domingo, 24 de julio de 2016

EL DÍA QUE EN ZAPOTILLO LLORARON A FIDEL CASTRO

Leyendas y tradiciones
Eduardo Pucha S.

 En Zapotillo, ciudad fronteriza entre Ecuador y Perú, a 220 Km. desde la ciudad de Loja, el día 28 de mayo de 2016 corrió la bola que esa madrugada había  fallecido Fidel Castro.   Así le comunicó Gonzalo Flores a su hermano Raúl, mientras conversábamos con él.  “Hermano, te dejo, me voy porque esta madrugada se ha muerto Fidel Castro, ¿qué no sabías?, le dijo.
Nos sorprendió la noticia porque ese día no habíamos leído la prensa ni escuchado radio alguna.   Estábamos totalmente desinformados.
Terminada la conversación caminamos por una callecita angosta que conserva aún su primer diseño urbanístico y mientras recorríamos ese tramo, nos dábamos cuenta que la novedad aumentaba en casas y portales.   ¡Todos comentaban la muerte de Fidel!  
Donde llegábamos, se escuchaba el mismo comentario: “¡se ha muerto Fidel Castro!”  
Los centros comerciales, las tiendas de abarrotes habían cerrado sus puertas; los vendedores ambulantes igual no realizaban actividad alguna.   ¡Todos consternados por la muerte de Fidel!
Las calles solitarias y silenciosas le daban un acento de tristeza conmovedora a quienes lo conocieron y a quienes no. 
Esta circunstancia hizo que nos encamináramos al puente internacional de Lalamor, veinticinco kilómetros más allá de Zapotillo y en este lugar encontramos igual, soledad y tristeza.  Cruzamos el puente hasta la localidad de Alamor en territorio peruano y nuestra sorpresa fue mayor,  no había nada, nada, solamente ciudadanos peruanos cruzando el puente internacional a territorio ecuatoriano para asistir a los funerales de Fidel Castro.
Comentan que Fidel ha fallecido en Loja y que, en la madrugada, en caravana sus compañeros del volante lo trasladaron desde la gasolinera de Zapotillo hasta Miraflores.
Cerca al río de Lalamor, en la línea de frontera, vive don Iván Maldonado quien lamenta la muerte de su amigo, dice: Fidel fue una persona muy servicial; cuando se le pedía un favor, siempre se lo daba, era bien conocido aquí en el Ecuador y al otro lado del río en el Perú.  Fue amigo de todos, por eso lo extrañaremos mucho en todo Zapotillo.
Siempre hemos estado en su casa, hemos saludado y recibido favores.   Entonces,  por qué no estar allá en sus funerales.   Yo más tarde quiera o no tengo que irme, porque esa es la costumbre.
Aquí en la zona hay una creencia, que al muerto  hay que acompañarlo y despedirlo comiendo en su casa y si fue bien amigo, mucho más, tiene que acompañar al velorio y al entierro, luego regresar a la casa del difunto a la cena: tres platos de comida por lo menos, seco de chivo, seco de res y sopa; esto se hace no porque la comida es gratuita, sino porque la amistad fue grande y el aprecio se lo demuestra así.
Recuerdo, que cuando murió mi padre, luego de que lo llevamos al cementerio algunas personas se quedaron en la casa cocinando, entonces mi hermana sorprendida dice, ¡ya pues, hasta cuando!, es que es así la costumbre hermana, le digo.   Les llamó la atención a la familia que no vivía aquí, a que desde tan lejos vengan a participar de la comida gastando mucho más en pasajes, como por ejemplo Juanito Ramirez, la Michita, Bolívar Rogel.   Es que así es la costumbre y tradición de este pueblo.   Tú tienes que venir a comer, aunque tengas que fletar una camioneta que vale cincuenta dólares, o sea no es que voy a comer porque hay comida gratis, no, yo voy a comer porque los aprecio.
Lalamor y Miraflores en el Ecuador y Alamor en el Perú, son pueblitos  pequeños cercanos pero bien relacionados entre sí, para nosotros no hay fronteras; o sea,  yo paso al otro lado y la gente  me saluda con  consideración y estima, igual ellos vienen acá y tienen el mismo trato.   Entre Lalamor y Miraflores habrán unas trescientas personas y en Alamor sitio peruano hay mucho más, creo unas quinientas; entonces al velorio vendrá no solo gente de estos barrios, sino de otros como: Tronco Quemado, Máncora, Guásimo, Briones, Achotes, Pampa Blanca, Valle Hermoso, y desde el mismo centro de Zapotillo.  
Fidel, fue menor que mí, debió haber estado por unos 62 años, ¡algo así!, termina manifestando muy nostálgico don Iván Maldonado.
Declina la tarde y nosotros llenos de tristeza regresamos a Loja; pero espiritualmente presentes en los funerales de don Fidel Castro.
Loja, 24 de julio de 2016

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