Leyendas y tradiciones andinas / Loja - Ecuador
La Churonita, como cariñosamente se la llama a
la Virgen del Cisne, se la venera desde 1594.Son 427 años de peregrinación. Todos los años a
partir del 17 de agosto empieza la caminata. Parte desde su Santuario en El Cisne
con destino a San Pedro de la Bendita; el 18 llega a Catamayo y el 20 arriba a
Loja recorriendo más de 70 kilómetros de distancia; pero este año no fue así,
porque inesperadamente a la media noche del jueves 19 de agosto de 2021 arribó
a la iglesia de la Catedral de Loja. No hubo como en otros años el
acompañamiento multitudinario de miles de devotos por precaución de la
pandemia.
Esta romería está considerada como una de las más
grandes en Latinoamérica.
RELATO:
Anteriormente, el día 20 de agosto, la Virgencita en su romería desde el
Santuario del Cisne, llegaba a Loja por el barrio de El Pedestal.Recuerdo –dice- Miguel
Criollo, un septuagenario de San Cayetano y que actualmente vive en la ciudad
de Cuenca, así como ahora, la gente era bastante devota, casi toda la ciudad se
volcaba al encuentro de la Virgen, unos iban a traerla desde El Cisne, otros
desde Catamayo y los más viejitos avanzaban hasta El Villonaco por la carretera
antigua, o a La Urna (actualmente cerca del barrio Menfis).
En casi todo el camino había
gente que instalaba sus chinganas para ofrecer a los romeriantes toda clase de
comida, como: caldo de gallina, cuyes asados, tamales, fritada, refrescos y
más.
La Virgencita llegaba a la
catedral a las siete de la noche. Cuando estaba en el Pedestal
comenzaban a repicar las campanas y entonces Monseñor Aguirre, Obispo de Loja,
junto a un grupo de canónigos hacían una hermosa calle de honor desde la
Chorrera (en la bajada del Pedestal, había una chorrera grande de agua) hasta
la Catedral. En la calle Diez de Agosto, todos los balcones
eran engalanados con flores, cintas y cortinas; los niños y los devotos, desde
ahí lanzaban manojos de chagrillo y lluvia de pétalos de
flores. Eran miles de peregrinos que llegaban para luego
ingresar a la iglesia a participar de la misa.
Los
feriantes llegaban en acémilas
Lo que hoy es el parque
Bolívar, anteriormente se llamaba “La Estación”, ahí llegaban todos los
cuencanos que venían a la romería de la Virgen del Cisne y a la Feria del 8 de
septiembre. La mayor parte llegaba en acémilas. No
sé cuántos días caminaban, pero llegaba bastante gente. Calculo que
los cuencanos se transportaban en unas cinco mil acémilas; en tanto que aquí en
Loja, había gente que tenía listo los potreros para pastar las recuas de los
equinos de la gente forastera. En cada potrero cuidaban
a los animales dándoles agua, hierba y rastrojo. Había
potreros en San Cayetano, Yanacocha, el Plateado y otros
lugares. Entre los dueños de los potreros que recuerdo eran:
don Manuel Arcentales, unos señores Valdivieso, otros de apellido Guaricela y
mi abuelo, Gabriel Shunaula.
En ese tiempo, todo el
comercio llegaba en acémilas. No había aún transporte
vehicular.
La carretera que une Cuenca
con Loja estaba en construcción. Esta carretera la inauguraron
en 1948.
Refiriéndose a la ciudad de Loja –concluye-, en 1941, se extendía: por el
norte, hasta la calle José Félix de Valdivieso; por el sur, hasta la calle
Catacocha; por el este, hasta la calle Juan José Peña; y por el oeste, hasta el
margen del río Malacatos (Av. Universitaria). Así era la
ciudad. No soy tan preciso, pero ese entonces, la ciudad tenía
unos diez mil habitantes. Le digo eso, porque casi todos nos
conocíamos. Las calles no eran
asfaltadas, una que otra adoquinada. Lo único que era
pavimentado y adecentado era el Parque de la Catedral.
Referencias tomadas del libro de leyendas y
tradiciones: HUELLAS, página 16 y 17 / mayo 2006.
Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca.
Leyendas y tradiciones andinas / Loja - Ecuador
La Churonita, como cariñosamente se la llama a la Virgen del Cisne, se la venera desde 1594.
Son 427 años de peregrinación. Todos los años a
partir del 17 de agosto empieza la caminata. Parte desde su Santuario en El Cisne
con destino a San Pedro de la Bendita; el 18 llega a Catamayo y el 20 arriba a
Loja recorriendo más de 70 kilómetros de distancia; pero este año no fue así,
porque inesperadamente a la media noche del jueves 19 de agosto de 2021 arribó
a la iglesia de la Catedral de Loja. No hubo como en otros años el
acompañamiento multitudinario de miles de devotos por precaución de la
pandemia.
Esta romería está considerada como una de las más
grandes en Latinoamérica.
RELATO:
Recuerdo –dice- Miguel
Criollo, un septuagenario de San Cayetano y que actualmente vive en la ciudad
de Cuenca, así como ahora, la gente era bastante devota, casi toda la ciudad se
volcaba al encuentro de la Virgen, unos iban a traerla desde El Cisne, otros
desde Catamayo y los más viejitos avanzaban hasta El Villonaco por la carretera
antigua, o a La Urna (actualmente cerca del barrio Menfis).
En casi todo el camino había
gente que instalaba sus chinganas para ofrecer a los romeriantes toda clase de
comida, como: caldo de gallina, cuyes asados, tamales, fritada, refrescos y
más.
La Virgencita llegaba a la
catedral a las siete de la noche. Cuando estaba en el Pedestal
comenzaban a repicar las campanas y entonces Monseñor Aguirre, Obispo de Loja,
junto a un grupo de canónigos hacían una hermosa calle de honor desde la
Chorrera (en la bajada del Pedestal, había una chorrera grande de agua) hasta
la Catedral. En la calle Diez de Agosto, todos los balcones
eran engalanados con flores, cintas y cortinas; los niños y los devotos, desde
ahí lanzaban manojos de chagrillo y lluvia de pétalos de
flores. Eran miles de peregrinos que llegaban para luego
ingresar a la iglesia a participar de la misa.
Los
feriantes llegaban en acémilas
Lo que hoy es el parque Bolívar, anteriormente se llamaba “La Estación”, ahí llegaban todos los cuencanos que venían a la romería de la Virgen del Cisne y a la Feria del 8 de septiembre. La mayor parte llegaba en acémilas. No sé cuántos días caminaban, pero llegaba bastante gente. Calculo que los cuencanos se transportaban en unas cinco mil acémilas; en tanto que aquí en Loja, había gente que tenía listo los potreros para pastar las recuas de los equinos de la gente forastera. En cada potrero cuidaban a los animales dándoles agua, hierba y rastrojo. Había potreros en San Cayetano, Yanacocha, el Plateado y otros lugares. Entre los dueños de los potreros que recuerdo eran: don Manuel Arcentales, unos señores Valdivieso, otros de apellido Guaricela y mi abuelo, Gabriel Shunaula.
En ese tiempo, todo el
comercio llegaba en acémilas. No había aún transporte
vehicular.
La carretera que une Cuenca
con Loja estaba en construcción. Esta carretera la inauguraron
en 1948.
Las calles no eran
asfaltadas, una que otra adoquinada. Lo único que era
pavimentado y adecentado era el Parque de la Catedral.
Referencias tomadas del libro de leyendas y
tradiciones: HUELLAS, página 16 y 17 / mayo 2006.
Autor del libro: Eduardo Pucha Sivisaca.