Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador
Hace 87 años, en la ciudad de
Sozoranga, falleció Naún Briones, el bandolero social más buscado en el sur
ecuatoriano, hecho acaecido en el sector Piedra Liza, el 13 de enero de 1935 a
las siete de la mañana. Sus restos
mortales descansan en el cementerio general de Sozoranga.
Con este motivo publicamos el
relato “Soy hija de Naún”, que consta en el libro: Naún Briones leyenda y
tradición, tomo 1, página 50. También incluimos
las fotografías de la hija y su descendencia, por lo que, de acuerdo a este
seguimiento, de lo que se conoce hasta ahora, Naún Briones tiene: 1 hija: Celia
Rosa Chamba; 6 nietos: Ruth, Ximena, Cleopatra, Zulay, Jawar y Diego Criollo
Chamba; 18 bisnietos y 2 tataranietos.
RELATO
La señora Celia Rosa Chamba,
nació en Cangonamá el 8 de marzo de 1923, va a cumplir 85 años de edad y en la
actualidad (2008) vive en la ciudad de Loja.
Al preguntarle sobre Naún Briones, nos dice:
¡Verá! Mi abuelita se llamó
Facunda Velitama, había sido madre soltera.
Era una señora pobre, por eso se iba a trabajar donde don Abel
Salcedo. Trabajaba por quincenas, cocinando
para los peones. Entonces mi mamacita
se quedaba sola en la casa, cuando en eso, Naún Briones la había embarazado, y
a los 16 años ya me tuvo a mí.
Antes que suceda esto con Naún,
mi mamá había tenido un novio; un señor que la quería mucho y le había
propuesto matrimonio. Ella dice que le
contó a su prometido que iba a tener un hijo de Naún y que por eso no se
casaba; pero él le había dicho, “eso no importa, yo me caso contigo”, ¡y
se casó!
Adela se llamó mi mamá. Naún ya se había enterado que se iba a
casar, entonces dice que un día cuando pasaba con la señora Aurora Pambi por la
tranca de la casa del finado Emilio Bustos, la encontró y le dijo: “Adela,
Adela, no te cases, después vas a sufrir, porque el hijo que esperas, es mío”. ¡Ella no le hizo caso!
Como nací bajo matrimonio (dice doña
Celia), tengo el apellido Chamba.
Norberto Chamba fue el esposo de mi mamá; él me crió, no me quejo,
porque jamás me dijo nada, fue bueno conmigo.
Yo a él le decía papá.
Me enteré que Naún Briones era mi
verdadero papá, cuando ya estuve grandecita. Vivíamos en el sitio Lando, a unas dos
horas de camino desde Cangonamá y desde ahí me iba a la escuela todos los días. Una mañana me encontró una señora y me
preguntó: ¿qué Norberto si te quiere? ¿Qué Norberto no te trata mal? ¡No!, le dije, ¿por qué? ¡Porque vos no eres
hija de él! ¡Eres hija de Naún Briones! ¡Así me dijo! Ahí, en ese momento me enteré.
En la tarde cuando regresé a la
casa, le pregunté a mi mamá, que si era verdad lo que me había dicho la señora,
entonces ella se puso a llorar y me dijo: ¡sí!
¡Es verdad hijita!
Ella es mi
hija, dijo Naún
Yo si lo conocí a mi papá. Un día de mañanita llegó a Lando, con don
Ignacio Román. En ese momento recién me
levantaba de la cama y apenas me vio, le escuché que le dijo a don Ignacio:
¡ve, esta chica es mi hijita!
¿Y tu papi? ¿Y tu mami?
¡Me preguntó! Yo le dije que en
la cocina están. Pasó enseguida a
verlos. Conversaron y luego ellos le
brindaron el desayuno.
Ese día recuerdo que la profesora
nos dijo que nos iba a llevar de paseo a Yamana. Cuando le estaba diciendo esto a mi mamá,
Naún le preguntó ¿qué dice la chica? y ella le contestó ¡dice que quiere irse
al paseo!, entonces él le recomendó, que no valía que me manden porque estoy
muy pequeña.
Su fisonomía la tengo tan
presente: era blanco y tenía los ojos azules.
Ese día estaba puesto un bonito sombrero.
Me había querido
ayudar
Naún me había querido llevar a
ponerme en una escuela de Loja. A su
prima, la señora Romelia Bustos le había rogado para que me tenga y me
matricule en la escuela. Como antes
no había carreteras ni carros, le había contratado al señor Isaac Villano para
que en una acémila me lleve a Loja donde la señora Romelia. A mi mamá le había propuesto esto y al
enterarse mi padrastro, no había aceptado.
En otra ocasión cuando mi mamá
pasaba cerca de la casa de la señora Laura Briones, en el sitio El Tuno, menos
pensado dice que le encontró Naún y le dijo, toma este dinero y estos zarcillos
de oro; pero ella no le recibió, creyendo que ha de querer estar con ella; él
bien respetuoso, continuó, no son para vos, sino para la chica, que guardes
para cuando esté grande. ¡Así le había dicho!
¡En Cangonamá, todos saben que
soy hija de Naún! La señora Etelvina
Briones, mamá de Naún, la señora Agripina y toda la familia me querían. Yo sabía irme donde ellas o ellas venían a
la casa de mi madre. La señora Agripina
me quería más.
Le rezo a mi
padre en el día de difuntos
Cuando había muerto Naún, yo
todavía estaba pequeña. De él, unos
hablan en bien, otros hablan en mal.
Unos dicen que él era ladrón; en cambio otros afirman que robaba a los
ricos para darles a los pobres. ¡Eso
creo más! Recuerdo, había una señora
llamada Melchora Guevara que cuando murió Naún, lloraba diciendo que él fue más
que un miembro de su familia. Como era
pobre, entonces él le regalaba dinero y le llevaba ropita. ¡Era bien generoso!
Una vez dicen que saliendo a
Catacocha en un sitio que se llama Tierra Morada, le encontró un señor que
bajaba puesto un sombrero nuevo, entonces él le dijo: préstame el sombrero porque
está haciendo mucho sol. El señor un
poco temeroso le dio, Naún dizque sacó de uno de sus bolsillos unos billetes y
le dio diciéndole: toma este dinero para que te compres dos.
Hace unos dos años con la señora
Amadita Luzuriaga me fui a Sozoranga a conocer el lugar en donde había muerto
mi padre, y en donde está ahora su tumba.
En el Día de Difuntos, le paso
una misa y rezo por él. En noviembre
del año anterior le pasé una en Cangonamá.
Aquí en Loja también. El padre
Segarra, una vez me dijo, ¿Por qué, tú pasándole misas a Naún Briones? ¡Es que él es mi papá! le respondí.
También tocaba
la guitarra
Don Heriberto Loayza contaba que
mi papá cantaba y tocaba la guitarra.
Una vez que había estado tomando unas copitas donde él, allá en Buena
Vista, dice que escuchó estos versos:
Si alguna vez la suerte
me arrastra hacia el abismo
siempre soy el mismo
y acuérdense de mí.
NOTA.- La señora Celia Rosa Chamba
Velitama, falleció en la ciudad de Loja, el 10 de julio de 2013 a la edad de 90
años.