viernes, 5 de septiembre de 2014

NAÚN BRIONES: Su cadáver


EL CADAVER DE NAÚN BRIONES

EN EL CORREDOR DEL CABILDO DE SOZORANGA

Tomado del libro NAÚN BRIONES, leyenda y tradición (2da. edición).
Autor: Eduardo Pucha Sivisaca.
Fotografía encontrada en el blogger Celicanos.com

 
En la parroquia Cruzpamba, perteneciente al cantón Celica, lo encontramos a don José Miguel Ayala, octogenario dedicado a labrar la tierra desde su juventud, hoy como un roble le resiste el paso al tiempo para contarnos parte de un interesante episodio de Naún Briones.

-Dice don José Miguel- nací en el cantón Sozoranga, el 24 de octubre de 1919, me casé con  Luzmila Torres, tengo nueve hijos.   Viví en mi tierra natal 30 años, luego me vine a Cruzpamba, y aquí he de morir.

¿Entonces, usted lo conoció a Naún Briones?, le digo.   ¡Sí!, me dice; pero de lo que más recuerdo es cuando lo mataron.   Yo lo vi muerto, tendido en el corredor del cabildo de Sozoranga y junto a él dos compañeros más.   Recuerdo bien.   En ese tiempo yo haya tenido unos 16 años.

Verá –continúa- en Yaramine Naún tenía un amigo llamado Gustavo Soto, ahí llegaba siempre.   Además venía a Sozoranga porque se había casado  con la señora Dolores Jaramillo.

La casa de mi papá estaba a unas dos leguas de la población.      Un día, a las cinco de la mañana, oímos disparos y un gran tiroteo en Sozoranga; mi papá ya había sabido que los carabineros lo andaban buscando para capturarlo.    Entonces cuando él oyó los disparos, dijo: ¡caramba, ya lo acorralaron a Naún! ¿Escuchan cómo truenan los disparos?

Como ya amanecía, le digo, papacito, ¡mándenos a verlo a Naún!, o a preguntar qué es lo que pasa en Sozoranga; entonces él nos dijo, váyanse pues.

Fui con mi hermano menor.   Corrimos, porque desde donde vivíamos, al pueblo había una larga distancia.   Para llegar a Sozoranga hay una cuesta, mientras caminábamos ese tramo, ya bajaba la gente comentando que lo han matado a Naún.

Nosotros al escuchar esto, corrimos, con la curiosidad de verlo.   Cuando llegamos, vimos agrupada bastante gente, y en un lado a un pelotón de carabineros.   Mi hermano y yo por el tumulto nos metimos como quiera y vimos que estaban tres cadáveres tendidos en el corredor del cabildo (ahí funcionaban las oficinas de la tenencia política).   Yo me acerqué más, y los carabineros más curiosos que nosotros, vi que lo pulseaban a Naún; luego le sacaron las botas, eran rodilleras con amarres nuevos, estaba vestido con una ropa color plomo claro.   Cuando ellos le sacaron las botas y le desabrocharon la camisa, pude ver el cuerpo de un hombre bien musculado y atacadito.   Las muñecas de sus manos eran un poco delgadas.

Dolores Jaramillo le enfrentó a Deifilio Morocho

Estaba paseándose en la calle el mayor Deifilio, cuando en eso llegó la señora Dolores Jaramillo, esposa de Naún, y le dijo: ¡ah, tú eres Deifilio Morocho!   ¡Te crees hombre porque estás respaldado de estos mamarrachos!   ¡Así le dijo la señora!

Deifilio, no le contestó una sola palabra.   Seguía paseándose, cuando menos pensado le dijo a la tropa: ¡Formar...!   ¡De frente… marr!   Se fueron por el camino que conduce a Cariamanga.

Luego de marcharse los carabineros, la gente comentaba, que si algo le contestaba el mayor Deifilio, la señora Lola, tenía un revólver debajo del chale para servírselo.   ¡Así fue!

De los dos muertos que estaban con Naún, decían que el uno era su primo y, el otro, uno de Sozoranga, de apellido Pardo.

Naún era blanco, medio churón y de patillas bajas.   Su primo casi tenía el mismo físico, un poco más pequeño, delgado y más joven.

Entonces la señora Dolores, cogió al cadáver y lo llevó a su casa para velarlo.   Luego la gente poco a poco se retiró del lugar.

Herrera lo traicionó a Naún

La gente un poco intrigada, comentaba que Agusto Herrera fue quien lo traicionó a Naún.   Esa noche habían estado tomando aguardiente en el caserío Los Pozos, que queda del pueblo para arriba, a un kilómetro.   Ahí le habían acorralado los carabineros.

Como estaban bebiendo, le habían mandado a Herrera a comprar más aguardiente en Sozoranga, a eso de las tres de la mañana.   En el pueblo le cogen los carabineros y a cambio de su libertad le piden que lo entregue a Naún, pero desarmado.   Herrera se comprometió y fingiendo llegó con el licor para seguir bebiendo.   Naún le dice, ¡porqué te has demorado tanto!, y Herrera le contesta: ¡sabe mi jefe!, en el camino me encontraron unos pendejos y me querían coger, yo por esquivarme, corrí por otro lado, por eso me demoré; pero aquí está la botella mi jefe.   ¿Qué le parece?, présteme su revolver para enfrentarles a estos pendejos, ¡conmigo no hay huevadas!   Naún confiando en la sinceridad de su compañero, le entregó el revólver.    ¡Así lo traicionó y le facilitó a Deifilio Morocho atacar la casa!

Naún se suicidó

Como Naún seguía tomando, ¡en eso, antes de las cinco de la mañana!, sale la esposa del dueño de casa con una hija a orinar, y la niña lo ve entre la maleza a un policía escondido.   Asustada le dice: ¡mamita, ahí está un policía!

Entonces regresan asustadas y le dicen: ¡Naún, por Dios, policías están ahí!  Él muy sereno les responde: ¡tranquilas, no salgan!   Se aseguró en la cintura otro revólver y pegó el salto hacia afuera por la ventana.   Le siguieron dos compañeros más y corrieron esquivando a la tropa hasta abajo, a la Hondura.   ¡En este lugar lo emboscaron!

Herrera fue el que le “sopló” al mayor Deifilio Morocho, avisándole que ya se va Naún por el Jagual, ahí tiene su escondite, si no le largan dinamita se va.   Entonces el mayor Morocho, mandó a traer dinamita y la reventaron en la peña.

Tres estuvieron ahí, los demás se quedaron en Los Pozos.   Como Naún en el escondite había estado en el rincón, y los dos a la llegada, a ellos los despedazó el disparo, no así a Naún; entonces él sale de la cueva y le enfrenta a Morocho: Deifilio “me rindo” ¡Serio, le contestó!  ¡Sí, dijo Naún!   Entonces se le acercó como a darle la mano, sacó su revólver de la cintura y le disparó, tan …, regresó a la cueva y con su misma arma se disparó.

Por eso cuando llegamos al corredor del cabildo, lo vimos a Naún con las sangre aún fresca que le había corrido desde la sien derecha en su cara.

Eso fue todo lo que vimos.   Después escuchamos, que Agusto Herrera también se fue.   Naún murió en el año de 1935, creo.

Nota del autor: Este relato consta en el Libro NAÚN BRIONES, leyenda y tradición, publicado en el año 2008.

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