martes, 26 de enero de 2021

EL ABUELITO TEODOSO

Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador

Mi efusivo saludo a la parroquia Santiago en su Fiesta del 30 de enero.


En 1993, en el folleto “Cuentos folclóricos de Santiago”, publicamos una tradición correspondiente a la parroquia del mismo nombre en el cantón Loja, con el título: La Banda de músicos “San Vicente”.   Como es lógico, mencionábamos los nombres de algunos músicos de esta parroquia, y entre ellos se hablaba de la valía de don Teodoso Montoya, quien, a más de ser maestro de capilla, director de la banda de músicos de Santiago, fue el propulsor de la adquisición del melodio para la iglesia.   En la actualidad el indicado instrumento musical constituye una reliquia cultural no solamente de Loja, sino del Ecuador, ya que son pocos los existentes en el país.  

Han transcurrido 17 años y con gran sorpresa nos visita don Luis Lozano Montoya, profesor del Instituto Nacional Mejía en la ciudad de Quito y nieto del personaje en referencia.   Dice que se siente muy alagado que hayamos mencionado el nombre de su abuelo en ese relato y que además quiere aportar más datos.  

Mi abuelo era alto, blanco y de contextura delgada, murió joven aún –dice-.   Fue músico, autor y compositor.   Escribía música popular y sacra.   Era maestro de capilla, por esta razón él sugirió al sacerdote de ese entonces que adquiera el melodio para la iglesia de Santiago.   Cuentan que en ese entonces no había carreteras, por lo que lo trajeron a lomo de mula desde la ciudad de Cuenca en 1915.   El melodio es de fabricación francesa.   Instrumentos como ese ya no hay en ninguna parte.


 La Banda de Santiago –continúa– con la dirección de mi abuelo llegó a su máximo apogeo, porque los arreglos musicales los hacía él y luego distribuía las partituras a los músicos para ejecutar sus instrumentos en las diferentes fiestas de los pueblos donde eran invitados.  

De niño recuerdo haber hojeado un libro de música sacra y popular escrito por él; era un manuscrito de unas trescientas hojas de partituras; pero allí había un dato curioso, constaban las notas musicales de su última canción que había escrito en la parroquia de Guanazán, provincia de El Oro.   Con esa obra cerraba las páginas del libro.  

Mi abuelo fue multifacético y autodidacta, ejecutaba algunos instrumentos.   Él les enseñó música a algunos paisanos.   Conocí a muchos de ellos, por ejemplo: a don Julio Viñamagua, Carlos Villavicencio que tocaba trompeta; y a Juan Medina quien tocaba el bombo y no sabía leer ni escribir (en nuestro idioma), pero tenía la habilidad de leer partituras musicales y con ello podía ejecutar su instrumento en cualquier banda de músicos del mundo.

Vea usted, la música en Santiago es una herencia cultural que viene junto a determinadas familias, entre las que más han sobresalido son los Montoya, por ejemplo: Francisco Montoya; Benito Montoya, Abel Montoya; Rosendo Montoya; Julián Montoya, Delfín Montoya, Deifilio Montoya, Daniel Montoya y en la actualidad: Wilson Montoya, director de la Banda “Los Latinos” y entre los integrantes constan sus hijos: Omar, Héctor, Wilson y Alibar.

¡Antes de que se despida, me queda una curiosidad, le digo a don Luis Lozano!, ¿de dónde vienen los Montoya?, y él, muy seguro me responde: ellos vinieron de Colombia en calidad de soldados en los ejércitos de Sucre y seguramente se casaron con las nativas de Santiago y se quedaron aquí.   Desde allí fue creciendo la familia.    ¡Los Lozano y los Montoya tenemos ascendencia colombiana!, termina sonriendo.

 

Tomado del libro de leyendas y tradiciones: CÁNTARO DE ETERNIDAD Tomo 2, publicado en el 2013, página 61.

Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca.

 

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