Eduardo Pucha S.
En Zapotillo, ciudad
fronteriza entre Ecuador y Perú, a 220 Km. desde la ciudad de Loja, el día 28
de mayo de 2016 corrió la bola que esa madrugada había fallecido Fidel Castro. Así le comunicó Gonzalo Flores a su hermano
Raúl, mientras conversábamos con él. “Hermano, te dejo, me voy porque esta
madrugada se ha muerto Fidel Castro, ¿qué no sabías?, le dijo.
Nos sorprendió la
noticia porque ese día no habíamos leído la prensa ni escuchado radio
alguna. Estábamos totalmente
desinformados.
Terminada la conversación
caminamos por una callecita angosta que conserva aún su primer diseño
urbanístico y mientras recorríamos ese tramo, nos dábamos cuenta que la novedad
aumentaba en casas y portales. ¡Todos
comentaban la muerte de Fidel!
Donde llegábamos, se
escuchaba el mismo comentario: “¡se ha
muerto Fidel Castro!”
Los centros
comerciales, las tiendas de abarrotes habían cerrado sus puertas; los
vendedores ambulantes igual no realizaban actividad alguna. ¡Todos consternados por la muerte de Fidel!
Las calles solitarias y
silenciosas le daban un acento de tristeza conmovedora a quienes lo conocieron
y a quienes no.
Esta circunstancia hizo
que nos encamináramos al puente internacional de Lalamor, veinticinco
kilómetros más allá de Zapotillo y en este lugar encontramos igual, soledad y
tristeza. Cruzamos el puente hasta la
localidad de Alamor en territorio peruano y nuestra sorpresa fue mayor, no había nada, nada, solamente ciudadanos
peruanos cruzando el puente internacional a territorio ecuatoriano para asistir
a los funerales de Fidel Castro.
Comentan que Fidel ha
fallecido en Loja y que, en la madrugada, en caravana sus compañeros del
volante lo trasladaron desde la gasolinera de Zapotillo hasta Miraflores.
Cerca al río de
Lalamor, en la línea de frontera, vive don Iván Maldonado quien lamenta la
muerte de su amigo, dice: Fidel fue una persona muy servicial; cuando se le
pedía un favor, siempre se lo daba, era bien conocido aquí en el Ecuador y al
otro lado del río en el Perú. Fue amigo
de todos, por eso lo extrañaremos mucho en todo Zapotillo.
Siempre hemos estado en
su casa, hemos saludado y recibido favores.
Entonces, por qué no estar allá
en sus funerales. Yo más tarde quiera o
no tengo que irme, porque esa es la costumbre.
Aquí en la zona hay una
creencia, que al muerto hay que
acompañarlo y despedirlo comiendo en su casa y si fue bien amigo, mucho más,
tiene que acompañar al velorio y al entierro, luego regresar a la casa del
difunto a la cena: tres platos de comida por lo menos, seco de chivo, seco de
res y sopa; esto se hace no porque la comida es gratuita, sino porque la
amistad fue grande y el aprecio se lo demuestra así.
Recuerdo, que cuando
murió mi padre, luego de que lo llevamos al cementerio algunas personas se quedaron
en la casa cocinando, entonces mi hermana sorprendida dice, ¡ya pues, hasta cuando!, es que es así
la costumbre hermana, le digo. Les
llamó la atención a la familia que no vivía aquí, a que desde tan lejos vengan
a participar de la comida gastando mucho más en pasajes, como por ejemplo
Juanito Ramirez, la Michita, Bolívar Rogel.
Es que así es la costumbre y tradición de este pueblo. Tú tienes que venir a comer, aunque tengas
que fletar una camioneta que vale cincuenta dólares, o sea no es que voy a
comer porque hay comida gratis, no, yo voy a comer porque los aprecio.
Lalamor y Miraflores en
el Ecuador y Alamor en el Perú, son pueblitos
pequeños cercanos pero bien relacionados entre sí, para nosotros no hay
fronteras; o sea, yo paso al otro lado y
la gente me saluda con consideración y estima, igual ellos vienen
acá y tienen el mismo trato. Entre
Lalamor y Miraflores habrán unas trescientas personas y en Alamor sitio peruano
hay mucho más, creo unas quinientas; entonces al velorio vendrá no solo gente
de estos barrios, sino de otros como: Tronco Quemado, Máncora, Guásimo,
Briones, Achotes, Pampa Blanca, Valle Hermoso, y desde el mismo centro de
Zapotillo.
Fidel, fue menor que
mí, debió haber estado por unos 62 años, ¡algo así!, termina manifestando muy
nostálgico don Iván Maldonado.
Declina la tarde y
nosotros llenos de tristeza regresamos a Loja; pero espiritualmente presentes
en los funerales de don Fidel Castro.
Loja, 24 de
julio de 2016