En una ocasión cuando estábamos en la piscina
tomándonos unas cervecitas con don Expedito Córdoba quien hace poco falleció,
me contó una hermosa historia sobre el bandolero Naún Briones manifiesta don
Luis Ortega Sotomayor quien en la actualidad tiene 61 años de edad y vive en la
ciudad de Zaruma. Él decía, continúa,
cuando niño fui lustrador de botas y en una ocasión junto con otro niño que
hacía lo mismo lo vimos a un señor sentado en el parque central de nuestro
pueblo al que le ofertamos lustrarle los zapatos quien gustoso aceptó, y como
éramos dos, lógicamente convenimos en
lustrar un zapato cada uno. Recuerdo
que mientras pasábamos la tinta y el cepillo en su calzado, mi amigo que no era
de aquí sino lojano, alzó a verle la cara y sorprendido dijo: ¡Don Naún!, quien con el dedo índice en los labios hizo
“Chizzz”, mi amigo quedó calladito y no dijo nada, entonces Naún bajó un poco
la falda de su sombrero a la cara y esperó que termináramos de lustrarle. Se paró, metió la mano en su bolsillo y nos
pagó un sucre para que nos repartiéramos los dos. ¡Un sucre era bastante dinero en ese
tiempo! Cuando llegué a la casa, por
poco aguanté, porque mi papá no creía que esa cantidad nos haya pagado y no
juzgaba prudente que a mi edad lleve tanto dinero. Al día siguiente, mi amigo y yo regresamos
al parque pensando lustrarle otra vez, ya no lo encontramos.
Los mayores nos contaban que Naún venía de la
provincia de Loja por el Santuario de El Cisne, llegaba a Curtincapa y Salatí
porque allí tenía amigos, y luego venia acá.
En una ocasión lo metieron a la cárcel, pero estuvo solamente dos horas
porque el carcelero se puso de parte y le dejó las llaves, y bueno, abrió las
seguridades y se fue.
El calabozo en ese tiempo estaba ubicado en el
Municipio Viejo al lado de una grada que quedaba en el primer piso. Ahora en el mismo lugar se levanta el actual
Municipio.