martes, 16 de enero de 2024

MISIONERA LOJANA EN PARAGUAY


La Hna. Emperatriz Morocho Placencia es misionera de la “Congregación de Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia”.

Dice: actualmente estoy en Asunción la capital de Paraguay cumpliendo mi trabajo en un sector económicamente bien bajo, pero es ahí en donde se puede hacer misión. ¡Me siento muy contenta!  


Llevo 38 años en calidad de misionera sirviendo a Dios, al prójimo y a los más necesitados. Me inicié en el Oriente ecuatoriano, concretamente en el Coca. Mi vida religiosa en calidad de misionera ha transcurrido en algunos lugares, como: Colombia, Corea del Sur, Chile y Paraguay. En este último lugar ya estoy tres años y de ahí no sé a dónde me depare el destino después de algún tiempo.

 ¿Qué hacen las misioneras?, le pregunto. Ella responde: los misioneros compartimos y ayudamos a sentir el amor y la paz de Dios a todas las personas y de manera especial a las que se encuentran viviendo en situaciones difíciles.

El ayudar y compartir es hermoso, porque la vida en sí, es comunidad.

Datos:


La Hna. Emperatriz Morocho Placencia nació en la parroquia Taquil perteneciente al cantón Loja, el 6 de febrero de 1965. Sus padres fueron don Manuel Visitación Morocho y Rosa Isabel Placencia.

Sus estudios secundarios los realizó en el Instituto Tecnológico “Daniel Álvarez Burneo” y los superiores en la “Universidad Técnica Particular de Loja” (UTPL), obteniendo el título de licenciada en Ciencias Humanas y Religiosas con la especialidad en Educación.

 

P.D.

Gracias hermanita Emperatriz por habernos honrado con su visita en la ciudad de Loja. Esperamos lo mejor en su regreso a Paraguay.


martes, 2 de enero de 2024

EL SANTUARIO DEL “SEÑOR DE LA BUENA MUERTE” EN LA PARROQUIA BELLAVISTA

 Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador

 




En la parroquia Bellavista perteneciente al cantón Espíndola de la provincia de Loja se encuentra el Santuario del “Señor de la Buena Muerte”.  En este privilegiado lugar podemos hacer turismo religioso y turismo ecológico.

 

Hacemos turismo religioso participando en las novenas, en las eucaristías, en las procesiones, en las romerías y visitando al Santuario del “Señor de la Buena Muerte”; y, hacemos turismo ecológico ascendiendo al mirador natural del cerro Guambo, desde cuya cima podemos divisar en toda su magnitud la ciudad de Amaluza, capital del cantón Espíndola y también los coloridos paisajes y poblados de los cantones: Calvas, Gonzanamá, Quilanga, y Ayabaca en suelo peruano.

 

En este lugar conversamos con don Basilio Castillo, catequista de Bellavista, quien nos cuenta que la fiesta religiosa más importante de esta parroquia es la que realizan todos los años en honor al “Señor de la Buena Muerte” el 8 de agosto. A esta festividad acuden cada año en peregrinación miles de devotos desde las diferentes latitudes del Ecuador y el norte peruano, especialmente de la ciudad de Ayabaca.

 

Dada la gran afluencia de peregrinos para venerar la sagrada imagen, el padre Sócrates


Chinchay, oriundo de esta parroquia, tuvo la iniciativa de emprender en la construcción del Santuario, gestionando en las diferentes instituciones, solicitando contribuciones voluntarias, donaciones de sus devotos y la gestión de sus párrocos. El diseño de la fachada es gótica y bastante llamativa, cuya torre incluida la cruz alcanza una altura de 34 metros.  Los trabajos de la obra se iniciaron hace unos nueve años y en la actualidad (2023) está por terminarse. 

 

Cuando le preguntamos ¿y desde cuándo la fe religiosa por esta imagen?, él nos responde:

No se precisa fecha, pero según la tradición dicen que son más de tres siglos.

 

Hay un dato muy curioso sobre la presencia del “Señor de la Buena Muerte” en Bellavista.  Dicen que lo trajeron desde la ciudad de Quito.

 

Dos hermanos de la familia Cumbicus se habían enemistado por problemas de linderos en sus terrenos; y, como aquí en ese entonces no había autoridades que puedan mediar en estos asuntos, todo reclamo se hacía en Quito; entonces, pese al pleito que tenían, resuelven viajar juntos a presentar sus alegatos allá. La caminata desde aquí a la capital era bastante larga, por lo que dicen que se demoraron cerca de tres meses.

 

Llegan a Quito y piden posada en la casa de un herrero quien cordialmente los acoge y luego de que le cuentan el problema, le dice que duerman ahí para que al otro día vayan a arreglar el litigio con las autoridades competentes. 

 

Llama la atención, la coincidencia que esa noche, mientras duermen, los dos hermanos tuvieron el mismo sueño, un hermoso crucifijo habló y les dijo: “llévame a tu tierra”.  Ellos sorprendidos al otro día se estrechan la mano y le cuentan al dueño de la herrería lo que habían soñado.  El herrero muy seguro les dice, es el “Señor de la Buena Muerte” quien les pide que lo lleven.

 

Averiguan que en dónde pueden conseguir un crucifijo de esas características y él les responde, yo lo tengo.  Vayan a arreglar primero sus asuntos, mientras lo busco.

 

Cuando regresaron le propusieron que les venda; más, el herrero no aceptó y en vista del interés que tenían de llevarlo, les regaló.  Olvidando todos los resentimientos que venía de algunos años, muy contentos regresaron a Bellavista.

 

Es una clara manifestación de la bondad de Dios, Él los utilizó como instrumento para que a través de este sueño de revelación “El señor de la Buena Muerte” venga acá y se quede con nosotros, opina don Basilio.

 

Ya aquí “El Señor de la Buena Muerte”, -dicen- que los hermanos Cumbicus y más moradores construyeron una chocita para venerarlo; pero después de un tiempo la choza se quemó y milagrosamente el crucifijo se salvó. Construyeron otra, que luego sucedió lo mismo. Desapareció el crucifijo, supuestamente se pensaba que se quemó; más ocurre que un día, una señora que fue a buscar leña en el lugar en donde ahora se levanta el Santuario y junto a un árbol de guayuro lo encuentra intacto. Por eso se construyó su Santuario aquí.

 

La efigie fue colocada en tres lugares diferentes, en las dos primeras las chozas se quemaron; pero, ahora se quedó para siempre “El Señor de la Buena Muerte” en su Santuario.

 

Termina la conversación don Basilio Castillo contándonos que Bellavista es un pueblo muy creyente y religioso, por lo que se siente feliz y muy orgulloso, ya que en esta parroquia nacieron algunos sacerdotes, entre ellos: Sócrates Chinchay, Klever Chinchay, Jorge Guarnizo, Máximo Calva, Benjamín Guayanay, José Vicente, entre otros.