¿Y LA PIEDRA DE LA VIRGEN?
Por: Eduardo Pucha S.
Vino el Ishpingo, desbarató la cerca y se la llevó la “Piedra de la Virgen”, así comenta apenado Lizardo Buri. En el libro “Cántaro de Eternidad” editado en el año 2004, publicamos el relato bajo el título “La virgen de la Piedra”, que en una de sus partes decía lo siguiente: “En el camino de herradura que conduce desde Chantaco al barrio Cañaro, curiosamente en un cerco construido no se sabe cuándo ni por quién, en la parte posterior de una piedra de regular tamaño, está dibujada la figura de la Virgen, y que según sus vecinos y moradores dicen que es la del Cisne. El cerco se encuentra en los terrenos de la señora María Sinche. Ella tiene más de cien años de edad y cuando le preguntamos que desde cuándo la conoce a esta piedra, ella dice: “desde que era niña recuerdo que ya había el camino, el cerco y la piedra en donde está la Virgen. (…) De lo que podemos deducir, la figura de la Virgen dibujada en la piedra a la que nos referimos está en el mismo sitio más de cien años.” Después de diez años, regresamos al mismo lugar y ya no la encontramos a doña María Sinche. Su hijo Lizardo, dice, ella murió hace dos. ¿Y la piedra?, responde: ¡Caramba!, vino Juan Agüinsaca apodado El Ishpingo, hizo desbaratar la cerca y se la llevó ¿Por qué se la llevó?, insisto. Es que mi mamá le regaló. Como él venía siempre con agrados, con trago, y como ¡almas benditas!, a mi mamá le gustaba el traguito y la comida, aceptó. Ishpingo dijo, como ustedes no tienen platita para hacer una capilla, yo voy a construir en Loja, entonces se la llevó. Esto ya va para cinco años y desde ahí no ha vuelto. ¡No sabemos nada de él! Mi mamá le dijo: ¡Ishpingo!, te la regalo a la piedra para cuando me muera, reses por mí y quizá la Virgen me ayude a salir del purgatorio. ¡Creo que más por eso, le regaló! Además, cómo le podía negar, si era su nieto. ¡Oiga!, la piedra fue pesadísima, la llevaron dando vueltas entre unas veinte personas. Yo las conté. La sacaron a la carretera, bien arriba, para luego ponerla en un carro grande. Patalearon durísimo, pasaron casi un día en ese trabajo. Era linda y planchita, en la parte que estaba dibujada la imagen de Mama Virgencita, era bien licita. Cuando estaba chico, el finado Andrés Sinche y Mama Bernarda Agüinsaca, me dijeron: ¡José ¡ este camino que ves, lo dejamos bien ancho para que descansen los romeriantes cuando pasan con Mamita Virgen del Cisne. La Virgencita del Cisne, “la propia” venía desde El Cisne, por Guayllas, Chuquiribamba, Chantaco, y pasaba por aquí a Gonzabal, Chichaca y luego a la Toma, supongo. Los mayores decían que en una ocasión cuando pasaban los romeriantes, al medio día se habían sentado a comer en este camino, y de repente observaron en la piedra dibujada la imagen de la virgencita, ¡ahí en la piedra! Así conversaba Andrés Sinche con Mama Bernarda. Yo recuerdo que a la Virgen de la Piedra, al pie del cerco la gente le ponía bastantes flores en unas botellitas y en unos jarritos. Le rezaban y cantaban unos tonos bien bonitos. Era un novedón, siempre venían con quipes de flores, don: Ignacio Caraguay, Dioselina Pucha, Isauro Agüinsaca, mama Juana Tene y otros de Cumbe y Calucay. Ellos ya murieron . Todavía recuerdo cuando pasaba la virgencita por aquí, tres bandas de músicos tocaban, había danzantes y más disfraces. Los danzantes con cascabeles amarrados en los tobillos hacían sonar: chilín, chilín, chilín, mientras bailaban. Termina lamentándose don Lizardo Buri, como dueños de la piedra, ni una misita le hicimos pasar a la virgencita, ¡eso debíamos hacer! ¡Qué descuidados! No hicimos nada.
Loja, 27 de diciembre de 2010