“Aquellos que tú crees que han muerto, no han hecho más que adelantarse en el camino”
¿Qué es la vida?, ¡una ilusión, una sombra, una ficción! Así se interrogaba Calderón de la Barca, y en otro momento se respondía, ¡La vida es un sueño y en cenizas le convierte la muerte!
Qué difícil resulta entonces, entender y explicar este fenómeno que se da en el trajinar de nuestra vida; el destino del hombre, es morir, y el morir es tan natural, como lo es el nacer.
Estoy aquí, para encarnar el duelo de cuatro generaciones en la familia y el pueblo de Chuquiribamba; porque hablar de Ángel Benigno, es hablar de uno de los más representativos y decanos que aún lo hemos podido conservar en la familia Pucha, es hablar de la representación viva de la sabiduría y la experiencia, es hablar de un libro abierto a la vida. ¡Pero lamentablemente se nos fue!
Ángel era la esencia pura del trabajo, la solidaridad, y el deber; la esencia del amor sublime a su esposa e hijos. Era ese alguien de nobleza transparente.
¡Físicamente ya no lo veremos más! Vamos a extrañar sus pasos por nuestras calles y caminos que le eran cuotidianos. Vamos a extrañar su presencia en todos los lugares que le eran comunes. Queda un vacío grande en su casa y en este lugar sagrado, en donde religiosamente todos los domingos escuchaba los sermones en la misa. Se nos va quien como buen católico, por muchas ocasiones fue: regidor, gobernador y alcalde de obra de la iglesia; se nos va quien fue prioste y devoto de la virgen, el niño Dios y los santos de la iglesia. El paso por este escenario, hizo de Ángel un hombre generoso e integro. Nació hace 97 años y durante todo ese tiempo recorrió el campo, los caminos y las calles de nuestro pueblo. ¡Hoy se quedan yermas, lúgubres y vacías!, pero impregnadas de la huella imborrable de la sencillez y humildad de un hombre dedicado al amor al servicio y al trabajo.
La muerte llegó a nuestra casa; pero ésta, no es más que un descanso para el cuerpo y el inicio de una nueva vida. Tu alma está viajando a la eternidad y tu cuerpo pronto se confundirá en la mansión de los espíritus que descansan en paz; pero el recuerdo de tu vida y las virtudes que te ennoblecieron, quedarán impregnadas en nuestros corazones. Tus siete hermanos y tus tres hijos, muy regocijados te están esperando en el cielo con ramos de olivo y coronas de flores, para seguir compartiendo la felicidad que la tuviste en la tierra junto a los tuyos. “La vida nos ha sido dada para buscar a Dios, la muerte para encontrarlo y la eternidad para poseerlo”. Estamos ahora aquí, familiares y amigos, muy acongojados para despedirte en tu viaje final.
Ángel Benigno: me resisto a decirte adiós; solamente quiero despedirme: ¡hasta luego! Te adelantaste en el camino, pero de seguro, que muy pronto estaremos en donde moran las almas sinceras, puras y nobles.
Loja, 17 de febrero de 2011