Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador
En la parroquia Bellavista perteneciente al cantón Espíndola de la provincia de Loja se encuentra el Santuario del “Señor de la Buena Muerte”. En este privilegiado lugar podemos hacer turismo religioso y turismo ecológico.
Hacemos turismo religioso participando en las novenas, en las eucaristías,
en las procesiones, en las romerías y visitando al Santuario del “Señor de la
Buena Muerte”; y, hacemos turismo ecológico ascendiendo al mirador natural del
cerro Guambo, desde cuya cima podemos divisar en toda su magnitud la ciudad de Amaluza,
capital del cantón Espíndola y también los coloridos paisajes y poblados de los
cantones: Calvas, Gonzanamá, Quilanga, y Ayabaca en suelo peruano.
En este lugar conversamos con don Basilio Castillo, catequista de
Bellavista, quien nos cuenta que la fiesta religiosa más importante de esta
parroquia es la que realizan todos los años en honor al “Señor de la Buena
Muerte” el 8 de agosto. A esta festividad acuden cada año en peregrinación
miles de devotos desde las diferentes latitudes del Ecuador y el norte peruano,
especialmente de la ciudad de Ayabaca.
Dada la gran afluencia de peregrinos para venerar la sagrada imagen, el padre Sócrates
Chinchay, oriundo de esta parroquia, tuvo la iniciativa de emprender en la construcción del Santuario, gestionando en las diferentes instituciones, solicitando contribuciones voluntarias, donaciones de sus devotos y la gestión de sus párrocos. El diseño de la fachada es gótica y bastante llamativa, cuya torre incluida la cruz alcanza una altura de 34 metros. Los trabajos de la obra se iniciaron hace unos nueve años y en la actualidad (2023) está por terminarse.
Cuando le preguntamos ¿y desde cuándo
la fe religiosa por esta imagen?, él nos responde:
No se precisa fecha, pero según la
tradición dicen que son más de tres siglos.
Hay un dato muy curioso sobre la
presencia del “Señor de la Buena Muerte” en Bellavista. Dicen que lo trajeron desde la ciudad de
Quito.
Dos hermanos de la familia Cumbicus se
habían enemistado por problemas de linderos en sus terrenos; y, como aquí en
ese entonces no había autoridades que puedan mediar en estos asuntos, todo
reclamo se hacía en Quito; entonces, pese al pleito que tenían, resuelven viajar
juntos a presentar sus alegatos allá. La caminata desde aquí a la capital era
bastante larga, por lo que dicen que se demoraron cerca de tres meses.
Llegan a Quito y piden posada en la casa de un herrero quien cordialmente
los acoge y luego de que le cuentan el problema, le dice que duerman ahí para
que al otro día vayan a arreglar el litigio con las autoridades
competentes.
Llama la atención, la coincidencia que esa noche, mientras
duermen, los dos hermanos tuvieron el mismo sueño, un hermoso crucifijo habló y
les dijo: “llévame a tu tierra”. Ellos
sorprendidos al otro día se estrechan la mano y le cuentan al dueño de la herrería
lo que habían soñado. El herrero muy
seguro les dice, es el “Señor de la Buena Muerte” quien les pide que lo lleven.
Averiguan que en dónde pueden conseguir un crucifijo de
esas características y él les responde, yo lo tengo. Vayan a arreglar primero sus asuntos,
mientras lo busco.
Cuando regresaron le propusieron que les venda; más, el
herrero no aceptó y en vista del interés que tenían de llevarlo, les regaló. Olvidando todos los resentimientos que venía
de algunos años, muy contentos regresaron a Bellavista.
Es una clara manifestación de la bondad de Dios, Él los
utilizó como instrumento para que a través de este sueño de revelación “El
señor de la Buena Muerte” venga acá y se quede con nosotros, opina don Basilio.
Ya aquí “El Señor de la Buena Muerte”, -dicen- que los
hermanos Cumbicus y más moradores construyeron una chocita para venerarlo; pero
después de un tiempo la choza se quemó y milagrosamente el crucifijo se salvó.
Construyeron otra, que luego sucedió lo mismo. Desapareció el crucifijo, supuestamente
se pensaba que se quemó; más ocurre que un día, una señora que fue a buscar
leña en el lugar en donde ahora se levanta el Santuario y junto a un árbol de
guayuro lo encuentra intacto. Por eso se construyó su Santuario aquí.
La efigie fue colocada en tres lugares diferentes, en las
dos primeras las chozas se quemaron; pero, ahora se quedó para siempre “El
Señor de la Buena Muerte” en su Santuario.
Termina la conversación don Basilio Castillo contándonos que Bellavista es
un pueblo muy creyente y religioso, por lo que se siente feliz y muy orgulloso,
ya que en esta parroquia nacieron algunos sacerdotes, entre ellos: Sócrates
Chinchay, Klever Chinchay, Jorge Guarnizo, Máximo Calva, Benjamín Guayanay,
José Vicente, entre otros.
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