Leyendas y tradiciones andinas
Loja - Ecuador
A la
Virgencita del Cisne, como cariñosamente se la llama, se la venera en la
parroquia de su mismo nombre, desde el 12 de octubre 1594.
Dicen
que, desde esos años, dada la cercanía de un pueblo a otro, por edicto
eclesiástico era trasladada en procesión por sus devotos desde El Cisne hasta
la parroquia de Chuquiribamba cada 20 de noviembre y retornaba el día primero
de diciembre.
Durante
su permanencia en este pueblo era motivo de una gran fiesta religiosa y
comercial, a donde acudían gente de Chaguarpamba, Zaruma, Portovelo, Ambocas,
Salatí y otros lugares. Esta era una
tradición que difícilmente se la podía desarraigar.
Curiosamente
el 20 de noviembre de 1933, los pobladores de El Cisne. por chismes y un mal
entendido, se niegan a entregarla a la Virgen para que los devotos de
Chuquiribamba la lleven a su parroquia, argumentando que alguien les había
dicho que quieren quedarse con Ella y no retornarla a El Cisne.
El
nonagenario, don Alfonso Pucha de la parroquia Chuquiribamba, confirma diciendo
que su papá le contó, que en ese año (1933) se habían ido a traerla a la
Virgencita desde El Cisne, bastantes devotos, entre ellos: Abelino Reinoso,
Mariano Remache, Venancio Loarte, Marcos Remache, Juan de la Cruz Tene, Diego
Remache, Rubén Cuenca, Reinaldo Cuenca y decenas más, acompañados de las bandas
de músicos, coheteros y chagrilleros.
Cuando
don Abelino Reinoso emprendía el camino a Chuquiribamba cargando la urnita de
la Virgen, menos pensado algunos pobladores de El Cisne le cayeron a golpes y forcejeando
un rato le quitaron. ¡Ahí se armó el
alboroto!, porque toda esa gente había estado preparada con palos, machetes y
hasta con escopetas.
En ese
tiempo estaba el padre Ricardo Fernández como párroco de El Cisne, entonces, él
advirtiendo la magnitud del problema y tratando de evitar enfrentamientos inútiles,
les dijo: para que no se vayan resentidos, ustedes adelántense y me esperan en
Sambopamba (lugar que está en la bajada de Piñín, cerca al río) y allí personalmente
les voy a entregar la urna con la Virgen.
Los
chuquiribambas un poco incrédulos, así lo hicieron, se adelantaron, unos
confiando en el ofrecimiento del padre y otros no. Desde Sambopamba todos miraban inquietos a
la distancia y el sacerdote no asomaba por ningún lado.
Más o
menos a la una de la tarde, lo vieron avanzar a paso agigantado al curita que
se acercaba con la urna de la Virgen, en el sector de Potochura.
Efectivamente,
cumplió el ofrecimiento; pero esa fue la última vez (1933) que la Virgencita
hizo su romería a Chuquiribamba.
Al
siguiente año, en vista de que los cisneños ya no la querían entregar a la
Virgen para que solemnice las fiestas del Treinta
de noviembre, encabezados por el Dr. Florentino Muñoz, párroco de
Chuquiribamba en ese entonces y los priostes, mandaron a pintar un cuadro bien
grande de la Virgen del Cisne en la ciudad de Quito donde el pintor Víctor
Mideros, hermano de Fray Enrique Mideros, autor de innumerables cuadros e
imágenes religiosas pintadas en todo el interior de la iglesia de Santo Domingo
de la ciudad de Loja, en esa época.
Fueron
en esta comisión don Nicolás Guaya y Segundo Cuenca; luego de algunos meses les
comunicaron que la obra estaba terminada y que el pintor cobraba solamente por los
materiales. Una vez que el cuadro
estuvo en nuestra parroquia, la bendición del mismo la realizaron el 10 de agosto
de 1935.
¿Cuadro o puerta,
decían los cisneños?
En 1935, con el
cuadro de la Virgen, los devotos comenzaron a realizar la romería ya no desde
la parroquia de El Cisne, sino desde el barrio Tesalia hasta Chuquiribamba, en
las mismas fechas acostumbradas.
Dicen
que amarraban con unas betas en dos largos palos y cargaban el cuadro entre
cuatro personas.
Con
globos y bulla de cohetes, por la empinada cuesta, salían en procesión desde la
pequeña capilla de Tesalia, en medio de cánticos y rezos, por la Chorrera, para
luego coronar la cima de Santo Domingo y tomar la travesía a Chuquiribamba
acompañada de las bandas de músicos y danzantes.
Como
la población de El Cisne está frente a frente con el barrio Tesalia, ellos se
sorprendieron ese año, al observar la misma bulla y algarabía de los
chuquiribambas llevando a la Virgen para solemnizar la “Fiesta del 30 de noviembre”.
Dicen: así como no faltó un judas en la muerte de Cristo; no faltó un cisneño
en esta romería, que luego de haber participado, les contó a sus
paisanos los que vio.
Desde
ahí comenzaron a ridiculizar a los chuquiribambas, diciéndoles que en vez de
cargar a “Mamita Virgen”, cargan una puerta en las procesiones.
En
tanto, cuentan los “mayores”, que todos los cisneños que se burlaban de esa
manera y aquellos que se opusieron para que la Virgen haga la romería a
Chuquiribamba, tuvieron un final funesto.
¡Así
terminaron!
Hacen
una réplica de la Virgen
Dada
la incomodidad para transportar el cuadro, y la burla de que eran objeto los
pobladores de Chuquiribamba por los de El Cisne, dice don Venancio Loarte, que
una señora que vivía en Turopamba perteneciente al barrio Saracapa, llamada
Petrona Michay, entregó al síndico de ese entonces la cantidad de 4.000 sucres
para que manden a esculpir la imagen de la Virgen del Cisne.
Esa es
la que ahora solemniza las fiestas de noviembre y hace las romerías a todos los
barrios de la parroquia.
También trabajamos
en la basílica, dicen
No
resignados aún, dicen algunos viejecitos de Chuquiribamba, nosotros también tenemos
derecho a llevarla a la Virgencita a nuestro pueblo, aunque sea por un
día. Nosotros, también contribuimos con
donaciones y trabajo en la construcción de la actual basílica.
Don
Mariano Remache afirmaba que él trabajó en la basílica y que la gente, por devoción
y su propia voluntad iba allá. Las
zanjas que cavaron para las bases, eran de unos cuarenta metros de profundidad,
allí los devotos de los diferentes lugares, trabajábamos como hormigas. Recuerda que la piedra, la arena y el ripio
lo acarrearon en burritos, en yuntas y al hombro desde el río Saracuña. La construcción de la basílica demoró muchísimos
años.
Eduardo Pucha
Sivisaca
Loja, noviembre de
2020