NAÚN BRIONES Y FROILÁN ALAMA
Leyendas y tradiciones andinas / Loja - Ecuador
“Amigo, la historia de mi vida se la tendrá que contar de distintas maneras”.
Pancho Villa
¡Dos almas gemelas!, no. Dos bandoleros, salteadores de caminos,
extorsionadores, si; a eso me refiero, el uno de Ecuador y el otro de Perú.
¡Lo curioso!, ambos nacieron en la misma época y sus vidas se
desenvolvieron con similares características.
Se preguntarán, ¿qué han hecho estos hombres en sus respectivos países
de origen? Simplemente robar. Si a cualesquier mortal le preguntamos ¿quiénes
son los bandoleros?, con toda seguridad nos responderán: los bandoleros son
ladrones, bandidos y delincuentes. Y claro, eso mismo es.
Los personajes a los que me voy a
referir son bandoleros, pero con la diferencia de que ellos no son ladrones
comunes, sino bandoleros sociales en busca de un solo ideal, pese
a que sus actos se desenvuelven al margen de la ley.
Vivieron en el siglo anterior y sus nombres trascendieron el uno en el
sur del Ecuador y el otro en el norte del Perú, concretamente en la provincia
de Loja y en el departamento de Piura.
Ellos fueron conocidos, queridos y muy apreciados en el sector rural por
los campesinos y pobres de los pueblos fronterizos; pero así mismo repudiados
por un reducido grupo de terratenientes y gamonales de la época.
Los adultos que aún viven en nuestro territorio cuentan que todo el producto de las extorsiones y robos lo repartían a los pobres. Me refiero al ecuatoriano Naún Briones, y al peruano Froilán Alama, amigos que se encubrían mutuamente refugiándose Naún en Sullana (Perú) y Alama en Zapotillo y Sabiango (Ecuador) cuando eran perseguidos por la justicia.
Los testimonios de lo que afirmamos nos sobran. La señora Celia Rosa
Chamba refiriéndose a Naún Briones, en la ciudad de Loja dice: “de él, unos
hablan en bien, otros hablan en mal. Unos dicen que era ladrón; en cambio otros
afirman que él robaba a los ricos para regalar a los pobres. ¡Eso creo más!
Recuerdo, en Cangonamá había una señora llamada Melchora Guevara que cuando
murió Naún, lloraba desconsolada diciendo que él fue más que un familiar, le
regalaba dinero y le daba ropita”.
En el barrio El Naranjo cerca de Cangonamá, don Hortensio Balcázar dice:
“A la gente pobre le regalaba plata. ¡Cómo no le van a recordar! La verdad,
él ha sido bien caritativo, pero murió pobre. ¿Vea usted, ahora, quién roba
para dar a los que no tienen?”
Y cuando revisamos las andanzas de Froilán Alama en el Perú, nos dicen:
“Su vida fue un contraste, bandolero y benefactor a un tiempo. Robaba a los
ricos para entregar el producto de sus latrocinios a los pobres. Siempre ayudó
a los pobres y veló porque se castigara a los transgresores de la ley y la
justicia, en la forma que él lo entendía”.
También se registra una versión narrada en los cuentos regionales de
Piura que dice: “Froilán nunca roba ni mata a los pobres, más bien a los
ricos sí… y a los bandidos que abusan de los pobres y de las mujeres”.
Con estos actos y hazañas creció la imagen de ellos, que con el pasar
del tiempo se han convertido en personajes de leyenda que perduran en el
imaginario colectivo.
No tienen ninguna preparación académica; de lo que se sabe, no
terminaron ni la instrucción primaria, vivieron y actuaron a su manera. Rechazaron la injusticia, la mala
distribución de la riqueza y el dominio del poder.
Sin conocer doctrina ideológica alguna, sin saber que Marx y Engels
existieron, aplicaron a su manera en sus comarcas el socialismo.
Fueron hombres que, sintiéndose desplazados de la sociedad, por la
necesidad y el hambre se dedicaron a delinquir.
Estos hechos nos invitan a revisar el desenvolvimiento sociológico e
histórico de nuestros pueblos por lo que sin duda alguna el
bandolerismo en esa época, era una válvula de escape para protestar en contra
de los pudientes, terratenientes y gamonales.
Naún y Froilán, nacieron en pueblos diferentes, pero con sistemas de
explotación similares, por eso tienen características comunes. Palparon en
carne propia el sufrimiento, la injusticia y la explotación en sus comunidades.
Actuaron en la misma época, en la década de los años veinte y treinta del siglo
anterior, fueron hombres de carne y hueso que delinquieron por una sola causa:
justicia.
De Froilán Alama se conoce muy poco, se cree que nació en el caserío
Tejedores, cerca de Curbán, distrito de Tambogrande en la provincia de Piura.
Aseguran que nació en 1893.Muere acribillado a balazos el 25 de
septiembre de 1936, en Garbanzal, perteneciente al distrito de Olmos, a los 43
años de edad.
En tanto que, Naún Briones nace en Cangonamá, perteneciente al cantón
Paltas en la provincia de Loja el 26 de noviembre de 1902 y muere en Sozoranga
el 13 de enero de 1935, un año antes que
Froilán, a la edad de 33 años.
Tanto sus vidas como sus acciones marcaron la diferencia frente a los demás.
La imagen de Froilán y Naún, a diferencia de los bandoleros comunes,
creció mucho más después de su muerte. Son bandoleros sociales que la
gente pobre los añora y reclama.
Con el pasar del tiempo, ellos se han convertido en personajes para la
creación literaria.
A Naún Briones lo inmortalizó Eliécer Cárdenas en su novela Polvo y
ceniza; en tanto que a Froilán Alama en el Perú lo hizo Enrique López
Albújar en su obra Los caballeros del delito.
Puerto Iguazú - Argentina, 4 de agosto de 2016
Conferencia:
XXIV
Encuentro Internacional de Artistas y Escritores del Consejo Internacional
Todas las Sangres.
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