domingo, 20 de diciembre de 2020

LA NAVIDAD EN LA PARROQUIA SAN LUCAS

 

Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador


 

San Lucas es una parroquia rural del cantón Loja, asiento importante de una fracción de la etnia de los
“Saraguros”, considerada como la “raza más pura de América”.

Hay pocas familias mestizas que viven en este lugar porque la mayoría ha emigrado.  

Muy orgullosos conservan su vestimenta, costumbres, tradiciones y cultura.   Se caracterizan por ser cordiales, amables y atentos.  

Taita Julio Guamán, en el 2013, con algunos meses de anticipación, me dijo: Quiero invitarte para que vengas a mi casa a pasar la Navidad, soy marcantaita del Niño de la iglesia.   La fiesta comienza el veintitrés, ven...

Efectivamente, el día veintitrés estuve en la Iglesia de la parroquia San Lucas, para presenciar el traslado del Niño Jesús a la casa del marcantaita.


Eran las diez de la mañana.   En el interior de la iglesia estaban presentes los marcantaitas de tres Niños: Julio Guamán y Antonia Gualán, del Niño de la Iglesia; Ángel Quizhpe y Carmen Lozano, del Niño del barrio Guaguirpamba; y Jaime Guamán y Carmen Guayllas, del Niño del barrio Socacocha.   Cada pareja luciendo sus mejores trajes: Taita Julio y esposa con un atuendo color fresa; taita Jaime, con atuendo color amarillo; y taita Ángel con un atuendo color azul, destacándose más un collar con monedas de plata blanca y adornos especiales.

Cada Niño Dios, acompañado de los: sarawish, osos, tigres, diablicos, ajas, paileros, y los wikis (ellos los denominan juguetes a estos personajes folclóricos), ponen la chispa del buen humor en toda la fiesta.   También les acompaña una banda de pueblo y “taita músico”, con violín y bombo para hacer danzar a los juguetes.

Dentro de la iglesia, el Padre Manuel Yanangómez, inicia el ceremonial religioso de traslado de los
Niños a la casa de los marcantaitas y explica el significado de la Navidad: “hermanos queridos, sean bienvenidos a esta gran fiesta de la Navidad, -dice- vamos a empezar realizando el rito de la “purificación”; no puede comenzar la Navidad sin la purificación de los pecados, para que Jesús entre en nuestros corazones”.

Por costumbre, ustedes ya realizaron el rito de purificación en sus casas con el baño que les hacen antes que amanezca los guiadores a los marcantaitas, roseándoles agua de congona y de rosas, ese es un baño de purificación, ¿verdad?   ¡Entonces, ya están purificados!   Ahora vamos a hacer el mismo rito a través del baño, pero en la iglesia.

Primeramente, pidamos a Jesús que bendiga el agua aromada con las hojas de congona y los pétalos de rosas que ustedes cultivan y que han traído al templo para realizar la purificación”

En una mesa frente al Altar Mayor está colocada una jarra de barro con chicha de jora, unos vasitos y una fuente grande de agua aromada; entonces el sacerdote inicia la ceremonia de purificación roseándoles agua con el pétalo de una rosa, la cabeza y luego las manos de los marcantaitas; igual lo hace con los guiadores; luego a Taita Ashuco, el más anciano de Guairapamba; a los wikis, sarawis, danzantes y todos los personajes de los juguetes.  

Posterior a ello bendice la chicha que es el símbolo de la fiesta.   Continúa diciendo: la chicha es reemplazada por el vino.   En el tiempo que vivió Jesús, en las bodas de Caná consumieron vino; pero como en San Lucas no hay viñeros, sino chacras de maíz, entonces el vino es reemplazado por la chicha de jora.   ¡La chicha simboliza fiesta!   Esta chicha, así como el vino son creados por Dios.

Mientras en el interior de la iglesia se desarrolla esta ceremonia, en el pretil la “banda de pueblo” está entonando música autóctona; y, los wikis con bailes ancestrales esperan la salida de los Niños para encaminarlos hasta el lugar denominado Pan de Azúcar, kilómetro y medio más allá del pueblo para despedirlos al de Socacocha y el de Guaguirpamba.   En tanto que el Niño de la iglesia regresa en algarabía con banda, juguetes y “taita músico” a la casa de Julio Guamán.

   


  Todo está listo para la velación de esta noche.   Antes de colocarlo al Niño en el nacimiento que arreglaron con anticipación, don Francisco Lozano con su investidura de síndico comienza a colocar al Niño Dios en la cabeza de los marcantaitas primero, luego a los guiadores, devotos, familiares, y la gente que desee.   Según manifiesta, está haciéndoles “gozar” a cada uno, mientras todos elevan peticiones y oraciones acompañados de un constante sonar de una campanilla.   Esta es nuestra fe y devoción, manifiestan los asistentes.

Terminado el “goce del Niño” invitan a almorzar a todos los presentes.

En la sala, alrededor de una mesa grande están sentados los priostes, guiadores y empleados de la Iglesia, en otro lado las esposas de ellos para servirse la comida preparada por la navidad.  

Desde la puerta de la cocina ingresa “taita servicio” con grandes platos de caldo de res lleno de presas, cada invitado recibe y lo desocupa en una vasija que lleva consigo para este propósito.

Nuevamente “taita servicio” regresa con bandejas más grandes llenas de arroz (uchumate) con queso y
pan acompañado de gaseosas y son entregados al marcantaita y éste a su vez reparte en platos pequeños a los familiares, a los compadres y a los invitados especiales.

Remata el almuerzo “taita servicio” con otro plato mediano, en este caso lleno de un preparado de col y una yuca cocinada entera.

-Dicen- el día 23 de diciembre se come carne y el día 24 se realiza la vigilia, brindando solamente sopa de fideo, frejol con guineo, mote y el pinzhi consistente en una bandeja grande de arroz con huevos cocinados, queso, pan y miel.

Don Manuel Andrade manifiesta: “esta es una tradición muy nuestra conservada como herencia de nuestros mayores, por lo que la respetamos mucho, nosotros.   Los platos del pinzhi que les brindamos no pueden ser desviados de destino, tienen que dárselo a la persona que le corresponde”.

Para que alcance la comida a todos los priostes y la gente que nos acompaña, un familiar de taita Julio Guamán dijo: “para esta fiesta, pelamos cuatro vacas y si falta se pelará otra.  Así es la costumbre”.

 

 

AGRADECIENTO:

Dejo testimonio de mi agradecimiento al periodista Julio Guamán Salto, nativo de la parroquia San Lucas, por invitarme a la fiesta de la Navidad en su pueblo el año 2013.

Esta vivencia y riqueza cultural muy nuestra, la comparto a ustedes a través del presente relato que ahora es parte del libro inédito de leyendas y tradiciones: CÁNTARO DE ETERNIDAD, Tomo 3.

 Gracias Julio.

Atentamente

Eduardo Pucha Sivisaca.

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