Publicado en diario LA HORA - LOJA / 18 de noviembre de 2015
DETONANTE PARA LA MUERTE DE NAÚN BRIONES
Autor: Eduardo Pucha S.
El pequeño Oswaldo Arias, temblándose y pálido de miedo
frente a lo que vio a sus cortos años de edad, dijo: “¡háganme rezar porque
mucho tardan en matarnos!”.
Esto le relató la señora Rosa Núñez, a su nieto Marcelo
Reyes, después de algunos años del asalto que fue víctima por Naún Briones en
el sitio Zhucata el 5 de diciembre de 1934.
Felipe Loayza, siendo mi consuegro me traicionó, eso es lo
que más me duele. Yo le vendí mi finca
de Cangonamá Grande de Macará en cuatro mil sucres y ese día me entregó mil
doscientos como parte del pago.
Recuerdo el fatídico día cuando en el camino interrumpieron
nuestro paso y un hombre alto, tiznado el rostro, me exigía la entrega de diez
mil sucres y como no lo hice porque no tenía, dijo a la caravana: “júntense
para matarlas”. Nosotras más
muertas que vivas, muy asustadas hicimos el acto de Contrición, y como seguían
amenazándonos de muerte, el niño Oswaldo Arias repitió: “¡háganme rezar
porque mucho tardan en matarnos!”
Gracias a Dios, eso no sucedió. La verdad es que Felipe me delató porque
había sido compinche del bandolero.
Pero le mintió porque la finca no le vendí en diez mil
sucres. Este embustero todavía una hora
antes del viaje lo adelanta a un peón con un papelito dirigido a Naún
asegurándole que viajaba a Alamor con todo ese dinero, que naturalmente a
cualquiera le llenaba el ojo porque era bastante.
Salimos de Macará en la madrugada, con mi hija, mi nuera,
dos nietos, el uno de dos años y el otro recién nacido, la señora Mercedes
Cobos, el niño Oswaldo Arias y el arriero Sabulón Poma. Eran las nueve de la mañana cuando en el
desolado sitio de Zhucata, de entre las malezas salieron algunos hombres disparando
al aire y al grito de “nadie pasa de aquí” nos asaltaron. Después, mi nuera la Teresa se sorprende al
verlo al peón de la familia. Y tú ¿qué haces aquí?, le pregunta, don Felipe me
mandó y no me dijo para qué.
Por este detalle, nos dimos cuenta que el asalto fue
planificado porque el infeliz de Felipe Loayza le aseguró a Naún que viajaba
llevando en las faltriqueras de la mula los diez mil sucres; pero les falló.
De pronto esta novedad se regó por toda la zona y al
enterarse del asalto el cura Lautaro Loayza párroco de Alamor, muy indignado se
dirige al entonces presidente de la república Dr. José María Velasco Ibarra,
mediante un telegrama, en los siguientes términos: “Ya no se soportan los
asaltos del Bandolero Naún
Briones. Acaba de asaltar a mi comadre Rosa Núñez viuda de Orellana, tome medidas urgentes”;
y como el cura Loayza tenía peso en la política lojana porque era partidario de
Velasco Ibarra quien en ese año asumía la primera presidencia de la república;
le contesta con otro telegrama diciéndole: “Su orden será cumplida, no puedo
darle más detalles porque todos los telegrafistas de esa zona son lacayos de
Naún”.
¡Claro!, no podía darle más detalles, porque ya marchaban
desde Quito a Loja sesenta carabineros.
Dicen que el Dr. Velasco Ibarra llegó al Batallón Quito y
sin más explicaciones dijo: recién se ha cometido un asalto en la provincia de
Loja, tengo denuncias de los hacendados de La Maca, Casanga, Almendral,
Macandamine, San Guillín, y otras, a
quienes el bandolero Naún Briones los extorsiona. Necesito un carabinero valiente y decidido
para capturarlo. ¿Quién se hace cargo
de esta misión?
Como el Mayor Deifilio Morocho fue compañero de Naún en la
escuela de Cangonamá y desde ahí enemigos, se ofertó, porque sabía de los
movimientos del bandolero. Esta fue la
oportunidad para perseguirlo y acabar con él, porque también era una piedra en
el zapato.
Una vez seleccionado el pelotón de carabineros a cumplir
esta misión, el Señor Presidente de la República ese mismo día los despidió
desde la ciudad de Quito rumbo a Durán, en el tren mixto Eloy Alfaro.
Sin perder tiempo, en Durán subieron al barco Olmedo comandado por el alemán Grunahue. Los carabineros le dicen al Mayor Deifilio, ¿a dónde nos vamos? A cumplir una misión secreta. Arreglen pronto el armamento y los
caballos, porque esta noche llegamos a Puerto Bolívar.
Desde Puerto Bolívar el pelotón se desplaza solamente
durante la noche. Llegaron a Alamor,
pasaron a Sozoranga y luego de una encarnizada persecución, el 13 de enero de
1935 lo emboscaron en la peña de Piedra Liza.
Ahí murieron: Víctor Pardo y Rindolfo Espinosa; pero Naún Briones, se
disparó en la sien derecha.
Termino mi conversación preguntándole a Marcelo, ambos son
de Cangonamá, ¿qué parentesco tenía Naún con Deifilio?, muy indignado me
responde: “¡ninguno, por Dios Santo, eran dos seres diferentes, Deifilio Morocho indígena puro,
en tanto que Naún blanco y buen mozo!”