Leyendas
y tradiciones andinas / Loja – Ecuador
Mi efusivo
saludo a la parroquia Santiago en su Fiesta del 30 de enero.
En 1993, en el folleto “Cuentos folclóricos de Santiago”, publicamos una tradición correspondiente a la parroquia del mismo nombre en el cantón Loja, con el título: La Banda de músicos “San Vicente”. Como es lógico, mencionábamos los nombres de algunos músicos de esta parroquia, y entre ellos se hablaba de la valía de don Teodoso Montoya, quien, a más de ser maestro de capilla, director de la banda de músicos de Santiago, fue el propulsor de la adquisición del melodio para la iglesia. En la actualidad el indicado instrumento musical constituye una reliquia cultural no solamente de Loja, sino del Ecuador, ya que son pocos los existentes en el país.
Han transcurrido 17 años y con gran sorpresa nos
visita don Luis Lozano Montoya, profesor del Instituto Nacional Mejía en la
ciudad de Quito y nieto del personaje en referencia. Dice que se siente muy alagado que hayamos
mencionado el nombre de su abuelo en ese relato y que además quiere aportar más
datos.
Mi abuelo era alto, blanco y de contextura delgada,
murió joven aún –dice-. Fue músico, autor
y compositor. Escribía música popular y
sacra. Era maestro de capilla, por esta
razón él sugirió al sacerdote de ese entonces que adquiera el melodio para la
iglesia de Santiago. Cuentan que en ese
entonces no había carreteras, por lo que lo trajeron a lomo de mula desde la
ciudad de Cuenca en 1915. El melodio es
de fabricación francesa. Instrumentos
como ese ya no hay en ninguna parte.
La Banda de Santiago –continúa– con la dirección de mi abuelo llegó a su máximo apogeo, porque los arreglos musicales los hacía él y luego distribuía las partituras a los músicos para ejecutar sus instrumentos en las diferentes fiestas de los pueblos donde eran invitados.
De niño recuerdo haber hojeado un libro de música
sacra y popular escrito por él; era un manuscrito de unas trescientas hojas de
partituras; pero allí había un dato curioso, constaban las notas musicales de
su última canción que había escrito en la parroquia de Guanazán, provincia de
El Oro. Con esa obra cerraba las
páginas del libro.
Mi abuelo fue multifacético y autodidacta, ejecutaba
algunos instrumentos. Él les enseñó
música a algunos paisanos. Conocí a
muchos de ellos, por ejemplo: a don Julio Viñamagua, Carlos Villavicencio que tocaba
trompeta; y a Juan Medina quien tocaba el bombo y no sabía leer ni escribir (en
nuestro idioma), pero tenía la habilidad de leer partituras musicales y con
ello podía ejecutar su instrumento en cualquier banda de músicos del mundo.
Vea usted, la música en Santiago es una herencia
cultural que viene junto a determinadas familias, entre las que más han
sobresalido son los Montoya, por ejemplo: Francisco Montoya; Benito Montoya,
Abel Montoya; Rosendo Montoya; Julián Montoya, Delfín Montoya, Deifilio Montoya,
Daniel Montoya y en la actualidad: Wilson Montoya, director de la Banda “Los
Latinos” y entre los integrantes constan sus hijos: Omar, Héctor, Wilson y
Alibar.
¡Antes de que se despida, me queda una curiosidad, le
digo a don Luis Lozano!, ¿de dónde vienen los Montoya?, y él, muy seguro me
responde: ellos vinieron de Colombia en calidad de soldados en los ejércitos de
Sucre y seguramente se casaron con las nativas de Santiago y se quedaron
aquí. Desde allí fue creciendo la
familia. ¡Los Lozano y los Montoya
tenemos ascendencia colombiana!, termina sonriendo.
Tomado del libro de
leyendas y tradiciones: CÁNTARO DE ETERNIDAD Tomo 2, publicado en el 2013,
página 61.
Autor del libro:
Eduardo Pucha Sivisaca.
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