Trabajé en el colegio Diez de Noviembre de la parroquia Los Encuentros, cantón Yanzatza, provincia de Zamora Chinchipe, en la década de los años ochenta. Concretamente, desde 1980 a 1983. Ahí conocí a mucha gente del lugar, entre ellos a don Alejandro Velázquez, quien educaba a sus hijos en el indicado colegio.
Ahora radico en la ciudad de Loja. Antes de la pandemia de la Covid 19, pasé por este lugar y me encontré con don Alejandro, a los 37 años.
Emocionados
conversamos y a la pregunta de cómo llegó a esta parroquia, él dice: Yo fui policía, me desempeñaba como peluquero. Como tal, vine a Zamora en 1957. Ahí escuchaba que están colonizando río
adentro y que la Junta de Recuperación Económica de Loja y Zamora Chinchipe a
los colonos les entregaba un terreno de hasta de 50 hectáreas. Como
provengo de un hogar humilde, tenía la idea de que una superficie así poseían
solamente los hacendados.
Ya
en Zamora, me hice amigo de los nativos, y ellos me invitaban a remar en sus
canoas. Luego de algunas salidas, me
llevaron hasta Las Peñas, límite con Morona Santiago navegando un día y de regreso
dos porque remábamos a contracorriente.
Más,
hice amistad con el shuarita Miguel Andrade, entonces, él me llevaba siempre en
su canoa y así poco a poco fui conociendo todas las comunidades que se
encontraban al margen del río Zamora pasando por Cumbaratza, Zumbi, Yanzatza,
Los Encuentros, El Pangui, Chuchumblrtza.
Los
policías no podíamos estar en un solo lugar, por lo que me dieron el pase a
otra ciudad y por mi oficio de peluquero recorrí casi todo el Ecuador.
Poco
me gustó la carrera, por lo que a los cuatro años de servicio pedí la baja y vine
a vivir en Zamora, luego pasé a Cumbaratza.
Aquí me casé con Luz Elena González, y como la construcción de la carretera
desde Loja avanzaba y el negocio en estos lugares era bueno, pusimos un puesto de
comida para servir a los ingenieros y trabajadores, esto fue en 1959. De aquí el Ing. Iván Riofrío, contratista de
la carretera, me llevó a trabajar de cadenero en el barrio Muchimi, cerca de
Los Encuentros. En este lugar trabajé
más de un año y como ya encontré el terrenito que soñaba tener en Los Encuentros,
le agradecí al ingeniero la oportunidad que me dio de trabajar con él. Aquí construí mi casita en 1965; recuerdo
que este lugar en ese entonces era selva virgen aún y los únicos finqueros que había
hasta el sitio El Padmi, eran: don Segundo Ortiz, don Japón, Manuel Esparza,
Luis Páez (nativo), Alfonso Aguirre y la familia Cabrera.
Ya
con dos hijos, el gran problema era la educación, quería ponerlos en la
escuela, no había en dónde, la única posibilidad era en Yanzatza y no había como
mandarlos porque eran pequeños y el transponte público solamente llegaba hasta
la altura de Chicaña.
Entonces
nos reunimos siete padres de familia que teníamos el mismo problema e interés
de educar a nuestros hijos: Alfonso Aguirre, Baltazar Espinosa, Manuel León, Manuel
Castillo, Gaspar Ortiz, Miguel Zumba y yo.
Para
que viaje a la ciudad de Zamora a hacer gestiones y conseguir un terreno a
través del IERAC (Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización), los
compañeros me apoyaban con uno o dos sucres cuando podían.
El
trámite demoró en viajes y gestiones, hasta que un día, el Ing. Hítalo Moreno
de origen manabita y que en ese día se hacía cargo de las oficinas del IERAC, atendió
mi pedido y me ofreció personalmente viajar a Los Encuentros, como
efectivamente así lo hizo. De esta
manera y a través de este funcionario logramos la donación del terreno,
desmembrando un pedazo de la finca de don Segundo Ortiz.
Enseguida
iniciamos los trámites y la construcción de la escuela, hoy Gabriela Mistral. Como carecíamos de dinero, entonces en un
inicio, hicimos un salón provisional de tablas de tres por cuatro metros en
donde albergaba a siete alumnos.
El
primer profesor, fue un quiteño de nombre Miguel Valencia, y como no había en
la escuela un lugar apropiado para que pernocte, entonces venía a dormir en mi
casa hasta que don Serafín González construyó la suya y le cedió un cuartito.
Durante mi permanencia en este lugar, los amigos me contaban que estas tierras fueron de propiedad del nativo José Antonio Mangasho y que las negoció a unos por dinero y a otros les cambió por animales, escopetas o radios, por lo que antes de terminar la conversación bromeando le digo: Don Alejandro, ¿es verdad que usted cambió la finca con una vaca a José Antonio Mangasho ? Ríe y dice, ¡eso no es cierto! Cinco mil sucres le pagué por trece hectáreas de terreno. Esa finca la trabajé por largo tiempo, la vendí y compre la que tengo ahora.
Las
fincas, en verdad, en ese tiempo eran de los nativos, pero ellos poco a poco fueron
vendiendo y se alejaron de aquí. Se iban
por las márgenes del río Nangaritza, pasaban Paquisha, Guaysimi y llegaban a Shaimi. Decían que por ahí hay tierras baldías y que
a ellos les gusta la libertad.
Termina
nuestra conversación y dice: con registro oficial Nro 388, el 26 de febrero de
1981 se creó la parroquia Los Encuentros, siendo su primer Teniente Político,
el señor Antonio Torres.
Loja,
31 de agosto de 2020