MOTIVACIÓN A LA CREACIÓN LITERARIA
Y EL AMOR A LA LECTURA
C O N F E R E N C I A S U S T E N T A D A
E N C H A N C A Y,
C I U D A D C E R C A N A A L I M A
CON LA PARTICIPACIÓN DE ESCRITORES
DE ARGENTINA, PERÚ Y ECUADOR
C I U D A D C E R C A N A A L I M A
CON LA PARTICIPACIÓN DE ESCRITORES
DE ARGENTINA, PERÚ Y ECUADOR
XX ENCUENTRO INTERNACIONAL – NACIONAL PERUANO
DE ESCRITORES Y ARTISTAS
INTEGRACIÓN CULTURAL – EJE: HUARAL – AUCALLANA – CHANCAY
del 28 de noviembre al 1 de diciembre de 2013
Entre uno de mis
entretenimientos en el campo de la literatura, especialmente en el de la
literatura popular, es el de visitar recintos, pueblos y ciudades;
perderme entre su gente, conversar y recoger la información oral muy rica
en leyendas, tradiciones y costumbres,
que por ventaja las hay en el colectivo de cada lugar, para posteriormente sin
alterar el fondo de cada historia recogida, pulirlas y plasmarlas en
narraciones escritas.
Iniciaré leyendo una
narración corta, que corresponde a la leyenda y tradición de un bandolero muy
conocido en mi patria, pero que sus acciones desde luego no justificadas lo
hicieron merecer el cariño por el sector de los menos favorecidos y el odio por
los ricos y terratenientes de la provincia de Loja
Su nombre: Naún Briones.
En la actualidad cuando preguntamos a los campesinos del cordón
fronterizo entre Ecuador y Perú, todos coinciden en decir que él vivió en carne propia el dolor, la miseria y la injusticia
social, por lo que desde muy joven se convirtió en bandolero, para robarles algo de las fortunas a los terratenientes y luego regalar
a los pobres.
La presencia de él la
ubicamos en la década de los años 20 y 30 del siglo anterior, cuando el
bandolerismo se convirtió en una especie de protesta social de nuestros
pueblos.
También, aquí en el Perú, en
la parte norte, concretamente en Piura lo ubicamos a Froilán Alama, y que según
la tradición, aseguran que los dos eran amigos y se encontraban en Sullana y otros
lugares de la frontera. Además cuando
Foilán cometía sus fechorías en territorio peruano, se refugiaba en el Ecuador,
en las inmediaciones de Zapotillo o Sabiango.
Este legendario personaje ha
dado tema para que narradores y poetas creen y recreen sus acciones y
andanzas.
Para el libro NAÚN BRIONES,
LEYENDA Y TRADICIÓN, cuya segunda edición está en preparación, he logrado
recoger cerca de 60 relatos contados con mucha originalidad por algunos
abuelitos que por ventaja aún viven y en su niñez lo conocieron o escucharon de
boca de sus padres muchas vivencias y anécdotas de este singular personaje.
El relato que voy a
compartir el día de hoy, me fue contado por don Luis Díaz Chamba, nonagenario
de la parroquia Cangonamá que en su infancia lo conoció a Naún Briones porque
era su vecino.
La narración en referencia
dice así:
NAÚN ME MANDÓ A
COMPRAR GALLETAS
Era un día sábado cuando llegó Naún a la casa
de mi papá. Como de costumbre dijo:
Pepito presta un vaso para tomarnos un trago.
Mientras mi padre buscaba el
vaso, continuó Naún diciendo: facilítamelo a Luis para que se vaya a Cangonamá
a comprar unas galletas. ¡Bueno!, le
contestó mi papá. Entonces don Naún
sacó un papelito del bolsillo de su camisa, escribió y me lo entregó diciendo,
¡Lucho!, anda con este papelito y entrégale a
Segundo Ramón. ¡Cogí el papel y
me fui! Llegué en Cangonamá a la tienda
de don Segundo y le digo, ¡este papelito le mandó don Naún!; don Segundo cogió,
lo leyó y me dijo, ¡espera un momento muchacho! Entró a un cuarto que estaba al fondo y
luego salió con dos cartones pequeños y me dice, lleva las galletas que me
manda a pedir. Entonces, metí en mi
alforja un cartoncito a cada lado y regresé.
¡Estaban pesadas las galletas!, y como todo muchacho es curioso, en el
camino cerca al cementerio me senté para ver que diantres es lo que pesa tanto,
¡porque estas no parecían ser galletas!; entonces abro un cartón y en vez de
galletas encuentro proyectiles, por eso pesaban tanto. ¡Proyectiles de revolver, amigo! Mientras fui a comprar las galletas, ellos
ya se habían tomado una botella de mallorca.
Bueno, llegué a la casa y le digo, aquí le traigo lo que me
recomendó. ¡Ya Lucho, muchas gracias!,
dijo. Sacó del bolsillo unos billetes y
me regaló cien sucres, ¡en ese tiempo era plaata! ¡Yo contentísimo! Me palmeo y dijo ¡muchas gracias
Lucho! ¡Muchas gracias! Se puso la cananas, su revolver al cinto,
cabalgó en su mula y se fue…
¿Cuándo vuelves Naún?, le dijo mi papá, ¡no
sé! Respondió. ¡No he de volver
pronto!
hora
¿QUIÉN ESCRIBE CUENTOS?
¡Narrar, es contar algo!, y por supuesto, ¡todos
tenemos algo que contar! No
necesariamente las cosas maravillosos; también las cosas sencillas se vuelven
maravillosas.
Eduardo Carrión González, distinguido escritor lojano,
refiriéndose al apasionante arte de contar, dice: “El cuento es hermoso cuando simplemente es hermoso y no porque
necesariamente haya recurrido a meditaciones filosóficas como Borges, ni al
barroquismo de Lazama Lima, ni a los desafíos y rupturas técnicas de Cortázar,
sino que más bien como Juan Rulfo, como José María Arguedas, nos ha recordado
que la simplicidad con la que se relata una anécdota le da un sentido de
limpidez que nos hace pensar en la totalidad de escribir un cuento”. (Sur idea pag. 16, Nro 7 / abril 1997)
¡Bueno! y ¿quién escribe cuentos? La
mayoría de los mortales, pensamos que los que escriben novelas, cuentos,
relatos o cualesquier tema literario, lo hacen solamente gente privilegiada,
personas que han nacido con ese don, y que para el resto les resulta
complicado.
Otros en cambio creen, que quienes hacen literatura,
tienen que estudiar años de años en escuelas, colegios especializados, o seguir
una carrera universitaria con especialidad en esta rama, para obtener un título
de novelista, cuentista, relatista o narrador.
¡No, nada de esto! Dicha sea la
verdad, en nuestro país hasta el momento no se conoce a una sola escuela, un
solo colegio y ninguna Universidad en donde se prepare y forme a los
estudiantes en una carrera para: escritor, novelista, cuentista o poeta.
Quien gusta de este maravilloso arte, desde luego que,
a más de tener conocimientos de cultura general, debe tener buen gusto y una
gran sensibilidad estética para conmoverse ante todos los acontecimientos y
contrastes que se presentan en nuestra vida cuotidiana, para así enfocar con
profundidad los problemas sociales y las inquietudes del hombre, utilizando un
lenguaje artístico.
Creo que también surge la pregunta, ¿de dónde salen
los argumentos y las historias de las narraciones? Si partimos del concepto, que “cuento es una narración
breve de sucesos reales o imaginarios o
ambos a la vez”, entonces como verá usted, ahí está el hilo del
asunto. Algunos cuentos o novelas, son el producto de la fantasía, en tanto que otros
y porque no, la mayoría, son historias reales de nuestro diario vivir.
Nuestro trabajo, nuestra condición socioeconómica,
nuestro entorno natural, y nuestras vivencias, nos dan los temas y argumentos
para escribir un relato. Las alegrías y
las tristezas; los desengaños y las esperanzas son elementos que se plasman en
la creación literaria, toda vez que la literatura es el reflejo de la realidad.
¡Entonces, se preguntará usted! ¿Puedo escribir un
cuento? ¡Claro que si! Todos tenemos capacidad para hacerlo, porque
tenemos mucho que contar y por su puesto
mucho que escribir; lamentablemente, no nos atrevemos a borronear en un papel
todo lo que pensamos, sentimos o imaginamos.
¡Haga la prueba y verá que sí puede!
¿PARA QUÉ ESCRIBIR CUENTOS?
Ya lo manifestamos en líneas anteriores que “cuento es una
narración breve de sucesos reales o
imaginarios o ambos a la vez”, cuyo propósito es el de entretener y deleitar a los
lectores; y, cuando nos referimos a la educación básica, escribimos para los
niños y los jóvenes con la finalidad de estimular el amor por la lectura.
Luis A. Cárdenas, educador cuencano, en su libro
“Cuentos Populares” (publicado en 1984), en un párrafo de su parte
introductoria dice: “La escuela
debería usar, entre otros libros, un texto de lectura elaborado por los niños y
sus padres. Los educandos deben leer e
interpretar una historia viva, de su comunidad; conocer primero lo cercano, lo
nuestro, para apreciar más tarde los valores que se hallan tras el horizonte”.
En tanto que Fausto Abad Zúñiga, en su libro ¡Cuentos
y Cosas!, (Publicado en el año 2005), comienza en su prólogo diciendo: “Esta obra nació con la observación del poco interés de
mis hijos adolescentes en la lectura (…).
Me dije, quizá pretencioso, luego de haber fracasado
con algunas argucias e incentivos, que si su padre escribía algo que les
pudiese motivar, los atraería definitivamente hacia una costumbre insustituible
para la formación integral de la juventud.
Y como eso creí beneficioso para mis hijos, juzgué que
también podría ayudar a los demás (…)”.
En verdad, el libro es motivador. El padre escribiendo un texto para
incentivar el gusto a la lectura a sus hijos.
Creo que los dos autores citados están en lo cierto. Es que en la actualidad poco leemos, poco
nos interesamos en la lectura; entonces es necesario buscar nuevos mecanismos pedagógicas
para interesar el amor a la lectura en nuestros niños y jóvenes.
Ésta, juzgo ser la razón por la que algunos obreros de
la cultura nos hemos comprometido a escribir literatura popular, como: cuentos,
leyendas, tradiciones y otras narraciones, para por una parte divulgar la
cosmovisión de nuestros pueblos y por otra proporcionar a los compañeros
maestros, mediadores de lectura como material de apoyo para el desempeño
docente.
Para
terminar, me permito hacerles conocer otro relato corto en el género de la leyenda y la tradición, el
mismo que será incluido, en la segunda edición del libro NAÚN BRIONES,
cuya primera edición se la realizó en el año 2008.
NAÚN
NACIÓ EN YANZARA
Don Luis Emilio Díaz es el único sobreviviente en la
parroquia de Cangonamá, que conoció en su infancia al legendario bandolero Naún
Briones.
Al frente es Yanzara, dice, allí vivía la
señora Etelvina Briones, en esa casa nació Naún. Yo tenía nueve años cuando él venía a
visitarlo a mi papá porque eran bien amigos.
Como mi papá se llamaba José María, entonces le decía, ¡Pepito!, vengo a
visitare y a que me cuentes las novedades de aquí. Sácate un vaso, para tomarnos un trago. Mi papá sacaba el vaso y se sentaban en el
corredor y se tomaban una botella de Mallorca, porque él tomaba solo
embotellados peruanos. Luego, se
despedía, la espoleaba a su mula en dirección a la casa de doña Etelvina y se
perdía por la inverna.
¡Poco pasaba aquí!, pero era querido por
todos. Decían que robaba, ¡yo no puedo
afirmar esto porque no he visto!, y si
robaba lo hacía en otros lugares pero nada trajo acá. Cuando venía se portaba muy bien con todos y
a nadie le hizo daño. Aquí se pasaba
visitándola a su mamá, unos quince días, de repente hasta un mes, luego no se lo
veía por alguna temporada. Al frente
vivía su tía Laura, a ella la visitaba, y luego
salía a Cangonamá y otros lugares.
Recuerdo que sabía llegar en una mula bien
aperada. Portaba un revolver al cinto,
otro terciado al hombro ¡y las cananas llenecitas de proyectiles!; además una
carabina de desgonce colgaba del cabezal de la silla de la mula.
A nadie le llamaba la atención verlo así
porque ya estábamos acostumbrados. Era
buen amigo, buen hombre, muy generoso.
Una vez bajábamos de la escuela de Cangonamá por el caminito que han venido ustedes,
entonces había estado subiendo la señora Zoila Cuenca desde Utumine y al encontrarla
le dijo, ¿a dónde va abuelita?, ¡a Cangonamá a comprar la comidita para las
guaguas! le responde, ¡está bien!, le dijo, metió la mano al bolsillo, sacó
unos billetes, no vimos cuánto, pero le dio y le dijo: toma abuelita, lleva
para que compres algo más y si los encuentras a los compadres, no les dirás
nada ( a los policías les decía compadres).
En otra ocasión le quiso regalar a mi papá un
revolver. ¡Le dice!, Pepe, hazlo quedar
el revolver para que tengas de recuerdo, yo mañana o pasado me he de
morir. Mi papá le dijo, no Naún, te
agradezco, ¡pero no! Él insistía que lo
haga quedar y mi papá no quiso y no quiso.
¡Yo que era muchacho, decía en mis adentros, ¡a mí mejor me lo
regalara!, (ríe).
Volviendo a lo de la mula, le contaba a mi
papá que esa mula era veloz, hacía cinco horas desde Catacocha a Celica. ¡Qué linda mula! ¡Es de Máncora!, afirmaba. En ese tiempo hacer cinco horas desde Catacocha a Celica era una hazaña porque
normalmente había día y medio de camino.
“No cabe
duda que Naún Briones fue un bandido, pero un bandido muy decente”.
Hago mías las palabras de Cordobés Maure, escritor
colombiano que dice:
“El pueblo me lo contó
y yo al pueblo se lo cuento
y pues la historia no invento
responda el pueblo y no yo”
Chancay,
30 de noviembre de 2013
Eduardo
Pucha S.
ecuatoriano