En este lugar lo encontramos a don Luis Enrique Morillo Melo, quien trabaja más de 40 años fotografiando a los turistas. Al acercarnos y conversar con él, dice: el santuario pertenece al corregimiento de Las Lajas del municipio de Ipiales. Es visitado por turistas de todo el Mundo, especialmente de Holanda, Inglaterra, estados Unidos, Japón y España; tiene la singularidad de estar construido en una empinada peña, sobre un puente de dos arcos sobre el río Guáitara; tiene 20 metros de largo por 17 de ancho y una altura de 80; en tanto que la altura del templo desde su base en el río hasta las torres es de cien metros.
Refiriéndose a la aparición de la pintura en esta piedra, continúa: la tradición se remonta a 1754. Según dicen, la señora María Mueces de Quiñonez, era una lavandera que vivía en Potosí, y todos los días pasaba por aquí a Ipiales para lavar la ropa de la familia Torrensano. El recorrido diario que hacía era de siete kilómetros. En una ocasión cuando regresaba de Ipiales a Potosí con su pequeña hija que era sordomuda, al pasar por este lugar le sorprende una torrencial lluvia acompañada de truenos y relámpagos, por lo que tuvo que guarecer en una cueva funesta y que supuestamente para los mortales era la morada del diablo; es en este instante cuando Rosa, la niña sordomuda le dice: “mamita, la Mestiza me llama”, doña María mira al frente y no sale del asombro al ver en la peña la reluciente imagen de la Virgencita y a su hija por primera vez escucharle hablar. ¡Increíble! Este es el primer milagro que obra Nuestra Señora del Rosario.
Pero a la tercera vez cuando la gente se percata que la niña escucha y habla, resuelve ir a peregrinar y orar en la peña, constatando en esta ocasión que efectivamente la Virgen está ahí.
-Mire, ¡esa es, tal como apareció!, me dice don Luis Enrique indicándome con su mirada, claro que ahora le han hecho unos pequeños arreglos, pero es la misma imagen la que está en el Altar Mayor -
Se llama de “Las Lajas”, porque toda esta parte que mira usted es roca. Esas piedritas delgadas en plancha se llaman Lajas. Entonces por eso la denominación “La Virgen de las Lajas”.
Desde entonces comenzó a poblarse este sitio y a convertirse en un lugar turístico.
Hablando de milagros -continúa don Luis Enrique- el que presencié fue ahí, al frente, en la esquina del santuario. Llegó una señora que según supimos después, ya había tenido intentos de suicidio y como aquí encontró el lugar apropiado, del puente se lanzó al vacío, nosotros la vimos cómo descendió al río; más ella del fondo salió ilesa, se paró a la orilla y regresó para nuevamente volver a lanzarse. El puente es altísimo. ¡Asustados corrimos a socorrerla, pero no le pasó nada!, ¡milagro!