jueves, 18 de abril de 2024

PRIMER CENTENARIO DE LA FIESTA DE “SAN VICENTE FERRER” EN CHUQUIRIBAMBA

 Leyenda y tradición andina / Loja – Ecuador


La fe y devoción a San Vicente Ferrer; así como la celebración de su fiesta la última semana en el mes de abril en la parroquia de Chuquiribamba, data, desde 1924.

Este mes cumple cien años desde que se realizó la primera fiesta, convocando a muchísimos  devotos y turistas del país y el extranjero para participar de las programaciones: religiosas, deportivas y culturales.

Este evento que convoca al turismo religioso y cultural, es el más concurrido y novedoso que se realiza en Chuquiribamba, parroquia rural del cantón y provincia de Loja.

 El promotor de esta tradicional fiesta fue el párroco, Dr. Carlos Eguiguren R., quien tuvo la iniciativa de hacer esculpir la sagrada imagen de San Vicente Ferrer, en 1924.  

Dicen que, para cristalizar su iniciativa, primeramente, sensibilizó a los feligreses y luego pidió su colaboración, a lo que el pueblo no se hizo esperar.    Sin demora, designó una comisión para que viaje a la ciudad de Cuenca en busca de un escultor, porque se entiende que, en ese tiempo, solamente allá habían.

Corrobora con este dato, don Ángel Puchaicela, nieto de Abelardo Puchaicela y, cuenta que de niño le acompañaba a su a abuelo (Abelardo) al cerro Santa Bárbara a realizar la ordeña de las vacas, y en su recorrido siempre le comentaba que taita curita, Carlos Eguiguren, lo comisionó a él y al profesor Leoncio Jaramillo para que con Luis Cuenca Dávila, Ángel Moisés Cuenca y Leopoldo Sinche viajen a la ciudad de Cuenca a contratar un escultor. Ellos viajaron de inmediato por el único camino de herradura, porque en ese tiempo no había aún carretera.

Allá, -continúa el relato don Abelardo-, el escultor cuyo nombre no recuerdo, luego de convenir en el precio nos dijo que regresemos después de seis meses. 

 Cumplido el plazo, los mismos comisionados y otros más que se sumaron, emprendimos el viaje, ahora para traerlo a San Vicente a Chuquiribamba.  

Todos, llenos de devoción llegamos a la casa del escultor, y una vez que nos entregó la escultura, cargamos en andas a San Vicente y salimos desde la ciudad de Cuenca en procesión.   Pasamos Cumbe, Nabón, Oña, Paquishapa y Saraguro.   Recuerdo que en este último lugar los pobladores nos brindaron chicha y comida.   Durante la noche arreglaron un altar y prendieron cirios para velarlo y al siguiente día se ofertaron acompañarnos desde Saraguro hasta la loma de Guagrahuma unos, y a Fierrohurco otros.    De ahí se regresaron.   

Nosotros continuamos, y en la parroquia de Santiago hicimos otra parada en donde también arreglaron un altarcito y lo velaron; luego, se adelantó un comisionado para avisarle a taita curita que ya estamos en esta población.   ¡Hasta aquí habíamos caminado seis días!   Los devotos de Chuquiribamba no se demoraron, pronto llegaron y otros nos encontraron en el camino, algunos en caballo y otros a pie.

 

La devoción hizo, que los Santiaguenses voluntariamente se ofrecieron acompañarnos hasta Chuquiribamba en procesión, cabalgando cada uno en su acémila, costumbre que la mantienen y ahora son parte importante del evento folclórico central de la fiesta, “las escaramuzas”.

Pasamos por el cerro Santa Bárbara, llegamos hasta Aguarongo, y en gran algarabía poco a poco los devotos se sumaban.   Desde los diferentes barrios corrían al encuentro acompañados del repicar de campanas de su iglesia y el continuo reventar de cohetes. 

Algunos en el camino nos esperaban con ollitas de comida para atenuar el hambre, en tanto que otros, con cántaros de aguado de leche para calmar el cansancio de los caminantes.  

Hoy que se cumplen cien años desde que se instauró la primera fiesta en honor a “San Vicente Ferrer”, me es grato dar a conocer este curioso relato, recogido de la oralidad de nuestra gente, matizado de historia y tradición.

NOTA.-

Para la celebración de la fiesta en honor a “San Vicente Ferrer”, el  P. Carlos Eguiguren R, en 1924, lo nombró como su primer síndico al señor Abelardo Puchaicela quien ocupó esta función hasta su muerte, en 1981.

Se conoce que una vez que la fiesta tomó realce, en 1942, por pedido a la iglesia de un prestante hombre de Chuquiribamba, don Eloy Jiménez, hicieron la procesión por primera vez hasta la pampa de Cocheturo, en donde se realizaban las folclóricas “escaramuzas”, que hoy se han convertido en un evento trascendental en la región sur del Ecuador.

Actualmente el síndico de la iglesia es el Sr. Raúl Díaz quien ha sido reelegido por el pueblo por un segundo periodo.

“El pueblo me lo contó

y yo al pueblo se lo cuento

 pues la historia no invento

responda el pueblo y no yo”

                                               Cordobés Maure

 

Loja, 18 de abril de 2024

Eduardo Pucha Sivisaca.

jueves, 21 de marzo de 2024

VIRGILIO SINCHE, RECORDADO MÚSICO POPULAR DE CHUQUIRIBAMBA

 Chuquiribamba, semillero de músicos” / Loja Ecuador

 


Darío Virgilio Sinche Palazo, nació en el barrio Pordel de la parroquia Chuquiribamba en el cantón Loja, el 25 de marzo de 1941 y falleció el 29 de enero de 2020. Fue hijo de don Ángel Sinche y la señora María Hermelinda Palazo. Es el quinto hijo de entre ocho hermanos, de los cuales dos más son músicos: Floresmilo y Raúl.

Se casó con la señorita Rosa Angélica Curipoma, de cuyo enlace matrimonial concibieron cinco hijas.

Desde muy niño tuvo inclinación por la música.

En 1954 los directivos de la banda “Dios y Patria” contrataron a un músico lojano de apellido Bustamante para que en Chuquiribamba les enseñara a los jóvenes aficionados de la música a ejecutar un instrumento de viento o percusión para luego integrarlos a la banda.

Se cuenta que Virgilio se sumó a ese grupo y como no tenía instrumento alguno, don Segundo Bautista amigo de su padre se oferta en prestarle un clarinete usado que ya poco lo utilizaba.

Te lo presto le dijo a su papá y si el muchacho aprende, te lo vendo; y como Virgilio si aprendió, entonces le vendió.

Una vez que sabía solfear en su clarinete las notas musicales e interpretar melodías, se integró a la banda “Dios y Patria” en 1957, es decir a la edad de 16 años.

Comenzó tocando su clarinete para posteriormente especializarse en el saxofón.

Más de sesenta años ejecutó el clarinete y su saxofón; y, durante 55 consecutivos, desde 1965 hasta su muerte fue director de la banda de pueblo “Dios y Patria”, la más antigua del Ecuador, amenizando las fiestas religiosas y populares de muchos pueblos de las provincias de Loja El Oro y Azuay.

Por sus relevantes conocimientos artísticos, pese a no tener ninguna preparación académica, se desempeñó como profesor de música, contratado por periodos, en los colegios de Cariamanga y San Antonio de las Aradas; así como también ha preparado a generaciones de jóvenes de la parroquia Chuquiribamba y que hoy muchos de ellos forman parte de las “bandas populares de pueblo” locales y las bandas del ejército y la policía nacional.

 

NOTA.-

La banda de pueblo “DIOS Y PATRIA”, la más antigua del Ecuador (133 años de existencia), de la cual Virgilio Sinche fue su director, está integrada por talentosos músicos, entre ellos: Floresmilo Sinche (saxo), Wilman Loarte Valle (saxo), Aníbal Pugo Sivisapa (saxo) Raúl Sinche (trompeta), José Manuel Agüinsaca Morocho (trompeta) Johnny Puchaicela Sinche (trompeta), Manuel Medina Agüinsaca (bombo), Cristian Puchaicela Sinche (percusión), Manuel Asunción Enríquez (platillos).

GUITARRISTAS POPULARES EN CHUQUIRIBAMBA

 Chuquiribamba, semillero de músicos" /  Loja – Ecuador

 

Con la finalidad de dar a conocer el potencial artístico musical de los pobladores de la parroquia Chuquiribamba, transcribimos textualmente el contenido de las páginas 45 y 46 del libro: “Chuquiribamba semillero de músicos”, de la colección Lojanidad / Literatura 3 /Serie Loja de transición 7, publicado en el año 2009.

Refiriéndose a los cantantes y guitarristas desde el año 1930, dice lo siguiente:

 

Guitarristas

“En Chuquiribamba, no solamente se formaron bandas populares, sino también algunos se destacaron en la ejecución de la guitarra, la bandola y el violín; desde las décadas de los años de 1930, 1940, 1950 y 1960, rescatamos los siguientes nombres:

En Chuquiribamba: César Gutiérrez, Alipio Gutiérrez, Pompilio Reinoso, Manuel Reinoso, Bolívar Bermeo, Arturo Cuenca, Julio Granda, Polibio Curipoma, Ángel Ortega, entre otros.

 En los barrios:

Pordel: Luis Díaz Loarte, Luis Pauta Pauta (Alambre), Julio Márquez, Isauro Sinche, los hermanos: Polibio, Luis y Marco Agüinzaca Guaya (Los capellanes).

Carmelo: Manuel Reinoso

Cumbe: Benito Pauta (bandola), Baudilio Pauta

Chantaco: Pancho Juela, Humberto Muñoz, Juan Salinas y  Claudio Romero.

 

Estudiantina

Destacada participación tuvo la “Estudiantina Chuquiribambense”, integrada por los señores: Porfirio Tene, César Gutiérrez, Manuel Gómez, Ignacio Jaramillo y José R. Córdova, quienes ejecutaban magistralmente la guitarra, la bandola y la flauta, en la década de los años cuarenta.

 

Cantantes

Intérpretes de la música popular fueron: el "Dúo de los esposos Bolívar Bermeo y Gricelda Tambo; el "Dúo de los hermanos Ortega", integrado por Vicente y Colón Ortega; el dúo integrado por Martha Gutiérrez y Beatriz Valle; y los solistas: Edgar Caraguay, Antonio  Remache y Gloria Díaz; y en la actualidad se destaca el dúo "Serenata" integrado por Rigoberto Valle y Milton Jumbo”.

 

N.B.- Con el fallecimiento del guitarrista y cantante Rigoberto Valle, el Duo “Serenata” en la actualidad está desintegrado; así como algunas figuras de las últimas décadas que se mencionan en el libro, ya no están.

martes, 13 de febrero de 2024

LAS RUINAS DE INGAPIRCA

Provincia de Cañar - Ecuador



El complejo arqueológico Ingapirca se encuentra ubicado en la parroquia Ingapirca, cantón Cañar, provincia de Cañar. Está a 42 km. de distancia desde Azogues, capital provincial.

Etimológicamente, Ingapirca proviene de dos palabras quechuas – Inca y Pirca – que unidas significa: muro inca.

Este complejo arqueológico está considerado como el monumento más conservado en el Ecuador.


Históricamente conocemos que los incas en su plan de expansión, llegaron a estos lugares en son conquista; invadieron a los Cañaris y fusionaron las dos culturas: Inca – Cañari.

 Por esta razón es que en la arquitectura del complejo se puede diferenciar claramente la influencia cultural de los cañaris e incas.

Se dice que el complejo fue construido en una extensión de cuatro hectáreas bajo las órdenes directas del inca Huayna Cápac durante sus campañas de expansión, por lo que deducimos que esta joya arquitectónica tiene más de 500 años de existencia.

Fue un importante centro religioso, político, militar y administrativo; y, entre lo más llamativo se destaca el “Templo del Sol”, que es una edificación de piedra con enormes paredes sobre la cima de una extensa planicie rocosa.

Además, caminando una corta distancia, en una inmensa peña, nos asombra observar a la distanci


a como que, esculpido un rostro humano, al mismo que lo denominan “La Cara del Inca”; pero que, a decir de uno de sus guías, debería llamarse la “Cara del Cañari”.

En la planicie de otra peña, encontramos el “Juego del inca”, un tallado en la roca en forma de cadena o serpientes entrelazadas una a otra.

Estas son las maravillas que hay en mi país y que nos invitan a conocer

COMPLEJO ARQUELÓGICO COJITAMBO

 Cantón Azogues




“El complejo arqueológico Cojitambo” está ubicado en el cerro Cojitambo de la parroquia Cojitambo en el cantón Azogues, provincia del Cañar.

Se dice que el complejo servía de tambo inca y que por la base del cerro pasaba la ruta del Cápac Ñan que enlazaba con otros centros importantes como Ingapirca y Tomebamba.

En uno de los informativos que encontramos en este lugar, dice lo siguiente:

 “Cojitambo es uno de los conjuntos arqueológicos más importantes del sur andino ecuatoriano.


Andenes, muros habitacionales, rastros de grabados sobre roca, abrigos rocosos, niveles cerámicos de ocupación no perturbados representan una larga sucesión de pueblos agrupados en señoríos simples (Periodo de Desarrollo Regional (500 a.C – 500 d.C), señoríos complejos (500 d.C – 1450) y el estado inca 1450 – 1532 d.C.”

Conocer estos lugares es realizar un viaje al pasado.

Visite.

martes, 16 de enero de 2024

MISIONERA LOJANA EN PARAGUAY


La Hna. Emperatriz Morocho Placencia es misionera de la “Congregación de Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia”.

Dice: actualmente estoy en Asunción la capital de Paraguay cumpliendo mi trabajo en un sector económicamente bien bajo, pero es ahí en donde se puede hacer misión. ¡Me siento muy contenta!  


Llevo 38 años en calidad de misionera sirviendo a Dios, al prójimo y a los más necesitados. Me inicié en el Oriente ecuatoriano, concretamente en el Coca. Mi vida religiosa en calidad de misionera ha transcurrido en algunos lugares, como: Colombia, Corea del Sur, Chile y Paraguay. En este último lugar ya estoy tres años y de ahí no sé a dónde me depare el destino después de algún tiempo.

 ¿Qué hacen las misioneras?, le pregunto. Ella responde: los misioneros compartimos y ayudamos a sentir el amor y la paz de Dios a todas las personas y de manera especial a las que se encuentran viviendo en situaciones difíciles.

El ayudar y compartir es hermoso, porque la vida en sí, es comunidad.

Datos:


La Hna. Emperatriz Morocho Placencia nació en la parroquia Taquil perteneciente al cantón Loja, el 6 de febrero de 1965. Sus padres fueron don Manuel Visitación Morocho y Rosa Isabel Placencia.

Sus estudios secundarios los realizó en el Instituto Tecnológico “Daniel Álvarez Burneo” y los superiores en la “Universidad Técnica Particular de Loja” (UTPL), obteniendo el título de licenciada en Ciencias Humanas y Religiosas con la especialidad en Educación.

 

P.D.

Gracias hermanita Emperatriz por habernos honrado con su visita en la ciudad de Loja. Esperamos lo mejor en su regreso a Paraguay.


martes, 2 de enero de 2024

EL SANTUARIO DEL “SEÑOR DE LA BUENA MUERTE” EN LA PARROQUIA BELLAVISTA

 Leyendas y tradiciones andinas / Loja – Ecuador

 




En la parroquia Bellavista perteneciente al cantón Espíndola de la provincia de Loja se encuentra el Santuario del “Señor de la Buena Muerte”.  En este privilegiado lugar podemos hacer turismo religioso y turismo ecológico.

 

Hacemos turismo religioso participando en las novenas, en las eucaristías, en las procesiones, en las romerías y visitando al Santuario del “Señor de la Buena Muerte”; y, hacemos turismo ecológico ascendiendo al mirador natural del cerro Guambo, desde cuya cima podemos divisar en toda su magnitud la ciudad de Amaluza, capital del cantón Espíndola y también los coloridos paisajes y poblados de los cantones: Calvas, Gonzanamá, Quilanga, y Ayabaca en suelo peruano.

 

En este lugar conversamos con don Basilio Castillo, catequista de Bellavista, quien nos cuenta que la fiesta religiosa más importante de esta parroquia es la que realizan todos los años en honor al “Señor de la Buena Muerte” el 8 de agosto. A esta festividad acuden cada año en peregrinación miles de devotos desde las diferentes latitudes del Ecuador y el norte peruano, especialmente de la ciudad de Ayabaca.

 

Dada la gran afluencia de peregrinos para venerar la sagrada imagen, el padre Sócrates


Chinchay, oriundo de esta parroquia, tuvo la iniciativa de emprender en la construcción del Santuario, gestionando en las diferentes instituciones, solicitando contribuciones voluntarias, donaciones de sus devotos y la gestión de sus párrocos. El diseño de la fachada es gótica y bastante llamativa, cuya torre incluida la cruz alcanza una altura de 34 metros.  Los trabajos de la obra se iniciaron hace unos nueve años y en la actualidad (2023) está por terminarse. 

 

Cuando le preguntamos ¿y desde cuándo la fe religiosa por esta imagen?, él nos responde:

No se precisa fecha, pero según la tradición dicen que son más de tres siglos.

 

Hay un dato muy curioso sobre la presencia del “Señor de la Buena Muerte” en Bellavista.  Dicen que lo trajeron desde la ciudad de Quito.

 

Dos hermanos de la familia Cumbicus se habían enemistado por problemas de linderos en sus terrenos; y, como aquí en ese entonces no había autoridades que puedan mediar en estos asuntos, todo reclamo se hacía en Quito; entonces, pese al pleito que tenían, resuelven viajar juntos a presentar sus alegatos allá. La caminata desde aquí a la capital era bastante larga, por lo que dicen que se demoraron cerca de tres meses.

 

Llegan a Quito y piden posada en la casa de un herrero quien cordialmente los acoge y luego de que le cuentan el problema, le dice que duerman ahí para que al otro día vayan a arreglar el litigio con las autoridades competentes. 

 

Llama la atención, la coincidencia que esa noche, mientras duermen, los dos hermanos tuvieron el mismo sueño, un hermoso crucifijo habló y les dijo: “llévame a tu tierra”.  Ellos sorprendidos al otro día se estrechan la mano y le cuentan al dueño de la herrería lo que habían soñado.  El herrero muy seguro les dice, es el “Señor de la Buena Muerte” quien les pide que lo lleven.

 

Averiguan que en dónde pueden conseguir un crucifijo de esas características y él les responde, yo lo tengo.  Vayan a arreglar primero sus asuntos, mientras lo busco.

 

Cuando regresaron le propusieron que les venda; más, el herrero no aceptó y en vista del interés que tenían de llevarlo, les regaló.  Olvidando todos los resentimientos que venía de algunos años, muy contentos regresaron a Bellavista.

 

Es una clara manifestación de la bondad de Dios, Él los utilizó como instrumento para que a través de este sueño de revelación “El señor de la Buena Muerte” venga acá y se quede con nosotros, opina don Basilio.

 

Ya aquí “El Señor de la Buena Muerte”, -dicen- que los hermanos Cumbicus y más moradores construyeron una chocita para venerarlo; pero después de un tiempo la choza se quemó y milagrosamente el crucifijo se salvó. Construyeron otra, que luego sucedió lo mismo. Desapareció el crucifijo, supuestamente se pensaba que se quemó; más ocurre que un día, una señora que fue a buscar leña en el lugar en donde ahora se levanta el Santuario y junto a un árbol de guayuro lo encuentra intacto. Por eso se construyó su Santuario aquí.

 

La efigie fue colocada en tres lugares diferentes, en las dos primeras las chozas se quemaron; pero, ahora se quedó para siempre “El Señor de la Buena Muerte” en su Santuario.

 

Termina la conversación don Basilio Castillo contándonos que Bellavista es un pueblo muy creyente y religioso, por lo que se siente feliz y muy orgulloso, ya que en esta parroquia nacieron algunos sacerdotes, entre ellos: Sócrates Chinchay, Klever Chinchay, Jorge Guarnizo, Máximo Calva, Benjamín Guayanay, José Vicente, entre otros.