Leyendas y tradiciones andinas / Loja - Ecuador
Por la pandemia del COVID-19, es el segundo año que no podremos presenciar la fiesta del 30 de abril en Chuquiribamba. Extrañaremos ver en sus angostas calles la multitudinaria procesión de San Vicente Ferrer; así como en la pampa de Cocheturo disfrutar del masivo espectáculo popular de las ESCARAMUZAS, distracción folclórica que aún se mantiene en la provincia de Loja, y que, gracias a la tradición y la fe religiosa de este pueblo, se han popularizado desde el siglo anterior.
He aquí, un relato sobre el ORIGEN
DE LAS ESCARAMUZAS
No
se conoce con precisión desde cuándo se realizan las escaramuzas en
Chuquiribamba, pero de lo que se tiene datos concretos es que, en 1924, el cura
párroco Dr. Carlos Eguiguren R, mandó a tallar la imagen de San Vicente Ferrer,
y para la celebración de la fiesta lo nombró como su síndico al señor Abelardo
Puchaicela quien ocupó esta función hasta su muerte.
Junto
a la devoción de San Vicente Ferrer en la celebración anual de sus fiestas, se popularizaron
“las escaramuzas” o “carrera de caballos”; folclórica y tradicional distracción
popular que se conserva hasta la actualidad, y que cada vez va tomando
características muy originales. Se dice
que esta distracción popular la realizaban en la parroquia de Malacatos hace
unos 50 años; en la actual parroquia de Chantaco hace unos 25; y en Gualaceo
perteneciente a la provincia del Azuay hace unos 9; pero en todos estos lugares
con características diferentes.
Para la realización del espectáculo de las escaramuzas, el síndico de la fiesta de San Vicente Ferrer
, nombra un “alcalde” (dignidad honorífica muy solicitada), el mismo que se encarga de la organización del evento que se realiza el último domingo del mes de abril de cada año; éste nombra a los “guías principales” y éstos con algunas semanas de anticipación comienzan a repasar el espectáculo con coreografías costumbristas e históricas, para escenificar en público en la pampa de Cocheturo. En el día de la presentación se suman más jinetes (hombres y mujeres) de las parroquias aledañas, con sus respectivos caballos bien ataviados para participar. Esta es una “promesa de fe y devoción” que algunos lo hacen por un determinado número de años, en tanto que otros por toda la vida.
El
día de las “escaramuzas”, desde la iglesia matriz del pueblo, cientos de
feligreses en procesión conducen a la venerada imagen de San Vicente Ferrer
hasta la tradicional pampa de Cocheturo.
Encabezan la procesión las bandas de músicos del lugar entonando ritmos
alegres, y tras la procesión se enfilan centenares de jinetes con sus
respectivos caballos para participar en las esperadas “escaramuzas”.
El evento dura de noventa a ciento veinte minutos, y mientras se desarrolla el espectáculo, los organizadores en cada esquina de las calles del pueblo reparten “aguado de leche” a todo el público, los músicos alegran a la gente entonando temas nacionales, y los pirotécnicos revientan cohetes y lanzan globos al espacio, mientras que por otro lado los disfrazados de negras y payasitos entretienen a los niños y adultos. Unos 15 minutos antes de finalizar el espectáculo, todos los jinetes mientras corren en sus caballos, sacan de sus alforjas: naranjas, limones dulces, mandarinas y manzanas, en cantidades considerables para lanzar al público. Ese momento se convierte en una lluvia de frutas y la gente se aglomera para coger por lo menos una.
Desde 1924 hasta la presente fecha se han desempeñado los siguientes “alcaldes de escaramuzas”: Luis Bautista, Rosa Agüinsaca, Aniceto Guachanamá, Martín Buri y David Tambo; y como “guías principales”: Víctor Pucha, Segundo Tene Valle, José Guachanamá, Pío Puchaicela, Manuel Puchaicela, Lauro Guachanamá, David Tambo, entre otros.
Tomado del libro de leyendas y tradiciones: CÁNTARO DE ETERNIDAD, Tomo 1, Segunda edición, enero 2007 / página 28.
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