Por: Eduardo Pucha S.
El río Catamayo-Chira sirve de límite entre Ecuador y Perú. Es ahí, a orillas de este río que se levanta majestuoso Zapotillo.
En este lugar lo encontramos a don Raúl Flores Villalta, quien a sus ochenta y un años de edad, con una lucidez y vitalidad extraordinaria, cuenta muchos episodios ocurridos en su pueblo natal. Entre las muchas historias que recuerda, dice:
Cuando yo era joven, Robertino Moncayo ya era una persona adulta y entonces siempre contaba lo que le sucedió en Pampa Larga al otro lado del río, en el Perú.
Decía que él con sus amigos fueron invitados a una fiesta en este lugar. Ahí habían chicas bien simpáticas de no perderlas. Durante el día festejaron y cuando en la noche se terminó el licor Robertino fue a comprar en la tienda más cercana.
Cuando llegó, bromeando al tendero, en voz alta le dice: “manos arriba… esto es un asalto”. Cuando dijo esto, vio entre las sombras que alguien corrió a los matorrales y el tendero le dice, oye Robertino no seas tan loco, es Naún Briones el que estaba comprando municiones, y tú con esa broma le preocupaste creyendo que era la patrulla la que lo buscaba, por eso corrió; pero, no te preocupes, es mi amigo, siempre viene a comprarme, ya le llamo a que regrese.
¡Naún, Naún!, le grita. Ven, es una broma que te hizo un amigo ecuatoriano, no pasa nada. Nadie te busca.
Entonces Naún regresó. ¿Quién me hizo esa broma? ¡Yo señor!, le responde asustado Robertino. Naún con revólver en mano, dice: mira, no tengo ni una bala, las terminé en la Ceiba. Muéstrale las que te iba a comprar para cargarlas en mi revolver le dice al tendero. Gracias a eso te salvaste.
Entonces Robertino más muerto que vivo se olvidó de comprar el licor y regresó corriendo a contar a sus amigos lo que le pasó por chistoso.
A medio año se le perdieron al papá de Robertino unas mulas que las tenía en Pampa Larga,
Como antes del 41 era normal que los zapotillanos arrendaran terrenos en Pampa Larga para labores agrícolas. ¡No había frontera real!, por lo que ecuatorianos y peruanos cruzábamos libremente el río sin problema. Nadie molestaba. El trato era igual.
Entonces, fue en busca de la mula que le robaron a su padre. La mula era fina. Llegó a Macará, pasó a Sabiango y cuando le cogió la noche pidió posada en la primera casita que encontró para al siguiente día continuar la búsqueda.
La sorpresa fue inesperada. Cuando entra a la habitación lo encuentra a Naún conversando con sus compañeros . Roberto no dijo nada, Naún apenas lo vio le dice: ¡oye sarco, tú eres el que me asustaste en Pampa Larga!, si le dice Robertino, ¡perdóneme la broma don Naún!, es que yo no sabía que estaba ahí. Olvida eso, le contesta.
Bueno y qué andas haciendo por aquí. Aún temeroso le contesta, vengo en busca de una mula que le robaron a mi padre. No te arriesgues en ir solo más allá le dice Naún. Estamos controlando el paso de los forasteros, te puede ir mal. Voy a proporcionarte dos hombres que te acompañen a buscar la mula.
Aunque la mula no la encontró, Robertino regresó tan agradecido de la generosidad de Naún.
Loja, 16 de octubre de 2016
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