Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador
Publicado en la Revista
Cultural digital LOJA GRITA ARTE N°10, página 19 y 20.
Una historia que pocos la conocen
Luego de algunas expediciones de exploración al oriente ecuatoriano, que las inició en 1953, el soñador y visionario Cristóbal Padilla Cox, acompañado de un centenar de valientes hombres de Amaluza, Jimbura y Cariamanga, el 30 de noviembre de 1961 fundó el barrio San Andrés, hoy floreciente parroquia del cantón Chinchipe en la provincia de Zamora Chinchipe. Los sobrevivientes de esta histórica odisea, cuentan que, en este lugar, ese día, en medio de la enmarañada selva, izaron la bandera del Ecuador; y el Padre Andrés Gómez (español) integrante de la caravana, fue quien ofició la primera misa en honor a su fundación.
¿De
dónde vino Cristóbal Padilla Cox, pregunté?
¡No sabemos, me respondieron las personas con las que conversé! Él nunca
nos contó, por lo que el conglomerado social de esta zona especuló y tejió increíbles
leyendas en torno a su procedencia.
En
Jimbura, don Juan Bautista Delgado dice: “Verá,
don Cristóbal Padilla llegó a nuestro pueblo como mandado de Dios. Eso fue en
1954. Nunca nos contó su lugar de nacimiento, unos decían que es de Cuba, otros
que es del Perú, otros en cambio que es espía, y así… Cuando llegó, solamente dijo que su
aspiración era abrir un camino al Oriente y llegar a Zumba; y así lo hizo. Juanito Sarango me contaba que a Cristóbal lo
conoció en la hacienda de Tabloncillo, luego vivió en Cariamanga, y a los
dieciocho años de edad entró al servicio Militar y de ahí vino a Jimbura”.
La
señora Sonia Calva, en San Andrés, cuenta que su papá se llamó Juan Rómulo
Calva Girón, y que él decía: “en ese
tiempo nos azotó una tremenda sequía en Jimbura, por lo que las siembras que
realizamos se perdieron, los animalitos se murieron, escasearon los alimentos y
la hambruna hizo presa de nosotros. ¡No teníamos qué comer! Por esta razón, muchas madres de familia cambiaron
a sus hijos por alimentos. ¡Fue terrible!
Pero, Dios es grande,
vino don Critóbal Padilla y organizó a la gente de Jimbura y Amaluza para abrir
trocha en la montaña y entrar a las tierras baldías del oriente y llegar hasta
el actual pueblo “San Andrés.”
En
tanto que, don Vicente Jiménez Abad de 90 años de edad, dice: “yo nací en Jimbura. Con don Cristóbal nos hicimos amigos allá. Él
me invitó venir acá a San Andrés.
Entonces, con un grupo de veinte personas venimos y llegamos hasta Las
Vegas, aquí construimos una chocita y sembramos unas plantas de guineo.
Como el lugar era muy
fértil, don Cristóbal nos insinuaba a poblar. ¡Tienen que regresar a estas
tierras nos decía! Nosotros le decíamos que sí y entonces él para asegurarse de
que cumpliríamos, procedió a comprometernos bajo juramento.
Nos formó en fila y a
cada uno de nosotros nos hizo jurar que íbamos a seguir viniendo. ¡Todos cumplimos! De entre ellos los recuerdo
a: Artemio Cordero y Justo Calva.
Con este compromiso, en Jimbura nos organizó y
comenzamos a construir el camino para venir.
En el inicio hacíamos cinco días para llegar hasta aquí, luego íbamos
enderezando el camino y hacíamos tres.
Justo Calva y yo fuimos
los primeros que nos radicamos aquí y a Jimbura regresamos después de un año. Sembramos: papa, zanahoria, guineo, plátano,
maíz. En un inicio cultivamos para nuestro consumo; pero cuando comenzó a
llegar más gente, vendíamos porque ya había compradores.
Luego de radicados aquí,
salíamos a Jimbura cada tres meses para abastecernos de los productos básicos
como: sal, dulce, arroz, fósforos y más. Yo cargaba al hombro desde Jimbura dos
arrobas de peso, igual lo hacía Justo.
SAN ANDRÉS VIEJO Y SAN ANDRÉS NUEVO
Don José Miguel Jiménez dice: “cuando tenía 26 años de edad, vine de Jimbura a San Andrés con cuatro amigos, esto fue en 1968. Nuestro propósito era llegar a Zumba, pero como nos gustó el lugar, nos quedamos aquí y dos años más tarde me casé.
El pueblo no era aquí, era arriba en Las Vegas, ahí se
conserva aún una cruz grande que lo identifica. Cuentan que en ese lugar el
Padre Andrés Gómez celebró su primera misa.
Como el barrio crecía y sus casitas distaban una a otra, entonces, en calidad de Presidente de la Pre – cooperativa de colonización Santa Marianita de Jesús, le propuse a don Vicente Augusto Jiménez que nos venda o nos cambie con el terreno comunal del frente, el terreno que él compró a don Bolívar Ontaneda. Esto lo hice con la finalidad de reubicar a San Andrés, porque este lugar prestaba mejores características y proyecciones. Como don Vicente aceptó, comenzamos nuestro trabajo, primero iniciamos con la construcción de la casa comunal. ¡Eso fue el comienzo!
Posteriormente, el trazado de las calles realizó un señor entendido en la materia de apellido Robalino
que trabajaba en el Consejo Provincial de Zamora Chinchipe. Todo lo hizo al ojo. Le decía al compañero de trabajo, corta una vara larga y coloca la una aquí y la otra allá, y así no más trazaba, sin teodolito ni más aparatos. A todo el terreno lo dividió en las manzanas que son las que existen ahora. Dijo, aquí va a ser el parque, alrededor las calles. Dejó el espacio para la construcción de la iglesia, para el sub centro de salud, para la escuela y más.
Una vez que se terminó el trazado de calles, fue el IERAC en 1975 quien entregó los lotes a los primeros pobladores. Recibieron entre ellos: Leovigildo Gahona, Leoncio Gahona, Miguel Alberca, Carmen Abad, Fidel Alberca, Melva Jiménez, Roberto Jiménez, Rodolfo Merino, Napoleón Merino, Nicanor Abad, Juan Delgado, Emiliano Abad, Gilberto Abad, Vitaleano Peña, Vicente Augusto Jiménez y Justo Calva entre otros. De todos ellos, unos se quedaron aquí, otros vendieron y otros ya fallecieron
Ahora, en San Andrés Viejo, como recuerdo solamente se conserva el cementerio, lugar en donde se enterraron los primeros habitantes. Hay trece sepultados: dos adultos y once niños. Ahora ya no se entierran ahí porque tenemos un cementerio nuevo.
Don Cristóbal Padilla fundó San Andrés arriba en las
Vegas; pero él no supo que se lo reubicó aquí, porque cuando resolvimos hacer
esto, él ya falleció.
¿CÓMO
LO DESCRIBEN A CRISTÓBAL PADILLA COX?
Todos
quienes lo conocieron y trataron con él, coinciden en calificar la calidad de
persona que fue: humanitario, generoso, servicial y sobre todo de sentimientos
muy nobles. La señora Melva Petronila
Abad, dice: “don Cristóbal Padilla fue
muy amigo con nosotros. Yo lo conocí desde cuando se casó con la señorita
Yolanda Torres en Amaluza. Era un hombre muy servicial, inteligente, alto,
blanco, barbado, ojos verdes, simpático, amable y muy caritativo. Fíjese, era el “médico del pueblo”, curaba a
todos los enfermos de esta zona y al que tenía dinero le cobraba, al que no
tenía le esperaba o no le cobraba. Lo
que le interesaba es solucionar el problema.
Sin importar el lugar en donde esté el enfermo se movilizaba caminando o
en acémila a cualquier hora del día o de la noche.
Fue un gran hombre y un gran líder, un caballero que
se ganó el aprecio, cariño y respeto de todos”.
MICROBIOGRAFÍA
DE CRISTÓBAL PADILLA COX
En
un artículo (Epopeya de un caminante) publicado en abril del año 2012 por los
profesores: Walter Aguirre y Manuel Cabrera, en la revista Yaguarzongo N°38,
órgano de difusión de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo de Zamora
Chinchipe, en la página 29 refiriéndose a don Cristóbal dice:
“Cristóbal Padilla de Cox Galarza, nace en Galápagos
el 19 de octubre de 1927, su padre fue don Exequiel Padilla de Cox y su madre
la señora matrona Carmen Galarza, su niñez transcurre en Tulcán, con la familia
Velasco la misma que le prodigó amor y abrigo hasta su juventud, su educación
la realiza en el vecino país del norte Colombia, luego llega a la provincia de
Loja a la edad de 19 años a trabajar en una hacienda del cantón Calvas, además
ingresa a cumplir su año de conscripción en el ejército en el BI – 20
capitán Díaz de la ciudad de Cariamanga, ejerce las funciones de enfermero realizándolo
de muy buena manera. (---)”
Falleció
el 24 de abril de 1968 en un trágico accidente de explosivos en el sitio Las
Cuevas, mientras se encontraba junto a otros compañeros dinamitando una roca,
para dar paso al camino que hoy se comunica con la ciudad de Zumba en el cantón
Chinchipe.
Su
pasión y entrega a una noble causa para los pueblos sur orientales es poco
conocida a través de los textos oficiales. Más la conocemos a través de la
memoria oral que guardan los pobladores de Amaluza, Jimbura y San Andrés.
Para perennizar su nombre, en el parque de la parroquia de Jimbura, hay un
descuidado monumento con la efigie de Don Cristóbal Padilla, construido por el
I. Municipio de Espíndola en el año 2004. El Lic. Manuel de J Andrade, en
calidad de Alcalde, en una placa recordatoria, en pocas palabras resume la
valía de este hombre soñador, que en ningún momento buscó la gloria, sino el
bienestar de sus semejantes.
El texto en referencia dice:
“Hombre de extraordinario
talento: visionario e impulsor heroico del camino que unió Jimbura con el valle
selvático ahora llamado “San Andrés” y Zumba.
Junto a un grupo de valientes jimburenses, cristalizó su anhelo
incomprendido y que hoy en día permite la supervivencia de más de 300 familias
de Espíndola y otros lugares”.
Lic. Eduardo Pucha S.
Loja, 6 de julio de 2022