martes, 6 de abril de 2021

LA MASACRE DEL 6 DE ABRIL EN CHUQUIRIBAMBA HACE 75 AÑOS

 

Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador


UN DÍA COMO HOY

 El 6 de abril de 1946, en la plaza de Chuquiribamba fueron masacrados: Julia Medina, Manuel Reinoso, Víctor Pucha y Raúl Sinche, héroes anónimos que entregaron su vida para abolir posteriormente la conscripción vial en Chuquiribamba y otros pueblos de la provincia de Loja.

 

RELATO:

Esto sucedió hace sesenta años (2006), dijo Mama Ignacia.  Fue el seis de abril de 1946. 

Recuerdo que el domingo, después de “misa de doce”, cuando el Teniente Político llegaba montado en su caballo, para desde el pretil de la iglesia en Chuquiribamba, leer el “bando” y ordenar a la gente de los barrios para que se vayan a trabajar en la construcción de las carreteras, menos pensado, doña Inocencia Valle, de un golpe lo tumbó del caballo y en ese instante se armó el alboroto.    Toda la gente que estaba en el parque, se amontonó y luego se dividieron en grupos, unos a favor y otros en contra.   En primera instancia se terciaron a golpes, luego con la bulla de gritos y disparos se dispersaron.   Mientras eso sucedía aquí, otros intentaron tomarse el destacamento de policía y dos jóvenes recién salidos del cuartel corrieron a las inmediaciones de Chantaco para cortar la línea telegráfica.

Fue un día muy triste, porque en esa pelea, entre la gente de los barrios con los mestizos que vivían en el pueblo, los policías nos disparaban al cuerpo y sin compasión.    Después, solamente se escuchaban gritos de dolor de los heridos, y el lamento de las familias de los fallecidos.   ¡Murieron cuatro!

Después, los cadáveres, tendidos en la calle pasaron tres días, y nadie podía tocarlos hasta que lleguen las autoridades de Loja, para hacer el levantamiento y enterrarlos.

Durante esos días, reinaba el silencio y la soledad en el pequeño parque y las estrechas calles del pueblo.   Nadie salía, todos veían desde las ventanas, temerosos a que se repita un nuevo incidente.

 El motivo de este suceso fue el abuso de autoridad. Trataban de someternos. 

Nos prohibían caminar después del medio día por las calles del pueblo.   Éramos humillados, maltratados y encarcelados por cosas simples.   A nuestros maridos y también a nuestros hijos los enviaban a trabajar constantemente en las carreteras sin ninguna remuneración, y tenían que trasladarse por algunos días con su propia herramienta y comida.  

Una tarde, Polibio Pucha Gutiérrez se quedó en el pueblo, entonces lo habían encarcelado.   Al siguiente día, lo encontramos en el calabozo agonizando.   Después nos contó, que los policías le golpearon y luego a la media noche le hicieron bañar en las heladas aguas de la quebrada de Cocheturo.

Esta fue la gota que derramó el vaso y el enfrentamiento de la gente de los barrios: Pordel, Chantaco, Carmelo, Tesalia y otros, se dio ese domingo.


Francisco Pucha, indica la huella del balazo que le propinaron en la ceja, –sonriendo dice- “cuando no le llega la hora, ni con bala se muere”.   A mí no me pasó nada, pero desde el ciprés en donde estaba escondido, vi como la mataron a Julia Medina, esto fue en la cancha, frente a la escuela.    Quiso defenderla Emilio Guachanamá, pero los policías lo hicieron correr.    La fachada de la iglesia quedó agujereada de tanto disparo.    Más abajito el policía Córdoba, “tan, tan, tan” le echó tres balazos a Manuel Reinoso, quiso hablar, pero se desplomó.   Otro policía desde la esquina de la iglesia, a Víctor Pucha Gutiérrez lo hirió en el estómago, lo cogimos y corrimos llevándolo a esconderlo en la casa de Javier Sinche, vino el Padre Aurelio Abarca a confesarlo; pero el policía Riascos, un negro altote, creyéndolo culpable, en la cama le propinó un tiro en la cabeza y murió de inmediato.   En ese mismo lugar también lo mataron a Raúl Sinche.

A la Clotilde Pucha de un balazo le volaron los dedos de la mano derecha; a Teodoso Loarte le dispararon en las piernas, y a otros los hirieron gravemente.   Después supimos que treinta y dos heridos se convalecían.

Esto fue una gran novedad, por eso, temerosos de que se sumen los barrios de los pueblos vecinos, pidieron refuerzo policial a Loja.   Más de treinta policías vinieron.

Después, a todos los cabecillas nos buscaban para matar.   Los policías bajaban por Tierra Blanca a Pordel, disfrazados con sombreros y ponchos, registrando casa por casa.    Mi mujer y yo, nos escondimos en Chilpa, cerca del cerro Santo Domingo; la Inocencia Valle, debajo de una chorrera de agua que estaba frente a su casa; Polibio Pucha con la María cerca de Santa Bárbara, en la casa de don Abel Medina; Agustín Pucha con la Ignacia, en la loma de Cubilán, Lauro Pucha con la Juana, abajo en la chorrera de Torata y José Vicente Sivisaca, en Calucay.  

Desde ahí se abolió la conscripción vial o trabajo obligatorio en las carreteras sin remuneración, aquí y en otros pueblos de la provincia –concluyó-

 

Tomado del libro de leyendas y tradiciones: HUELLAS, página 36 / mayo 2006.

Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca.

 

N.B.- 

LEY DE LA CONSCRIPCIÓN VIAL:

Esta ley fue dictada a favor de las Municipalidades del país, el 15 de julio de 1944 por el Dr. José María Velasco Ibarra, Presidente Constitucional de la República con el “objeto de construir, mejorar y conservar los caminos que no hubieran sido declarados de carácter nacional y que estén ubicados dentro de las respectivas jurisdicciones cantonales”.

Con esta ley se obligaba a todos los ciudadanos ecuatorianos varones comprendidos entre los 21 y 50 años de edad a trabajar durante cuatro días al año en obras públicas.

A nuestros papás, cuando niños, siempre les escuchábamos recordar este episodio como: LA HUELGA DEL 6 DE ABRIL.

No hay comentarios:

Publicar un comentario