miércoles, 2 de abril de 2014

NAÚN BRIONES JUGÓ CON NOSOTRAS


Cuando estamos bordeando el año 2014, quedan pocos nonagenarios y mayores que  conocieron o escucharon sobre las andanzas del bandolero Naún Briones.

En esta ciudad, la señora Flora Aguirre Vidal que al momento tiene cerca de los noventa, dice, yo estaba pequeña, pero si me acuerdo, cuando vivíamos en la finca El Vergel cerca de Macará.   El sólo saber que Naún  andaba por ahí, inquietaba  a la gente.   Pensábamos que nos va a robar.   

Cuando en la noche los perros se alborotaban, asustados decían: ¡Madre Santísima, son los ladrones, no será Naún Briones el que viene!, entonces todos corrían a esconder las cosas.  

Recuerdo que una noche los perros ladraban y ladraban, entonces mi mamá le dijo a mi papá: Albertano, Albertano, los perros ladran en la pampa del compadre Felipe.   Mi papá se levantó de inmediato, luego de darse la vuelta alrededor de la casa regresó diciendo, ¡no Juana!, es la gente que está pasando por ahí; pero mi mamá no se convenció y asustada se levantó y escondió debajo de la cama y en unas ollas sus joyitas y algunas monedas de plata blanca que tenía.  Pasado el susto, al otro día buscaba las cosas para volverlas a su lugar y de algunas no se acordaba en dónde las dejó (ríe).   Nosotras como éramos chiquitas nos temblábamos de miedo, hasta llorábamos, total, a Naún Briones ni lo conocíamos.

Si el rumor se daba en el día, el escondite, era en una huecadita que la llamaba Los Higuerones, ahí ponía a buen recaudo sus cositas y a nosotras también.  En tanto que mi papá se quedaba en la casa para cuidar disque.   Decía, si viene, qué se lleve pues lo que quiera.   ¡Qué puedo hacer yo solo!  ¡Nada!   Pero él aseguraba que sí lo conoce a Naún, inclusive había conversado. 

Una vez llegó a la casa un señor cargado una caña y terciado un buen “garantizado”.   Le preguntó a mi mamá que en dónde estaba Albertano.   Como mi papá no estaba, se quedó esperándolo.   En el campo se tiene la costumbre de colocar en el corredor una banca larga de madera para recibir a los forasteros, entonces él se sentó y luego se recostó a descansar.  

En eso mi papá llegó de la huerta con su burrito cargado de yucas, camotes y guineos.   Se saludaron.   Luego que lo descarga al burrito, entra a la cocina y le dice calladito a mi mamá, ¡es Naún Briones el que está afuera!, prepárale el almuerzo, que ya le invité.   Ella casi se desmaya de la sorpresa y como de costumbre disimuladamente esconde las cosas.  

Mientras ella preparaba la comida, Naún jugaba con nosotras en el patio.   Luego pelando la caña nos daba tajaditas.   Nosotras, felices entretenidas con él.

Conversando con mi papá le decía, que guaguas tan lindas que tienes.   Mi hermana María como era más grandecita, tenía  ojos verdes, churonita y alhajita, bromeando continuaba, ella va a ser mi esposa.

Luego, almorzamos juntos.   Se levantó, agradeció, preguntó cuánto vale y se fue.   ¡No pasó nada!
 
Tomado del libro: "NAÚN BRIONES, leyenda y tradición" (Segunda edición - 2014)