Leyendas y tradiciones andinas
Liderados por la Dra. Beatriz Moreno de Rovegno, Presidenta del del Consejo Internacional “Todas las Sangres” con sede en Lima, hace siete años en la ciudad de Saraguro se realizó el XIX Encuentro Internacional de Escritores y Artistas, lugar al que acudieron representantes de Perú, Argentina y Ecuador, del 17 al 21 de junio de 2013. ¡Fue una verdadera fiesta cultural!
Ahí, Efraín Sarango, oriundo de Saraguro, nos llevó
a la comunidad de Oñacápac, ubicado a ocho kilómetros de la ciudad, a conocer
el pequeño santuario de La Virgen de Agua Santa o Cascada de la Virgen, el
mismo que está construido a la orilla del río.
Antes de llegar, nos cuenta que la gente cercana
al lugar asegura haber visto a la Virgen en la cascada y sostienen que se la
puede observar desde el frente, por la parte superior, a un hermoso cuadro
pintado por alguien.
A través de la tradición oral, los mayores nos han dicho que en 1710 un indígena que estaba cruzando el río Guaylashi de la comunidad de Oñacápac a la de Gurudel llevaba la imagen de la Virgen en su alforja para visitar a la devotos y recoger limosna, y que al momento de brincar de una piedra a otra para pasar el río y llegar a la parte alta del otro lado, se le cae y va al fondo de la laguna que forma la cascada; entonces, preocupado sin importarle nada se mete en el río, pero no logra rescatarla. Dada esta imposibilidad acude a un ciudadano de raza negra que tenía fama de buen nadador y que por casualidad estaba en este lugar. Dicen, que vino y se metió en el acantilado de la cascada intentando rescatar a la Virgencita, pero fue imposible. ¡No pudo y se perdió en la profundidad quedándose para siempre! Ahora cuentan los peregrinos que visitan el santuario, que la ven a la Virgen en medio de la cascada, y de vez en cuando flota una mano. Se supone que es la del negro que se ahogó ahí.
Don Ángel Sarango dice, la
Virgen Santísima está aquí, ella nos protege y los milagros son palpables. Fíjese usted, cuando estamos enfermos, nos
encomendamos a Ella y nos cura. También
nos ayuda en los trabajos, nos protege de los accidentes y de todas las cosas
que como humanos cometemos.
Por eso, en agradecimiento
de todos los favores recibidos, en el mes de septiembre le hacemos una fiesta
en su honor. Viene gente de todas
partes, especialmente de Azuay, Zamora
y el Oro. Congrega a miles de personas y cada año aumentan más. Oran y celebran misas; realizan
programaciones sociales y culturales como la presentación de festivales de
danza y música. ¡La gente, esa noche no
duerme!
Dicen que también llegan chamanes
desde Perú; no he visto pero he escuchado que vienen.
Hace falta infraestructura
en el lugar, bueno poco a poco se irá construyendo. Se convirtió en atractivo turístico desde el año
2002, creo y sus festividades las realizan desde el 12 al 15 de septiembre.
Los peregrinos, en la peña
de la cascada y sus alrededores colocan cientos de velitas encendidas durante
el día y la noche, ¡esa es la fe!
“El pueblo me lo contó
y yo al pueblo se lo cuento
y pues la historia no invento
responda el pueblo y no yo”
Cordobés Maure
Loja, 14 de septiembre de 2020
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