nación, tan rica culturalmente hablando, como la nuestra.
Por lo antes expuesto es encomiable la labor del catedrático Eduardo Pucha, un infatigable investigador, un coleccionista de relatos propios del corazón de nuestro cantón y provincia, que hoy nos presenta su obra cumbre: Naùn Briones, leyenda y tradición.
En esta obra se recopilan entrevistas, anécdotas, datos históricos, que corroboran la existencia de este famoso bandolero lojano, cuya popularidad traspasó los linderos de nuestro país, por su astucia y su sagacidad, pero sobre todo por su filantropía, ya que son pocos los individuos capaces de despojarse de su egoísmo para buscar el bien común, aunque exista discrepancias con un grupo minoritario de personas que lo tildaron como un hombre malvado y cruel.
Con un lenguaje coloquial y sencillo, libre de muletillas, característica de los textos actuales, Eduardo incluye los testimonios de figuras octogenarias, en su mayoría, como don Antonio Luzuriaga, Hermes Minga, Vicente Villavicencio Mejía, Pepe Freire Ochoa, Enriqueta Tenesaca, Marcelo Reyes Orellana, Sebastián Lapo, que dan fe de las peripecias de Naùn Briones por los confines de nuestra provincia, sus amoríos y las penurias que le tocó vivir.
Libro necesario en escuelas y colegios por su valioso aporte antropológico – social, que merece ser degustado con una buena taza de café caliente, pues nos permite escrudiñar datos interesantes, como la muerte de Naùn, acaecida en Sozoranga en 1935, exactamente en la quebrada de Piedra Liza, en manos de Deifilio Morocho, otrora compañero de escuela y por aquellos días su acérrimo enemigo.
Que el libro de Eduardo Pucha esté en la biblioteca del excomandante cubano ya fallecido, Fidel Castro, no es de extrañar, pues recordemos que los que comulgan con la izquierda y el socialismo tienen como referentes a líderes patriotas que han librado grandes batallas por el bien de sus pueblos, teniendo como consigna acabar con la riqueza acumulada por unos pocos y distribuirla por igual al resto de sus colindantes. No es de extrañar, pero sí de felicitar, pues el trabajo de Eduardo Pucha es infatigable, labor que solo los amantes a este apasionado mundo de las letras son capaces de realizar y no son muchos.
Además, la obra de Eduardo Pucha nos permite recorrer paisajes de ensueño de nuestra geografía lojana, así como también los mismos suelos polvorientos, que hace ya casi un siglo anduvo el bandolero de Cangonamà. Es fácil advertir lugares como La Ceiba, Yamana, Lalamor, Zhucata, Chantaco, Amaluza, Umanchi, Pampa Larga, Briones, que validan el trabajo de campo realizado por el autor de esta valiosa obra.
Necesitamos de más autores comprometidos con la idiosincrasia de los pueblos, que no dejen morir la memoria colectiva, la tradición oral, la gastronomía, solo así salvaremos y no dejaremos morir la identidad de nuestro país. Celebro la publicación el libro Naùn Briones, leyenda y tradición. Para finalizar tomo una estrofa de la tonada compuesta por Eduardo:
En los cantones lojanos
Sin miedo camina aún
Tranquilo, valiente, ufano
El bandolero Naùn,

jueves, 9 de julio de 2020

RELIQUIA CULTURAL DEL BARRIO CARMELO EN CHUQUIRIBAMBA


Leyendas y tradiciones andinas


Antes de llegar a la parroquia de Chuquiribamba, está ubicado el alegre barrio Carmelo.    Este antiguo asentamiento humano era conocido con el nombre de Zhima.   Se cree que aquí habitaron los Shallicuñas y Suimalas, grupos étnicos que formaban parte de los Chucum bambas.
Don Ventura Loarte, que en la actualidad tiene 76 años de edad, cuando le preguntamos ¿por qué le denominan “Carmelo” al barrio?, un poco sonreído dice: “Así he escuchado desde que me acuerdo.   Los mayores le han dado este nombre, desde cuando taita Ángel María Pucha, mandó a tallar la imagen de la Virgen del Carmen para venerarla aquí.   Desde ahí, cuentan que le comenzaron a llamar así.
Cuando era niño, recuerdo que había en el barrio talvez unas 20 casas; pero ahora se pasan de las 100.   Aquí vivían don Venancio Cuenca, Adriano Caraguay, Miche Landín, Juana Vanegas, José María Pucha, Ambrosio Tene, Arsenio Sinche, Apolinario Sinche y otros.   Todos ya murieron.
Reliquia cultural: La Virgen de El Carmen
No sabemos con exactitud cuándo la esculpieron a la Virgen de El Carmen, pero de lo que podemos deducir con claridad es que fue antes de 1922, por la referencia que encontramos en su manto y que dice: “Recuerdo – 1922”
Por la información de algunos moradores del lugar y barrios vecinos, conocemos que, a inicios del siglo anterior, los hermanos Ángel María, José María y Alegría Pucha Palazo, mandaron a tallar cada uno una imagen: Ángel María a la Virgen de El Carmen; José María a la Virgen del Perpetuo Socorro; y Alegría, a María Auxiliadora.   Posteriormente cada uno por separado construyó su propia capilla, y les hacían la fiesta en su mismo lugar.   A María auxiliadora le correspondía el 24 de mayo: a la del Perpetuo Socorro, el 27 de junio; y a la Virgen de El Carmen el 16 de julio.
La señora Ofelia Jaramillo, que en la actualidad tiene más de 90 años de edad y es oriunda de Chuquiribamba (vive en Loja), al preguntársele sobre el asunto, dice: “me parece que a las tres vírgenes las esculpieron los hermanos Berrú en la ciudad de Loja.   Ellos eran unos excelentes escultores”.
La señora Elvia Cuenca, quien nació y vivió en el barrio “Carmelo” refiriéndose a los adornos y la ropa de la imagen, manifiesta: “la virgencita tiene bastante ropa que le han dado de recuerdo sus devotos desde hace muchos años.   Tiene una corona, un sombrero, velos, vestidos, mantos, escapulario y muchas prendas más”.
El manto que luce elegante y hermosos hasta hoy, se supone que fue confeccionado por las hermanitas Conceptas de la ciudad de Loja.   Es una reliquia que conserva nuestro barrio.   Tiene filo de oro, apliques y adornos de oro, lentejuelas y mullos dorados, y todos los bordados, son hechos a mano y con hilo de oro.
La capilla
Don Venancio Loarte, vecino del barrio Pordel, un longevo que tiene más de 105 años de edad, dice que él recuerda que por el año de 1920 ya había una capilla pequeña de unas 10 varas de largo por unas 6 de ancho.   Era de adobe, pintada de blanco, bonita y “bien arregladita”.
Para celebrar la misa en la capilla, don Ángel María Pucha pidió autorización al señor Obispo de Loja.   Desde allí se lo bautizó al barrio con el nombre de Carmelo.
A la capilla actual la comenzaron a construir en 1935, le ayudaron a levantar las paredes de tapia los vecinos de los barrios.   A la anterior, Ángel María Pucha la construyó con sus propios recursos.
Agustín Banegas fue el albañil que diseñó y trabajó la obra, él fue de aquí mismo. 
Don Ventura Loarte, actual Síndico de la fiesta de la Virgen de El Carmen dice: recuerdo cuando aún era niño, que los albañiles golpeaban los cajones de las paredes de tapia en la construcción de la capilla.   Yo le acompañaba a mi mamá cuando ella acudía a darles el almuerzo.   Cuatro muchachos y yo, mientras los albañiles comían, nos subíamos a los cajones para coger los pisones y golpear las paredes.   Eran cajones bien grandes, por eso se golpeaba entre cuatro hombres.   Los que golpeaban las tapias eran: don Juan Caraguay, Arsenio Sinche, Nicasio Loarte, Sacramento Guaya y otros.  
Ángel María Pucha, por devoción a la Virgen hizo todo esto.
La capilla tiene: 30 metros de largo por 10 de ancho, sus paredes son bien anchas: todos los lados tienen 80 centímetros de espesor y la parte de las torres un metro.
 El retablo
Una vez que terminaron de construir la capilla contrataron a un carpintero para que decore la parte interior, y vino el ebanista Raúl Contento desde la ciudad de Loja para hacer estos trabajos.   Aquí pasaron él y toda su familia cerca de seis meses.   Hicieron el retablo en madera de cedro, así como las puertas, el tumbado y el coro.  Esto sería por el año de 1955.
La fiesta
Las fiestas en el barrio Carmelo eran bien novedosas dice la señora Ofelia Jaramillo.    Bajaba casi toda la población de Chuquiribamba: Los Jaramillo, Reinoso, Espinosa, Cobos, Gálvez, Granda, Silva, Sinche, Curipoma, Cuenca y más.
Recuerda que don Benjamín Cuenca, obsequiaba una cabeza de ganado para que la desposten y den de comer a toda la gente que acudía a la fiesta.   El Síndico don José María Pucha, como era tan generoso, pelaba bastantes cuyes, gallinas y exclusivamente para la fiesta sembraba un maíz especial para preparar el mote.
En las vísperas había los juegos pirotécnicos, globos, cohetes, vaca loca y los castillos que hacía don Rubén Banegas.   El día propio de la fiesta había la misa y comuniones; luego la procesión acompañada de la banda de músicos.   En la tarde los juegos recreativos, palo encebado, el baile del sarao y las escaramuzas.
Síndicos
El primer Síndico para realizar la fiesta de la Virgen, fue su dueño, don Ángel María Pucha, función que la desempeñó hasta que murió en 1967; luego le sucede su hija Benigna Pucha, cerca de 20 años; continúa don Juan Caraguay unos 10 años; después de él se hizo cargo el barrio y desde ahí se nombra el síndico cada año.  Han pasado algunos, y ahora le correspondió a Ventura Loarte.

Tomado el libro de leyendas y tradiciones: HUELLAS, publicado en el año 2006, página 24.
AUTOR: Eduardo Pucha Sivisaca.

NOTA.- La fotografía familiar que ilustramos, fue lograda en el año 1930 aproximadamente y en ella constan Ángel María Pucha, primer Síndico de la Virgen de El Carmen y su esposa Zoila Aurora Izquierdo.

Publicamos este relato con motivo de las fiestas barriales de Carmelo.

Loja, 9 de julio de 2020.