Cuando estamos bordeando el
año 2014, quedan pocos nonagenarios y mayores que conocieron o escucharon sobre las andanzas
del bandolero Naún Briones.
En esta ciudad, la
señora Flora Aguirre Vidal que al momento tiene cerca de los noventa, dice, yo
estaba pequeña, pero si me acuerdo, cuando vivíamos en la finca El Vergel cerca
de Macará. El sólo saber que Naún andaba por ahí, inquietaba a la gente.
Pensábamos que nos va a robar.
Cuando en la noche
los perros se alborotaban, asustados decían: ¡Madre Santísima, son los
ladrones, no será Naún Briones el que viene!, entonces todos corrían a esconder
las cosas.
Recuerdo que una
noche los perros ladraban y ladraban, entonces mi mamá le dijo a mi papá:
Albertano, Albertano, los perros ladran en la pampa del compadre Felipe. Mi papá se levantó de inmediato, luego de
darse la vuelta alrededor de la casa regresó diciendo, ¡no Juana!, es la gente
que está pasando por ahí; pero mi mamá no se convenció y asustada se levantó y
escondió debajo de la cama y en unas ollas sus joyitas y algunas monedas de
plata blanca que tenía. Pasado el susto,
al otro día buscaba las cosas para volverlas a su lugar y de algunas no se
acordaba en dónde las dejó (ríe). Nosotras como éramos chiquitas nos temblábamos
de miedo, hasta llorábamos, total, a Naún Briones ni lo conocíamos.
Si el rumor se daba
en el día, el escondite, era en una huecadita que la llamaba Los Higuerones,
ahí ponía a buen recaudo sus cositas y a nosotras también. En tanto que mi papá se quedaba en la casa
para cuidar disque. Decía, si viene,
qué se lleve pues lo que quiera. ¡Qué puedo
hacer yo solo! ¡Nada! Pero él aseguraba que sí lo conoce a Naún,
inclusive había conversado.
Una vez llegó a la
casa un señor cargado una caña y terciado un buen “garantizado”. Le preguntó a mi mamá que en dónde estaba
Albertano. Como mi papá no estaba, se
quedó esperándolo. En el campo se tiene
la costumbre de colocar en el corredor una banca larga de madera para recibir a
los forasteros, entonces él se sentó y luego se recostó a descansar.
En eso mi papá
llegó de la huerta con su burrito cargado de yucas, camotes y guineos. Se saludaron. Luego que lo descarga al burrito, entra a la
cocina y le dice calladito a mi mamá, ¡es Naún Briones el que está afuera!,
prepárale el almuerzo, que ya le invité.
Ella casi se desmaya de la sorpresa y como de costumbre disimuladamente
esconde las cosas.
Mientras ella
preparaba la comida, Naún jugaba con nosotras en el patio. Luego pelando la caña nos daba
tajaditas. Nosotras, felices
entretenidas con él.
Conversando con mi
papá le decía, que guaguas tan lindas que tienes. Mi hermana María como era más grandecita,
tenía ojos verdes, churonita y alhajita,
bromeando continuaba, ella va a ser mi esposa.
Luego, almorzamos
juntos. Se levantó, agradeció, preguntó
cuánto vale y se fue. ¡No pasó nada!
Tomado del libro: "NAÚN BRIONES, leyenda y tradición" (Segunda edición - 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario