Leyendas
y tradiciones andinas / Loja – Ecuador
Nací en San Antonio de Catacocha, crecí en Cangonamá, y actualmente vivo en Santa Rufina, manifiesta muy sonriente don Eloy Efraín Rivilla, un anciano que dice haber nacido el 5 de abril de 1905. Don Eloy, pese a sus años de edad, con mucha lucidez nos proporciona algunos datos inéditos de Naún Briones.
Fuimos
compañeros en la escuela de Cangonamá
–dice- Haya sido por 1912. Nos sentábamos en la misma banca. Nuestro profesor fue don Antonio Córdoba. En ese tiempo no éramos más de veinte
alumnos en toda la escuela. Estuve
hasta el tercer grado. Naún no sé si
terminó. Nuestros compañeros fueron:
Carlos Bustos, Amadeo Bustos, Emilio Bustos, Aparicio Loayza, Manuel Chamba,
Segundo Campoverde, Lautaro Briones, entre otros. La escuela era una casa de bahareque, con
una pieza bastante grande en donde entrábamos todos los alumnos. Había una sola mesa para el profesor, algunas
bancas largas de madera y un pizarrón bastante tosco, hecho por los mismos
padres de familia. La “casa de escuela”
como la llamábamos en ese tiempo, ya no existe.
Naún
era buen compañero, se llevaba con todos.
La mamá se llamaba Etelvina Briones, ella tenía dos hijos más: Gilberto
y Honorina; decía la gente que eran hijos de don Horacio Bustos. La Honorina se casó con su primo Manuel
María Bustos, y Naún supe que se casó en Sozoranga y tuvo un hijo. Honorina falleció antes que Naún; Gilberto después.
Como
la mamacita de Naún era bastante pobre, vivía con sus padres, don Daniel
Briones y la señora Betzabé Salcedo, quienes solamente tenían un pequeño
terrenito en la población.
Naún
le robó unos aperos a su tío
El
primer robo que hizo en Cangonamá, fue a su mismo tío, don Abel Salcedo. Se sustrajo unos aperos, la montura, los
estribos y los frenos de una mula, para ensillar la suya, que también se había
robado. Haciendo esto desapareció, y
cuando venía a visitarle a su mamá, lo hacía a escondidas.
En una
ocasión, yo con un sobrino que ya era joven, estábamos dándonos una vuelta en
la calle a eso de las ocho y media de la noche, cuando de pronto nos enteramos
que a Naún lo iban a capturar, en la casa de su abuelo.
Llegamos
a la casa, y de la puerta lo vimos a Naún dentro de una pieza, muy tranquilo
conversando y puesto un poncho guanaco.
¡Nos saludamos! Entraba uno,
entraba otro. En eso alguien dijo,
¡llamen a don Baltasar Carrión!, para que lo capture, entiendo que en ese
entonces en Cangonamá no había policía, y él era la única autoridad. En eso llegó don Ezequiel Espinosa, lo
cogió del brazo a Naún y salieron a la tienda de su propiedad. Vino don Baltasar Carrión acompañado de dos
más y preguntó ¿En dónde está Naún?
Ezequiel le dijo, conmigo caminó hasta la tienda, le regalé una
cajetilla de cigarrillos y se fue. ¡Eso
dijo don Ezequiel! Esto fue en 1927,
recuerdo. Desde esa fecha, volvimos a
encontrarnos en Sullana.
Lo
mató a su primo Adalid
No
pasó mucho tiempo, se enteraron que Naún estaba en el barrio Utumine, cerca de
Cangonamá. Las autoridades organizaron
un buen grupo de personas para ir a capturarlo, y entre ellos iba su primo
Adalid, hijo de don Abel Salcedo.
Contaban
los que fueron en ese grupo, que lo encontraron bebiendo en la casa de un amigo
y entonces le dijeron: ¡Naún, te rindes o te llevamos preso! Querían entrar y Naún con mucho aplomo les
dijo: ¡Carajo, no se metan! ¡El que entra aquí, sale muerto! Adalid, hijo de don Abel Salcedo, como se
sentía perjudicado por el robo de los aperos de su padre, y confiando que su
primo Naún no le iba a hacer nada, comienza a entrarle de filo por la
puerta. ¡Adalid, no te metas! Dizque le
dijo. A las tres veces, como no
escuchó, le descargó un tiro. ¡Lo
mató! Esa fue la primera muerte que
hizo. Lo cogieron preso, pero él se
salió de la cárcel de Loja me parece.
Naún
me regaló cinco soles
En
enero de 1929, Naún me encontró en Sullana y apenas me vio me dijo: ¡hola Eloy!
¡Qué haces por aquí! ¿Qué te pasó? Le
contesté ¡nada! Él bien incrédulo
continuó: ¡no, algo te ha pasado! Por eso vienes por aquí. ¡Me vine a trabajar y conocer el Perú!, le
dije. Estoy trabajando donde don
Martínez, en talabartería. Anda el
sábado al hotel Chunguá para conversar -me dijo- ahí estoy hospedado.
Llegó
el sábado y me fui al hotel. Ahí lo
encontré. Conversamos bastante, pero me
aconsejó que no me quedara más tiempo en Sullana. Sacó del bolsillo de su pantalón cinco soles
y me regaló. Yo contento porque en ese
entonces un sol valía tres sucres. ¡Era
bastante plata! Entonces con ese dinero
y lo que había ganado trabajando, me fui a conocer algunos lugares: Lagunita,
Negritos, Talara, Piura, Chulucana y Moropó.
Yo también
le pregunté ¡qué es lo que hacía en Sullana!, y él me contestó, vine por aquí,
porque me escapé de la cárcel. Voy a
estar unos días y lo más pronto ya me voy.
Desde
ahí no lo he vuelto a ver.
Deifilio
Morocho lo hirió
Posteriormente
a Naún lo atacaron en un sitio llamado la Merced, perteneciente a Buena
Vista. Ahí lo emboscaron. En Cangonamá le escuché al Mayor Deifilio
que dijo: “Naún logró esconderse en un
bordo alto. Yo le disparé detrás de un
árbol. La Divina Providencia lo salvó,
se quedó herido solamente en una pierna”.
Esto debió haber sido en 1930.
De los
compañeros de la banda de Naún, solamente lo conocí a un señor Ochoa, era
conocido, pero no muy amigo de mí.
Las
familias de Cangonamá en 1920
Las
familias que vivían en ese entonces en Cangonamá, eran: Loayza, Bustos,
Carrión, Briones, Espinosa, Hidalgo, Ríos, Morillo, Castillo, Aguirre, Guevara
y otras.
P.D.
Se cumplen 86 años de la muerte de Naún Briones. Falleció a la edad de 33 años, el día 13 de enero de 1935, en el sitio Piedra Liza, cerca de la ciudad de Sozoranga en la provincia de Loja.Tomado del libro de leyendas y tradiciones: NAÚN BRIONES, 3ra. Edición, 2015, página 25.
Autor del libro:
Eduardo Pucha Sivisaca.
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